La respuesta a la pregunta que plantea Santiago Allende para recorrer la historia del Club Atlético Boca Juniors puede formularse mentalmente con la frase de campaña que utilizó Juan Román Riquelme cuando enfrentó a Andrés Ibarra en las elecciones presidenciales de 2023: “El club es de los socios y de los millones de hinchas que tenemos”, dijo en plena movilización, cuando salió a manifestarse en contra de la suspensión electoral y la intervención que promovía Mauricio Macri el 3 de diciembre de ese año.
A un par de años del acontecimiento que llevó al máximo ídolo de la historia de Boca a convertirse en presidente del club, su legitimidad comenzó a degradarse, tanto por los malos resultados deportivos como por una forma de conducción que no logra conformar a la mayoría de los xeneizes.
“Boca es deportivo ganar siempre”, definió alguna vez Alfio “Coco” Basile. Y, en el último tiempo, la victoria le ha sido esquiva a Boca. Como también lo fueron las tomas de decisiones con prolijidad.
En el medio, Mauricio Macri y toda su maquinaria política y mediática apuntan sus cañones a debilitar a la figura del ídolo. Con malas elecciones de su partido político y cada vez menos poder en sus manos, el expresidente busca recuperar Boca, uno de los bastiones fundamentales de su carrera.
¿De quién es Boca?
Este entramado es profundamente analizado por Allende en su revisión histórica. La identidad boquense atravesó grandes transformaciones estructurales, en medio de crisis nacionales y triunfos deportivos. Macri intentó instalar un modelo fashion e internacional, con tercerizaciones y poca presencia en disciplinas fuera del fútbol. En cambio, Román Riquelme pregona un modelo de club atlético: presente en el barrio, comprometido con los derechos humanos, activo en todas las disciplinas y competencias posibles y, por supuesto, con aspiraciones de victorias futbolísticas nacionales e internacionales.
“Soy bostero” es el nombre de la agrupación de Román. Se intenta retomar la virtud identificatoria de lo que otros ven como algo despectivo: el sentir popular y barrial tan presente en los orígenes.
–¿Cómo surge el proyecto que te inspiró a escribir sobre el club?
—Bueno, el libro ¿De quién es Boca? salió por la editorial FutuRock, en el marco de una colección sobre historia argentina. Esta colección reúne a historiadores que abordan distintos problemas de nuestro pasado. En 2023, cuando la editorial empezó a pensar esta serie, justo se acercaban las elecciones en Boca entre Juan Román Riquelme y Andrés Ibarra, secundado por Mauricio Macri. En estas se enfrentaron dos modelos distintos de club. Más allá de las personas, me interesaba pensar qué estaba en juego en términos de identidad, qué representaba cada modelo sobre el pasado y el futuro de Boca. También se discutía el modelo de gestión: asociaciones civiles sin fines de lucro o sociedades anónimas deportivas. Entonces, ese fue el contexto que me llevó a abordar la historia política del club: qué debates hubo antes y cómo Boca llegó a ser lo que es hoy.
—Una pregunta que se desprende al leer el libro es: ¿por qué es importante la política de Boca más allá del club?
—Uno podría pensar que Boca es, en muchos aspectos, una caja de resonancia de la política nacional. La figura más clara en ese sentido es Mauricio Macri. Él se hizo conocido a partir de ser presidente de Boca. El club le permitió tener contacto con lo popular y con todo lo que implica el fútbol. También le dio una nueva imagen: pasó de ser un empresario conocido a alguien que podía dialogar con lo masivo. Pero Macri no fue el primer empresario en Boca. Por ejemplo, en 1984, el club estaba en una crisis muy profunda y se dio una intervención en la que hubo vínculos con el gobierno de Raúl Alfonsín. Federico Polak, el interventor designado, era una figura cercana al radicalismo. Entonces, incluso en esa época, ya existía un cruce muy fuerte entre Boca y la política nacional.
Mauricio Macri y Boca: éxitos deportivos y personales
Tanto en el libro como en la entrevista, Allende enumera los pasos de Macri para llegar a Boca y obtener el máximo cargo de su vida: “Él era uno de los tantos empresarios que se había acercado a colaborar con Boca. Por ejemplo, participó en el pase de un jugador, Walter Perazzo, el goleador de San Lorenzo, en 1988. También acercó sponsors, como el caso del vínculo con el grupo Sevel: gracias a eso, Boca tuvo el sponsor de Fiat en la camiseta”, repasa.
Y continúa: “En 1992 intenta participar de las elecciones, pero hay una negociación con Alegre y Heller que no prospera. Entonces, espera hasta 1995 para presentarse. Antes, en 1993, intenta privatizar Deportivo Español, pero la Asamblea de Socios del club rechaza la venta. Es decir, no lo consigue, pero ya tenía un largo recorrido en el fútbol cuando se presenta como candidato en Boca. Después, en 2003, pierde las elecciones a Jefe de Gobierno contra Aníbal Ibarra y ahí decide seguir con la visibilidad que le daba Boca. Logra ser reelegido en el club, sigue hasta 2007 y, luego, salta nuevamente a la política, hasta llegar a la presidencia de la Nación en 2015″, detalla.
Y, sobre el recorrido, cierra: “Además, logró garantizar su sucesión en Boca: durante 12 años el club estuvo dirigido por gente de su confianza, sobre todo en los últimos ocho con Daniel Angelici. En ese sentido, fue muy exitoso”.
– ¿Y, ahora, qué pretende Macri?
–Ahora tiene un cargo importante en la Fundación Fifa, así que sigue vinculado al mundo del fútbol. Entiendo que en 2027 buscará tener un candidato propio en las elecciones de Boca, para seguir influyendo en la política del club. En 2019 su candidato fue Christian Gribaudo, que perdió con Ameal. Luego, en 2023, apostó por Andrés Ibarra, que es alguien muy cercano a él: fue gerente general de Boca y trabajó muchos años en empresas del Grupo Macri. Ahora veremos si logra poner una figura más visible, con mayor reconocimiento entre los hinchas. Siempre se rumorea que puede ser Martín Palermo, pero Palermo suele aclarar que quiere ser director técnico, no dirigente. Así que no está claro quién será su próximo candidato. En lo personal, no creo que él vuelva a presentarse.
El máximo ídolo: Riquelme
–¿Creés que, con los resultados deportivos actuales, Román está fallando en algo o incluso abriendo la puerta al regreso de Macri?
–Bueno, recordemos que Macri ni siquiera fue a votar en las últimas elecciones. Entonces, si uno se queda con esa imagen –la de Macri ausente y del otro lado Riquelme encabezando una gran movilización de hinchas el 3 de diciembre de 2023, cuando se postergaron las elecciones–, parecería que el macrismo en Boca había terminado. Pero ahora, con los malos resultados deportivos, ese fantasma vuelve a aparecer. La gran fortaleza de Riquelme ha sido siempre su prestigio entre los hinchas. Él supo entender el deseo del hincha y conducirlo. Esa manifestación del 3 de diciembre es una de las fotos más significativas, y fue clave para que se concretaran las elecciones. Y después logró el triunfo con la mayor participación en la historia del club.
–Pero hoy el equipo no está bien…
–No, Boca no encuentra una identidad futbolística clara. Y eso el hincha lo siente. El gran desafío de Riquelme es construir un relato como dirigente. Tiene que presentar un proyecto que enamore al hincha más allá de lo que fue como jugador. Y para eso necesita capacidad de escucha y autocrítica. Tiene que poder corregir lo que haya que corregir.
–En los medios y redes, muchas veces se intenta vincular a Riquelme con el kirchnerismo o con el peronismo. ¿Eso te consta? ¿Hay alguna relación directa con algún político?
–No, yo no veo eso. Riquelme nunca manifestó una afiliación partidaria. De hecho, ni siquiera tiene una trayectoria como dirigente más allá de Boca. Todo lo que es, lo es por lo que hizo dentro de la cancha. Su frase de “tenemos que tener jugadores que la gente quiera” refleja bien eso. La gente lo quiere porque fue el jugador más determinante en la etapa más exitosa de la historia del club. La disputa con Macri ya existía en aquel entonces: era una discusión sobre quién era el verdadero artífice de la victoria, si los jugadores o los dirigentes. Meterlo en una lógica partidaria sería forzado.
Para leer ¿De quién es Boca?

Santiago Allende
Editorial FutuRock
211 páginas
$ 19.000