Un día como hoy, pero de 2019, Nahuel Bustos hacía vibrar a toda la comunidad Matadora con un gol perfecto ante River Plate, de visitante.
Era por la fecha número 4 de la Superliga Argentina de aquel año. Talleres buscaba romper la racha de 29 años sin vencer al equipo de Núñez en el Monumental. Y lo logró.
A los 17 minutos del segundo tiempo, Bustos recibió un pase de Pochettino que terminó con la redonda adentro del arco.
Todo esto pasaba en la cancha de River. Pero en Córdoba, más precisamente en barrio General Mosconi, una historia de amor por la camiseta albiazul comenzaba (literalmente hablando) a nacer.
Romina Soledad Olmos estaba transitando sus últimas semanas de embarazo. Esperaba a su tercer hijo, con fecha de parto pactada para la primera o segunda semana de septiembre. Estaba en su casa junto a Miguel, su marido, y a sus otros dos hijos: Lorenzo y Morena. Como buena familia matadora, los cinco estaban prendidos al televisor, siguiendo con nervios el partido. Era un cotejo picante. Había que ganarlo y dar vuelta esa mala racha de casi tres décadas.
El gol de Nahuel Bustos revolucionó la casa. Gritos, abrazos, emoción. Unos minutos después, cuando pasó la euforia, Romina le deslizó un “gordo, me siento un poco mal”, a su marido, y tuvieron que correr a la clínica. Pensaron que sería algo de rutina. Pero la sorpresa llegó cuando el médico los mandó a buscar “el bolsito”. Todo indicaba que el pequeño adelantaría su llegada.
“Fue tal la emoción y la euforia por ese gol de Nahuel Bustos, que entré en trabajo de parto”, contó la mamá a La Voz. El plan era ponerle Ignacio. En honor al goleador de aquel partido, le pusieron también su nombre. Así fue que Ignacio Nahuel llegó a este mundo al día siguiente, el 26 de agosto.
El día que Ignacio Nahuel nació, el papá compartió su emoción con otros Matadores a través de Facebook. En un grupo de hinchas, escribió: “Quiero contarles esta linda historia... Ayer mientras miraba el partido, estaba mi señora sentada a mi lado. Cuando Nahuel Bustos hizo ese golazo, salté del sofá y grité el gol con tanta locura, que llegó a los oídos de mi hijito. Fue ahí cuando comenzaron las contracciones, salimos disparando al médico y escuchaba el resto del partido en la radio. Ella quedó internada y hoy nació Ignacio Nahuel Cuello… Hasta ayer solo iba a tener un solo nombre, pero luego de lo que pasó, decidimos ponerle Nahuel. Amo esos colores. Esta es nuestra historia”.
La familia Olmos-Cuello es de esas que banca los trapos albiazules desde siempre. Talleres atraviesa sus vidas por completo porque, cada vez que juega la T, todo gira en torno a los colores. Romina y Miguel se casaron justo un mes antes de que naciera Nahuelito. La decoración del casamiento fue azul y blanca.
Nahuel es el más pequeño de tres hermanos. Conversando sobre aquel embarazo, Romina recordó: “Vino se sorpresa. Ya habíamos ‘cerrado fábrica’, incluso yo estaba tomando pastillas. Por más que no haya sido planeado, igual nos alegramos un montón con la noticia. Fue casi que volver a ser mamá primeriza de nuevo”.
Cuatro años después de aquel día, la historia reúne a esta familia matadora en el Kempes. El pequeño Nahuelito festejará este sábado sus cuatro añitos en la cancha y disfrutando de ver jugar por primera vez a su ídolo. Y, como corresponde, siendo socio.
