Una disculpa a tiempo suele ser una súplica por una segunda oportunidad. Pedir perdón no borra el error, pero es un acto de humanidad necesario cuando se ha herido a otro. Esta vez, el protagonista de una disculpa que buscó enmendar lo dicho fue el mediocampista paraguayo Damián Bobadilla, luego del lamentable episodio que protagonizó ante Talleres en la Copa Libertadores.
Este miércoles, Bobadilla realizó un descargo público a través de un video difundido en sus redes, en el que ofreció disculpas por sus dichos hacia Miguel Navarro, futbolista venezolano del equipo de barrio Jardín.
El hecho ocurrió durante el partido entre Talleres y São Paulo disputado en Brasil, cuando Bobadilla insultó y discriminó a Navarro, lo que provocó un fuerte impacto en el lateral de la “T”, que incluso pidió salir del campo visiblemente conmovido.
“Fue un partido muy caliente y con clima tenso durante todo el partido. Después del segundo gol nuestro tuve un cruce de palabras con el jugador de Talleres, donde fui ofendido primeramente y tratado con desprecio. En la calentura reaccioné mal, pido disculpas públicamente, pero nunca tuve la intención de discriminar a nadie”, expresó Bobadilla en su declaración.
Además, añadió: “Si tengo la oportunidad de hablar con él en persona, le pediré disculpas también”.
Tras el partido, Navarro hizo la denuncia correspondiente ante la Policía Militar de Brasil y, posteriormente, se expresó en sus redes sociales. Según su versión, Bobadilla lo insultó diciéndole “venezolano muerto de hambre”, una frase que fue rechazada con fuerza por el propio jugador de Talleres.
“Quisiera poder yo tener en mis manos la solución al hambre que vive mi país, espero Dios me dé abundancia para poder ayudar. No creo que se pueda hacer mucho contra la pobreza mental”, escribió Navarro en una historia de Instagram, recibiendo muestras de apoyo desde distintos sectores.
El caso generó repercusión internacional y abrió el debate sobre los límites del lenguaje en la cancha y el respeto entre colegas en el fútbol profesional.
Bobadilla intenta ahora corregir su accionar. Sus disculpas llegan después de que el hecho se hiciera público, y ante la posibilidad de una sanción disciplinaria por parte de la Conmebol.
Lo que pasó no se puede deshacer. Pero que haya pedido disculpas es un paso. Aunque, como suele pasar, la tarjeta más difícil de levantar no es la roja… es la de la conciencia.