Instituto se debía una tarde así. Llena de fútbol y también de sonrisas. En una de sus mejores producciones del año, la Gloria venció por 2 a 0 en Alta Córdoba a Atlético de Tucumán y se metió en zona de clasificación al Reducido.
El Albirrojo lo ganó de principio a fin. El primer tiempo fue un monólogo de Instituto. La Gloria lo pasó por encima al Decano y su único pecado fue irse al entretiempo ganando solo por 1 a 0. De principio a fin, el equipo de Daniel Oldrá impuso condiciones y generó las chances más claras.
Primero lo tuvo Córdoba (gran acierto del DT ponerlo de titular cuando nadie lo esperaba), que no llegó a conectar por centímetros un centro del uruguayo Beltrán. Era un aviso de lo que estaba por llegar.
Minutos después se lo perdió Moreyra (la figura del juego) cuando el palo le negó su gol. Pero Instituto no bajó los brazos y siguió yendo.
Mansilla le tapó un remate con destino de red a Córdoba, que en la jugada siguiente tuvo su revancha: un centro al área derivó en un cabezazo de Salazar que luego el colombiano conectó con su propia cabeza para poner el 1-0 y desatar el carnaval.
“El cafetero”, que venía siendo resistido, se sacó la mufa: festejó su tanto cruzando los brazos a lo Mbappé, se arrodilló para rezar y luego metió un bailecito con Klimowicz. No le quedó festejo por hacer.
Después la Gloria tuvo más chances pero no pudo cerrar el partido antes de tiempo. Roffo fue un espectador de lujo en la primera etapa. Y algo similar pasó después.
Lo cerró a tiempo
En el segundo tiempo no pasó demasiado. Instituto ya no generó tanto como en la primera etapa y sintió un poco el cansancio luego de un primer tiempo a todo ritmo.
Atlético, casi sin ideas, intentó tirar algún centro salvador al área de un Roffo que no pasó sobresaltos en toda la tarde. Cuesta recordar una chance clara del Decano. Pero más allá de que Instituto era más, el resultado era exiguo y no generaba tranquilidad a nadie. Por eso hubo que esperar hasta los 36 del complemento para que Lodico liquide la historia.
Tras una gran jugada de Luna, “el Gato” engañó a todos con su amague y luego definió con categoría para poner el 2-0 final.
Así, le puso una dosis de justicia al marcador porque Instituto había sido mucho más que los tucumanos a lo largo de todo el partido.
Con esta victoria, no solo que terminó de ratificar su permanencia en la categoría, sino estiró a seis partidos su racha invicta y sueña con ir a pelear por algo grande en los playoffs. No le sobra nada al equipo de Oldrá, pero cuando juega como lo hizo este domingo sabe que puede ganarle a cualquiera. Le restan ahora cuatro “finales” al Albirrojo hasta que se baje la persiana del torneo. Puede pasar de todo, pero lo ocurrido este domingo alimenta la esperanza de una hinchada que vuelve a creer.
Ayer Instituto volvió a mostrar que, cuando juega con el alma, puede ganarle a cualquiera. Y eso vale oro, en un torneo donde nada está definido. La historia sigue escribiéndose en Alta Córdoba, y el alma del hincha, esa que nunca se rinde, vuelve a latir con fuerza.