Esta organización desorganizada a la cual nos tiene acostumbrados el fútbol argentino cada tanto regala cócteles de adrenalina como los vividos este fin de semana, que tuvo clásicos al por mayor, repletos de emociones y con palpitaciones a mil.
Sábado y domingo fueron días de clásicos en serio, en una fecha de cruces entre las Zona A y Zona B de la Copa de la Liga Profesional donde además de los históricos derbis se dan también “emparejamientos” entre equipos cuyos rivales de siempre están en otras categorías de nuestro fútbol.
El sábado, San Lorenzo le empató en el descuento a Huracán, Rosario Central le ganó sobre el final a Newell’s en Arroyito, Independiente dio un golpazo en el Cilindro y se quedó con el clásico de Avellaneda frente a Racing con un 2-0 que dejó a Fernando Gago sin trabajo en la Academia, y el día se cerró con el 1-0 de Banfield sobre Lanús en el derbi del sur del conurbano bonaerense.
El domingo, la jornada se abrió con el 2-0 que le propinó River a Boca en una Bombonera desbordante de xeneizes. Los millonarios fueron los grandes ganadores del domingo y quizá de la fecha, sin desmerecer el 2-0 del Rojo y el 1-0 de Central sobre la Lepra.
Y después siguieron tres empates 0-0 en los clásicos de Santa Fe (Colón-Unión), La Plata (Estudiantes-Gimnasia) y Córdoba (Talleres-Belgrano), en partidos donde además de las lógicas tensiones los marcos fueron espectaculares, con lo sucedido en el estadio Kempes como otra sensacional muestra de pasión, esta vez todo albiazul.
Talleres, Belgrano, y otra lección
El fútbol cordobés ya hace rato que entró en un modo único, que marca que los clásicos se juegan a estadios repletos, sin espacios siquiera para un alfiler. El Kempes, como otras tantas veces, volvió a explotar de gente, con una fiesta a la cual sólo le faltó la emoción del gol, pero que propuso un menú atractivo, en un cruce sin concesiones ni dobleces.
El Talleres-Belgrano ganó de nuevo y dejó abierto todo para la próxima función, un desafío que seguro traerá nuevas marcas.
