Si la final de Copa Libertadores de Madrid entre Boca y River constituyó uno de los partidos de fútbol que tuvo a la Argentina en vilo, en el otro extremo, la final de la Liga Profesional que jugarán Huracán y Platense no parecería contar con el poder de paralizar al país, sino más bien entretenerlo en medio de la indiferencia y frialdad de los hinchas de los equipos “grandes” que aceptan a regañadientes los méritos de quemeros y calamares para llegar hasta lo más alto.
En la AFA saben que no es el partido más marketinero, pero el intento de promocionarlo como la “Final de la Humildad” o el “Duelo de la Modestia” no pasó de comentarios de pasillo, ya que se temió que los hinchas de ambos equipos se sintieran menospreciados. Estadísticamente, Huracán en 2024 llevó la nada despreciable cifra de 30.300 espectadores por partido y se ubicó en el puesto 11 en el ranking de asistencia, en tanto que Platense con 16.188 hinchas por partido se ubicó vigésimo, por lo que se estima que el estadio Madre de Ciudades, con capacidad para 42 mil espectadores, permitirá que ambas hinchadas se ubiquen cómodamente. “Si vienen todos, van a estar un poco apretados pero, como decimos siempre, donde entran 42 mil, entran 46.188”, señaló Carlos Jovial, titular de la Secretaría de Optimismo y Entusiasmo de la AFA.
Quienes no están muy satisfechos son los carniceros, ya que esperaban una final entre grandes que permitiera la venta de asados para la previa del partido, algo que sucede cuando se juntan varios hinchas de un equipo con cotillón incluido para ver una final o un partido decisivo. “Pueden reunirse grupos de hasta una docena de hinchas de Boca o River para ver una final en cualquier ciudad del país y se nota en las ventas, pero un Huracán-Platense pasa desapercibido en el mostrador”, señaló con resignación un carnicero. “Hoy vinieron dos hinchas de Platense y compraron una tira de costilla y un cuarto de molleja. Fue el único movimiento de caja que generó el partido”, agregó.
Una situación similar enfrentan los vendedores callejeros de camisetas truchas que no le encuentran salida a las casacas de los finalistas ni a los toallones de secado rápido con los escudos de ambos los clubes. “La demanda está baja, pero no sabemos si es por la crisis, por la falta de plata, por la falta de dólares colchón o por la falta de hinchas. Es una lucha”, confesó un vendedor.
Pese a no ser los equipos más convocantes, Platense y Huracán protagonizan la final de la Liga Profesional en un partido que no quedará solo para las estadísticas sino grabado en la historia que recordara cómo estos dos equipos se abrieron camino a la final bajando a cuatro de los grandes del fútbol argentino, en especial los calamares, que tumbaron a tres y de visitante, un récord difícil de conseguir aun en estos tiempos de liderazgos en decadencia.
Cuestión de tamaño
Una antigua contradicción del fútbol es la de plantel corto vs. plantel largo, una línea divisoria que separa a dos bandos filosóficamente irreconciliables: los que basados en el pensamiento estoico desisten de la acumulación de jugadores y los prefieren pocos pero virtuosos y los que son partidarios de una muchedumbre de futbolistas, basados estos últimos en la famosa frase de Aristóteles de que “el gusto está en la variedad” según la cual una escasa de diversidad de jugadores conduce irreversiblemente al aburrimiento, a la inapetencia y al fastidio de los hinchas por ver siempre las mismas caras.
Sorpresivamente la contradicción apareció con fuerza de grieta en Manchester City luego de que el técnico Pep Guardiola se definiera por un plantel chico con un clima familiar para la próxima temporada en abierta oposición a la postura del dueño del club, el multimillonario árabe Khaldoon Al Mubarak, que quiere incrementar sensiblemente la lista de buena fe de cara al Mundial de Clubes aparentemente para impresionar e infundir temor a los rivales con la cantidad. “Guardiola quiere que el plantel quepa en un colectivo mediano y Al Mubarak imagina un Manchester City multitudinario, con cientos de jugadores ingresando a un estadio como una compacta columna del Suoem” graficó un analista inglés.
De todos modos, la Fifa fijó que para el Mundial cada club podrá inscribir hasta 35 jugadores en la lista definitiva, un límite que está muy por encima de la cantidad de jugadores que quiere Guardiola (para el técnico 24 ya son multitud) y escasa para lo que pretendería el millonario emiratí. El DT catalán dijo que si le inflan el plantel renuncia y se busca un equipo de 15 jugadores, número que en principio es ideal para jugar porque se evita la desagradable tarea de no convocar jugadores para un partido porque le sobran piernas.
