Instituto atraviesa un momento de consolidación institucional y deportiva, pero también enfrenta un desafío financiero que quedó expuesto durante la última asamblea general ordinaria: la existencia de sumas millonarias aún pendientes de cobro por transferencias de jugadores que marcaron el rumbo deportivo del club en los últimos años.
Las operaciones en cuestión son las de Rodrigo Garro al Corinthians de Brasil (desde Talleres), Malcom Braida de San Lorenzo de Almagro a Boca Juniors y Santiago Rodríguez a Argentinos Juniors.
En total, los montos por percibir superan los U$S 2,6 millones, una cifra que representa un activo estratégico para la tesorería albirroja y que, al mismo tiempo, plantea interrogantes sobre la liquidez inmediata de la institución.

El caso Garro: el cobro más claro
La transferencia de Rodrigo Garro al fútbol de Brasil, una de las grandes figuras surgidas en la última etapa del club, podría significar un salto económico importante.
Instituto tiene U$S 1,4 millones pendientes de cobrar por su pase desde Talleres al Corinthians de Brasil. El club de barrio Jardín tiene un litigio abierto para recibir ese dinero y, luego, abonarle el porcentaje de Garro a la Gloria.
Durante la asamblea, el presidente Juan Manuel Cavagliatto explicó que este ingreso aún no fue registrado en el balance por una decisión contable.
El auditor externo, Javier Feiguin, detalló que la institución aplica el llamado criterio del percibido, un método que sólo contabiliza el dinero cuando ingresa efectivamente en las arcas del club.
Esta modalidad, explicó, busca evitar proyecciones optimistas que después no se concreten.

Braida y un conflicto con San Lorenzo
Más incierto es el panorama de Malcom Braida, jugador transferido de San Lorenzo de Almagro a Boca Juniors antes del último Mundial de Clubes.
Hasta el momento, Instituto no ha recibido el pago correspondiente al porcentaje que aún sostenía del jugador por una futura venta (30%) y la dirigencia ya elevó una nota formal a los organismos rectores del fútbol para obtener precisiones sobre el monto real de la operación.
Según Cavagliatto, existen “versiones contradictorias” sobre si la salida del delantero se dio mediante la ejecución de la cláusula de rescisión o bajo otra modalidad contractual.
Lo cierto es que el club espera un ingreso cercano a los U$S 800 mil. Ante la falta de definiciones, el presidente adelantó que “seguramente le vamos a estar iniciando acciones legales a San Lorenzo” en caso de que la situación no se resuelva.

Santiago Rodríguez y un pago programado
El tercer capítulo de esta historia lo protagoniza el defensor Santiago Rodríguez, vendido a Argentinos Juniors. La transferencia total se cerró en U$S 900 mil por el 100% de los derechos federativos y el 80% de los económicos.
Instituto, que había aportado y vendió su 30% de participación, ya percibió parte del monto, pero aún le resta cobrar U$S 400 mil en octubre de 2025.
La particularidad de este caso es que el club conserva un 20% de los derechos económicos para una futura venta, lo que le abre la posibilidad de otro ingreso en caso de que el futbolista vuelva a ser transferido.
Un balance restrictivo y transparente
El auditor externo, Javier Feiguin, subrayó que el balance de Instituto se confecciona con un criterio “muy restrictivo” y “por el percibido”. En términos simples, esto significa que el club sólo reconoce como ingreso el dinero que efectivamente entra a sus cuentas, dejando fuera de los estados contables sumas comprometidas pero aún no cobradas.
Este enfoque, según Feiguin, apunta a reflejar con la mayor transparencia la situación real, sin recurrir a estrategias que “maquillen” los resultados. Incluso mencionó que otras operaciones menores, como cuotas pendientes del jugador Nicolás Dubersarsky (vendido al Austin de la MLS), también quedaron fuera del balance bajo este mismo criterio.

Una economía sólida, con un problema concreto
A pesar de estas dificultades en la caja diaria, el panorama general de Instituto es positivo. El club muestra un importante incremento en sus activos fijos gracias a las obras de infraestructura ejecutadas en los últimos años y mantiene un nivel de endeudamiento bajo: casi el 75% de su patrimonio está financiado con recursos propios.
Sin embargo, el auditor reconoció que existe un “problema de liquidez”, es decir, que el dinero disponible a corto plazo no siempre alcanza para cubrir las obligaciones inmediatas.
Aun así, Feiguin aclaró que no se trata de una situación preocupante a largo plazo, ya que los ingresos pendientes por las transferencias de Garro, de Braida y de Rodríguez –sumados a otros recursos proyectados– se perfilan para equilibrar ese déficit.

Un cambio de paradigma
En la asamblea, la dirigencia resaltó un punto clave: a diferencia de etapas anteriores, cuando la necesidad de vender jugadores de manera urgente era la única salida para tapar agujeros financieros, hoy el club cuenta con un superávit operativo cercano a los $ 2 mil millones.
Esto le otorga margen de maniobra para sostener su plan de crecimiento, sin depender exclusivamente de transferencias inmediatas. La estrategia apunta a reforzar la independencia económica de la institución, invirtiendo en infraestructura y consolidando un patrimonio que sirva de respaldo en tiempos de incertidumbre.
El desafío ahora pasa por recuperar los montos pendientes y por asegurar que esos ingresos se traduzcan en mayor estabilidad financiera. La pulseada con San Lorenzo por Braida aparece como el conflicto más delicado; lo de Garro dependerá de cómo se resuelva la situación Corinthians-Talleres, mientras que Rodríguez está enmarcado en compromisos contractuales más claros.

La conducción de Cavagliatto apuesta a sostener una administración prudente, con foco en el equilibrio y en el crecimiento a largo plazo.
En ese camino, los dólares que aún restan cobrar por estas transferencias no son sólo un recurso financiero: representan la posibilidad de seguir construyendo un Instituto con mayor solidez patrimonial y menos dependiente de los vaivenes del mercado futbolístico.