Cuesta entender que un buen pase haya terminado en el gol de Lanús, siendo quien lo conquistó, Rodrigo Castillo, el delantero que recibió la asistencia y que no fue alcanzado por ninguno de los dos defensores que, se suponía, debían escalonarse para evitar su enfrentamiento con Guido Herrera.
Castillo le ganó las espaldas al brasileño Rodrigo Guth, a quien debía respaldar Juan Rodríguez, el zaguero que tenía que cortar, por tener una mejor visión de la jugada, la arremetida del goleador para anotar el tanto que definiría el partido.
Unos minutos antes, Castillo no había concretado otra situación de peligro ante una defensa albiazul que lo había esperado parada en una misma línea, y que naufragó ante un pase bien servido hacia sus botines.
Eso en parte explica que a Talleres ante Lanús de nada le sirvió incluir a tres defensores centrales y a dos laterales si ante las pocas habilitaciones hacia su principal delantero, la defensa en su totalidad sucumbía en masa.
Ese detalle fue una muestra entre varias que señalaron el flojo nivel individual y grupal de una formación, que cayó ante un adversario que poco hizo para llevarse los tres puntos. Salvo los primeros 25 minutos, en los que el orden colectivo y la responsabilidad en la ocupación de espacios estuvieron presentes, y en los que Valentín Depietri fue su principal arma ofensiva y el que pudo haber convertido un gol, el equipo de Carlos Tevez volvió a parecerse al que en el torneo anterior tenía desorientados y malhumorados a sus simpatizantes.
Con una actuación floja de Juan Rodríguez; con falta de ritmo de juego en Matías Catalán; con grandes dificultades para generar jugadas de Juan Camilo Portilla y Matías Galarza, las buenas intenciones se circunscribían a lo que hacía Depietri por la izquierda y a la voluntad para correr rivales de Federico Girotti. Aun así, con muy poco a favor, casi pudo concretar otra iniciativa a través de Augusto Schott, que no llegó a conectar el balón cuando estaba solo frente a Nahuel Losada.
Teves trató de cambiarle el perfil al equipo incluyendo más aptitud técnica. Con ese propósito entraron Luis Sequeira, Emanuel Reynoso, Luis Angulo y Nahuel Bustos. “Bebelo” fue el que tuvo más contacto con la pelota, pero sin producir zozobra en el área granate. Talleres no generó una situación de gol en el complemento.
Queda por jugar una docena de partidos, en los que los números y los promedios harán su parte, condicionando conductas, aplastando temerosos y exigiendo regularidad para no caer por la barranca. Talleres perdió ante San Lorenzo de local y le ganó a Independiente en el estadio Libertadores de América; consiguió un tibio empate ante Godoy Cruz en el estadio Kempes y claudicó en La Fortaleza Granate. Como se ve, aún no ha encontrado el camino correcto.
El tramo final de la temporada exige la participación de todos quienes pueden colaborar para que el efecto deseado se produzca. En los últimos dos años, los albiazules tuvieron su mejor versión con Rubén Botta, quien, a pesar de que en los últimos meses sus actuaciones n estuvieron a tono con la de sus compañeros, es uno de los pocos con capacidad de desequilibrio y con algo de magia como para sacar al equipo de su prolongado letargo de creación y de buen juego. El efecto contagio que podría producir su talento, podría alcanzar a “Bebelo”, el otro jugador cuyos dotes, de exponerlos con contundencia, afectarían de manera positiva al resto del plantel, con todo lo que eso representa.
Mientras tanto, todos en barrio Jardín siguen esperando que algo cambie.