La actitud está integrada en la personalidad de los jugadores. La entrega se contagia entre ellos por los objetivos que se persiguen en el campo, pero el juego es necesariamente una cuestión de conceptos claros, de jerarquía individual al servicio del conjunto y de intenciones concretas con ideas simples.
Belgrano no tiene manera de juntar pases, porque la pelota demasiadas veces es jugada del medio hacia atrás, porque la movilidad en busca de espacios no se da de la mejor forma y, ante un rival que decidió cuidarse antes que arriesgar, la carencia de buenas ideas se hizo más notoria. Por eso no extrañó el 0 a 0 ante Tigre.
La “B” depende en gran medida de que alguna individualidad pueda romper el cerrojo del adversario, pero no aparecen en escena con frecuencia y entonces el juego se compone de buenas intenciones, mucho temperamento y escasos pasajes de juego asociado.
Zelarayán es el “As de espadas”, pero para que tenga el peso que el partido requiere, debe tener un socio, alguien que le dé una mano en la mitad del campo y no gente que solamente ocupe posiciones.
Romper las adversidades propuestas por el rival es la base del entendimiento de este juego, porque la oposición de Tigre a las ideas del Celeste fue cuidarse atrás, no dejar jugar y sostener el cero en su arco. Salir de contra cuando pudiera y ver qué pasaba.
Tiempo de cambios
El presente del Pirata pide variantes, quiere y necesita cambios del medio hacia adelante en busca de soluciones que no aparecen en escena. Cuesta encontrar en la zona ofensiva a jugadores que sean desequilibrantes, que puedan romper el cerrojo de los rivales.
Todo el equipo está como timorato de probar de media distancia, de intentar otra manera de progresar en el terreno que no sea lanzando la pelota larga a los delanteros centros. Y cuando de a ratos se anima, nadie parece dispuesto a tomar una decisión repentina y sorpresiva para el rival.
Cuando en un partido que se buscó ganar y que era necesario hacerlo para tener chances intactas de estar entre los que definirán el campeón, pero termina siendo la figura el arquero Cardozo, no se está haciendo un buen trabajo.
El equipo desnuda en este tramo final del torneo su carencia de recursos jerárquicos individuales y colectivos para lograr quedarse con todo. Para dar “el golpe en la mesa” que es necesario para decir presente y encarar con aspiraciones serias lo que le queda al torneo.
Belgrano se despide de la fecha metido entre los ocho, pero pendiendo de un hilo futbolístico y sabiendo que tiene dos partidos más que complicados en el horizonte, pues debe visitar a Argentinos Juniors el próximo lunes y cierra con Unión en Alberdi.
La caída
El equipo perdió potencia individual, se fue apagando con el correr de los partidos y la eliminación de la Copa Argentina ha calado profundo en el sentir general. No puede hacer pie, no logra superar el bajón general y el tiempo que le queda es cada vez más corto.
Aún puede seguir en carrera, pero para conseguirlo debe mejorar en todos los aspectos: anímicos, físicos y futbolísticos.

























