Debieron pasar 12 años para que un partido de Primera División del fútbol argentino se jugara con ambos públicos, local y visitante.
La AFA, con su presidente Claudio Tapia a la cabeza, anunció el jueves pasado con bombos y platillos una decisión que fue catalogada como histórica, como es el regreso de las hinchadas visitantes a los estadios. Hasta el sábado, día en que Lanús recibió a Rosario Central por la tarde e Instituto fue local de River por la noche con hinchas de los dos clubes, sólo en contadas excepciones (Córdoba lo hizo posible un par de veces) se habían podido escenificar espectáculos con esa característica.
La medida se aplicará en forma paulatina de acuerdo a diferentes variables que tendrán relación con operativos de seguridad que se puedan cumplir, con estadios que estén en condiciones de recibir visitantes, con la disponibilidad de los clubes en ceder espacios de acuerdo a su masa societaria y del acuerdo entre los diferentes actores, entre otras cosas. O sea, será una medida a medida de lo que se pueda llevar a cabo y que exigirá un análisis semana a semana de los encuentros en los cuales se pueda jugar con ambos públicos.
La primera experiencia desde que la semana pasada se oficializó el anuncio fue positiva, porque todo se cumplió con normalidad durante la asistencia de unos siete mil hinchas de Rosario Central que viajaron a Lanús para alentar al Canalla de Ángel Di María y compañía y la presencia de unos 25 mil fanáticos de River que estuvieron en el Kempes para alentar al “Millo” frente a Instituto el sábado a la noche.
La lamentable imagen de hinchas gloriosos a los golpes entre ellos en el final del 4-0 con el cual el Millonario le ganó al equipo dirigido por Daniel Oldrá está lejos de ser representativa o jugar en contra del retorno de visitantes al estadio. Es más, se enmarcan en el grado de estupidez y violencia propia de una sociedad que debe soportar y está expuesta a este tipo de comportamientos en cualquier ámbito, un estadio, la vía pública, un recital, un baile, donde sea.
Esos violentos simpatizantes de Instituto que se pelearon entre ellos se ganaron el repudio de pares que pidieron que “se fueran todos”. Seguro el club tomará nota, pero en nada afecta al éxito de la medida que impulsa la vuelta de los visitantes. Al contrario, confirma que hay energúmenos a quienes les cuesta dimensionar el daño que le pueden hacer, primero a la otra persona, y luego al club del cual dicen ser hinchas.
Pasó la primera prueba y fue con un aprobado. Habrá que ver cómo se sigue implementando, qué harán los clubes que tienen la capacidad de sus estadios colmada por hinchas y cómo se mueve la AFA respecto a forzar que la medida se cumpla en uno o más partidos por fecha.
En tanto, el ente rector tendrá que seguir trabajando por mejorar aspectos en los cuales el fútbol argentino sigue mostrando déficits, y uno de ellos, en este inicio de torneo, fueron arbitrajes cuestionables que volvieron a encender señales de alarma.