El próximo sábado y en GF (Independencia 180), se inaugurarán dos muestras fotográficas. A saber: The Rocketgirl Chronicles, de Andrew Rovenko, y Nuestra condición de fantasmas, de Virginia Flores.
Los organizadores citan a las 11.30 y a su vez avisan que la entrada es libre y gratuita.
“The Rocketgirl Chronicles (Las crónicas de la chica cohete) es un desafío fotográfico admirable, pero también una forma creativa de vivir en familia, un homenaje a la fortaleza de adultos y menores en tiempos difíciles, una inspiración para encontrar esperanza en lo absurdo. Una luz en el infierno”, dice un texto del curador Guillermo Franco sobre la exposición enfocada en la pandemia.
“Estas fotografías documentan el tiempo que pasamos juntos. Son recuerdos familiares. Al mismo tiempo, estas memorias se crearon en una época extraña. Y aunque el confinamiento sirvió como detonante de nuestra creatividad, la preparación de las imágenes y su época nos obligaron a mirar con atención y encontrar belleza en lo cotidiano”, contó el mismo Andrew Rovenko, fotógrafo residente en Melbourne, Australia, aunque originario de Odesa, Ucrania.


Un perfil de Andrew Rovenko
Desde que vio a su abuelo usar una cámara y un misterioso cuarto oscuro (que le estaban prohibidos de niño), se sintió atraído por aquella magia; y cuando tuvo edad suficiente para permitirse su propia herramienta, comenzó su aventura fotográfica.
Sus primeras imágenes llamaron la atención del editor de una revista que lo invitó a trabajar profesionalmente. Fue un sueño hecho realidad y la mejor escuela práctica que cualquiera podría desear, pues así consiguió aprender con todo tipo de encargos editoriales, desde reportajes hasta publicidades, desde conciertos hasta retratos de celebridades.

Con el paso de los años, Rovenko notó que su pasión se había convertido en tarea, así que decidió dedicarse a la fotografía no comercial, sobre todo analógica, donde puede experimentar al máximo la alegría de lo artesanal.
Conocido por combinar sus narrativas con una estética visual nostálgica, Andrew obtuvo reconocimiento internacional por The Rocketgirl Chronicles, una serie que presenta a su hija pequeña con un traje de astronauta hecho a mano durante los confinamientos por la pandemia, en Melbourne.

“Lo que comenzó como paseos familiares se convirtió en un mágico diario visual que captura la imaginación, la resiliencia y la maravilla en tiempos de incertidumbre. Desde entonces, el proyecto ha conmovido a públicos del mundo entero con exposiciones, premios y publicaciones, y le ha valido a Rovenko el título de Fotógrafo Australiano del Año 2021”, cierra su perfil.
Virigina Flores se florea
Para respaldar la muestra de Virginia Flores, Guillermo Franco cita a Mafalda: “No ando despeinada, sino que mis cabellos tienen libertad de expresión”.
“Y Virginia parece refrendarlo: con esa maleza azabache que germina sobre sus ideas (en algunas comunidades indígenas el pelo es la manifestación física de los pensamientos y una extensión del ser), con esa apariencia tan suya de adorable revoltosa. Let’s dance!”, refuerza.


Luego añade: “Flores se florea en movimiento, de arriba a abajo, de atrás para adelante, del centro a los costados. Y fotografía su yo a la manera de Francesca Woodman, con la evanescencia de una canción, con la fugacidad de los espectros. Lo sabe: el cuerpo es instrumento para la representación, y lo invisible siempre -siempre- está por (mo)verse. ¿Estados de ánimo? ¿Sensibilidades? ¿Fortalezas y flaquezas? ¡Clic! ¡Clic! ¡Clic!”
“Si el autorretrato es espejo de las emociones, los sentires de ‘la Vir’ pululan frente a cámara con límites difusos, huesos danzantes, exposiciones múltiples… -enfatiza Franco- Ella, además, lo pone magistralmente en palabras: ‘El eco de lo que no se dice’, ‘Y si me rompo, espero que me quieras en pedazos’, ‘No salgo de mi asombro porque estoy confinada’”.
“Ya lo explicaba Antonio Muñoz Molina: ‘Visto y no visto. Aparición y desaparición. Lo que revela como ningún otro medio la fotografía es nuestra condición de fantasmas’. La Galería Fotográfica se complace en presentar -en sintonía con tal reflexión- a Virginia ‘la Vir’ Flores, fotobailarina en la oscuridad, alma de luz”, remata el curador.
Un perfil de Virginia Flores
Virginia Flores (egresada de la Universidad Nacional de Córdoba, Facultad de Ciencias de la Comunicación) curiosea historias en las luces y en las sombras.

Comunicadora por formación y fotógrafa por instinto, alguna vez bailó en el Teatro San Martín; guarda esa memoria en sus pies.
Madre de dos hijos (Lucía y Joaquín), estudia Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Humanidades (UNC), con la certeza de que los libros también saben abrazar. Hace radio, escucha el mundo… y lo retrata. Cree en los gestos mínimos, en lo que no se dice, en lo que se ve.
Sólo basta agregar que, después de inauguradas, las exposiciones permanecerán abiertas al público diariamente, de lunes a viernes, de 8 a 20; y los sábados, de 8 a 14.30.
Más información
Isabel Muñoz: Todavía no se ha hecho una inteligencia artificial con sentimientos