En Núñez empezó el operativo 2026. River quiere un plantel que llegue, juegue y rinda luego de un año para el olvido. Marcelo Gallardo pidió refuerzos “ya hechos”, futbolistas con espalda y vigencia para ponerse la banda roja sin período de adaptación. Y entre los nombres que aparecieron en la primera hoja del borrador figura uno bien conocido en Córdoba: Tadeo Allende.
El delantero de Mina Clavero, hoy sensación de la MLS, fue ofrecido en las últimas horas en una reunión en la que también se habló del futuro de Santiago Ascacíbar. Gallardo lo aprobó sin dudar: goles, potencia y un presente como para entrar caminando a cualquier lista de refuerzos de peso.
Allende, de 26 años, pertenece al Celta de Vigo, aunque su préstamo en Inter Miami termina en diciembre. Y su temporada fue un estallido: 19 goles y un hat-trick en la semifinal que metió al equipo de Lionel Messi en la final de la liga estadounidense. Actuación estelar, televidentes por millones y una frase que en el fútbol vale oro: “el precio subió”.
Para Instituto, el nombre no es uno más en la grilla del mercado. Está anotado en el balance: tiene el 10% del pase, un resabio de aquella operación en la que Godoy Cruz transfirió el 80% al Celta, pero retuvo un 20% del que la Gloria es dueña de la mitad. Traducido: si River (o quien sea) decide comprarlo, en Alta Córdoba entrará plata fresca.
Por ahora, River lo analiza. Interesa, gusta y encaja en la lógica de un equipo que necesita variantes ofensivas y que podría quedarse sin algunos delanteros en el receso. Además, su explosión en Estados Unidos lo convirtió en un jugador con mercado internacional: son muchos los clubes que lo siguen de cerca.
En Instituto, mientras organizan la pretemporada y buscan rearmar un plantel golpeado por el flojo 2025, el seguimiento es silencioso. No levantan el teléfono, no presionan, no preguntan. Pero están atentos: cualquier movimiento grande puede significar un ingreso clave en tiempos de economía fina.
Hoy, River evalúa. Allende vuela. Y en Alta Córdoba lo saben: a veces, los goles que se gritan a miles de kilómetros también se sienten en casa.
