Después de cuatro décadas, el fútbol cordobés volverá a tener tantos representantes en Primera División.
Como en los buenos viejos tiempos, y tomándose revancha de la indigerible doble frustración de 2020, cuando en apenas 15 días se quedó dos veces con el grito atragantado. El ascenso de Estudiantes posiciona otra vez al fútbol de Córdoba con un número de participantes en Primera más acorde a sus tiempos dorados. Incorporado ahora como cuarto representante provincial en el círculo superior, el León del Imperio regresa a la fiesta grande del fútbol argentino tras más de cuatro décadas de ausencia: una eternidad para un club que en los ’80 había comenzado a codearse en la elite de los torneos de AFA, hasta que en 1985 una reestructuración centralista, injusta e irracional lo mandó varias categorías abajo sin descender en la cancha.
No cabe duda de que el escenario de un Estudiantes en el máximo nivel es una cuestión novedosa y hasta folclórica para los más jóvenes. Es que el registro de un Río Cuarto con fútbol de Primera se remonta a los tiempos en que el interior pisaba fuerte en AFA, cuando la fiesta de los domingos futboleros se repartía en casi todo el territorio nacional. Eran tiempos de equipos provinciales con gran respaldo y arraigo popular, en un contexto de disputa y discusión frente a la histórica hegemonía de los clubes porteños, adueñados de la “argentinidad” del más popular de los deportes.
Fue en ese 1985 cuando Julio Grondona, ya entronizado como monarca de la AFA, impuso una estructura que le colocó un cepo al crecimiento provinciano y sepultó a la mayoría de sus clubes. Estudiantes, que venía en franco crecimiento deportivo (participó en los Nacionales de 1983, 1984 y 1985), quedó relegado por cuestiones resueltas fuera de la cancha, de un día para el otro. La reestructuración del ’85 lo dejó varias categorías por debajo, y retomar el camino de regreso le insumió nada menos que 40 años.
En esas eternas cuatro décadas, el sueño de volver a jugar por los puntos contra los grandes de AFA tuvo visos de utopía. Ni hablar después de que, en enero de 2021 y en plena pandemia, dilapidó dos veces la posibilidad del retorno.
Primero, al caer en la final de la Primera Nacional ante Sarmiento tras empatar 1-1 en los 90 minutos y perder en los penales 4-3, después de haber estado en ventaja en ambas instancias. Dos semanas más tarde, en cancha de Newell’s y por la final del segundo ascenso, Platense volvió a frustrar los sueños del equipo de Marcelo Vázquez en definición desde los 12 pasos. La ilusión se había ido al tacho, con la incógnita de cuántos años pasarían hasta disponer de una situación similar. Para su fortuna, la nueva oportunidad llegó al cabo de un lustro y esta vez la suerte le dibujó su mejor sonrisa.
La próxima temporada del vilipendiado fútbol argentino tendrá un cuarteto cordobés, una composición inédita desde aquella reestructuración que eliminó los viejos torneos. En el viejo formato, con Metropolitanos y Nacionales, donde había que revalidar participación todos los años, Córdoba llegó a meter una séxtuple representación en 1984: los cuatro de 2026, además de Racing y Unión San Vicente.
Un León nacional
Estudiantes cobró notoriedad nacional a partir del 12 de febrero de 1983, cuando, junto a Belgrano, le tocó definir no solo el título del Provincial “Unidad Deportiva”, sino también el pasaje para el Nacional grande de AFA. Detrás de ese choque “sin mañana”, el tercero de la serie final, hubo dos empates 0-0 en los partidos previos y una gran carga de polémica arbitral y acusaciones cruzadas de actitudes antideportivas.
Los del Imperio, con Miguel Ponce en el banco y Luis Ludueña en la cancha –dos referentes históricos de Talleres– lograron un épico triunfo en el Chateau para un celebradísimo 3-1 que derivó en una caravana hacia el sur provincial. Atrás quedó ese largo peregrinar por canchas del interior cordobés, y el nuevo desafío le impuso mezclarse con aquellos clubes grandes que, hasta entonces, solo los visitaban para jugar amistosos en fechas patrias a cambio de suculentas recaudaciones.
Hacer pie en Primera División no fue cuestión sencilla. Tuvo un desafortunado debut ante Talleres en el Kempes (13 de marzo de 1983, derrota 5-1), y en sus seis presentaciones de primera fase solo obtuvo cinco derrotas y un empate, curiosamente ante el poderoso Ferro Carril Oeste de Carlos Griguol (1-1). Además del “Hacha”, integraron ese equipo otras caras conocidas: Jorge Santecchia (ex Estudiantes de La Plata), Hugo Kempes (hermano de Mario) y Sergio Merlini, a préstamo de Independiente.
Pero los contrastes no lo desanimaron. En las siguientes dos temporadas revalidó su participación en AFA, ya con mayor protagonismo. En 1985, incluso, clasificó a la segunda instancia del torneo como escolta de Boca Juniors, hasta ser eliminado por Temperley, que lo venció 1-0 en cancha de Ferro Carril Oeste de General Pico para sellar su eliminación del torneo. Fue el 30 de marzo de 1985, fecha de su despedida de la Primera División.
Hoy, Estudiantes volvió a poner a Río Cuarto en el mapa futbolístico de los grandes para reverdecer los dorados ’80.
¡Salud, Imperio!
