Talleres y un día diferente. Y no por malo. Y tampoco por bueno. Diferente. Un día de Copa LIbertadores nunca es uno más, pero el de ayer si pareció atrapado en un contexto de llamativa rutina. La gente llegando a la cancha sin reclamos. La gente yéndose del estadio sin insultos. El equipo no pudiendo romper la dinámica de “merecer más para quedarse con menos”. Y así. Raro. Acaso un triunfo de Talleres hubiera generado un bálsamo, pero no pasó...
Porque Talleres se quedó en cero con Libertad y su gente salió del estadio Mario Alberto Kempes con la sensación que el equipo necesitaba muy poquito para ganar y no quedarse en un empate que lo mantiene último en el Grupo D de la Libertadores. Pero para este Talleres herido, el Talleres de hoy, un “poquito” es un montón. Este Talleres hoy está lejos de los imposibles: no sale una, no encuentra una. Y esa realidad es algo que puede certificarse en las “imágenes” que dejó el partido.
Los momentos de la noche
APLAUSOS AL PRINCIPIO Y EL TELÓN DE GALVÁN. El ingreso del equipo estuvo marcado por los aplausos de la gente a los jugadores. Todo un hecho sobresaliente después de los abucheos masivos al final del 1-2 ante Instituto en el cierre del Apertura de la Liga Profesional. A esa escena le siguió la del homenaje a Luis Galván, el futbolista con más partidos en la historia del club, quien falleció el lunes, a los 77 años. En la tribuna Gasparini se desplegó el telón que también se había mostrado en La Boutique cuando se llevó a cabo el funeral. Fue un momento emocionante.


LOS PASES DE BOTTA Y LA LESIÓN. El “10” volvía a jugar después de una lesión y en el primer tiempo mostró esa proactividad propia de quien quiere demostrar. El zurdo es uno de los más bajos niveles en el semestre y él lo sabe.
Se lo notó más gestual que nunca. Sobre todo cuando sus pases eran interceptados. Y se quejó mucho de no tener esa “suerte” que anhelaba. Fue el jugador más “fouleado” por Libertad. Y terminó tomándose la pierna y siendo asistido por jugadores de Libertad. Fue reemplazado. Salió lesionado y preocupa a todos cómo seguirá su olvidable semestre.

NAHUEL CAPITÁN Y SILBADO. El “7” estuvo a full. Intenso. Guerrero. Pero lejos de su mejor versión. No es que no quiere. Es que no le sale. Está atascado entre el que quiere ser y el que fue. Y encima el equipo no le facilita soluciones. Bustos terminó corriendo más que nadie. Activando energías propias aunque siempre lejos de la pelota. Pura enjundia. Puro corazón. Después, en el segundo tiempo ejecutó un tiro libre que dio en la barrera. Y más tarde metió un cambio de frente defectuoso.
Bustos, en definitiva, es el resumen del Talleres que quiere y no puede. Como cuando le quedó la pelota ante el arquero de Paraguay y no tuvo espacio para gambetearlo.
Y, en esa dinámica de jugadas en las que no le salía nada, los murmullos fueron crecieron cada vez que tocaba la pelota. Cuando se fue reemplazado, recibió silbidos desde la platea Ardiles. Y, por cierto, los aplausos que recibió fueron tibios. .

LEVISMAN, A FULL. El entrenador interino metió look copero, con camisa. Lejos del buzo de DT que supo usar en su anterior interinato. Lució un brazalete negro de luto por el recuerdo de Luis Galván. Su aura fue bastante más tranquila que la del “Cacique” Medina o la del enérgico “Cholo” Guiñazú. Gestionó los cambios con sus colaboradores. Y ninguna jugada fallida del equipo le generó muecas de insatisfacción. Ni siquiera cuando Bustos y Girotti tuvieron sus chances y no pudieron marcar.

LA SALIDA DEL EQUIPO. Después del “vayansé todos” que tronó por la caída ante Instituto, el empate ante Libertad fue bastante más tranquilo. Sin “furia” en la gente. Con resignación. Incluso hasta valorando el esfuerzo de un equipo que no progresa, que está atascado en una crisis. No hubo silbidos masivos. Y hasta sonó el “aunque ganés o pierdas, yo a Talleres lo quiero” desde la cebecera norte. Así fue el día de Talleres. Diferente. Con esas imágenes. Lejos de los mejores días.