“Quiero escribir sobre mi tiempo, sobre estos años que estamos viviendo; tengo mucha más hambre que nunca de hacerlo pero no entiendo bien con quién hablo (…) Me resulta muy extraño sentir por primera vez que no estoy escuchando el murmullo de mi era”, dice Tamara Tenenbaum en la introducción de Un millón de cuartos propios, texto ganador del premio Paidós.
Y es extraño que ella lo plantee así porque el resultado es que su libro refleja esta era. Por supuesto, no de forma lineal, no como esos recortes de redes que en dos frases pegan una patada al pecho de quien los mira y permiten generar adeptos y detractores. No. Su libro deja más preguntas que certezas.
Justamente lo que viene a hacer Un millón de cuartos propios es discutir con esta era y tratar de reflejarla en su complejidad.
Y para hacerlo se sirve de temas con los que la propia Virginia Woolf discutió en su momento, aunque no necesariamente de manera explícita.
Tenenbaum encuentra en los intersticios de Woolf argumentos que le permiten ahondar en preocupaciones como el dinero, la comida, el trabajo, la nostalgia y el resentimiento.
El último punto mencionado es uno de los más interesantes porque la ponen a dialogar no solo con Woolf y los feminismos, sino también con autores de lo más disimiles como Friedrich Nietzsche, Mark Fisher e incluso con los personajes de Elena Ferrante y su saga Dos amigas.
¿Qué hacer con el resentimiento? ¿Por qué a las injusticias las canalizan las ultraderechas cuando solían ser la materia prima de los pensamientos de izquierda?
En el capítulo sobre el dinero se vuelve sobre un tema que los feminismos vienen trabajando arduamente aunque sin generar conclusiones unívocas. El dinero es un tema para Tenenbaum, quien también en su serie El fin del amor propone discutirlo y sacarlo del lugar de tabú en el que se encuentra.
La autora asegura que nunca antes se habló tanto de dinero como ahora y, sin embargo, a los progresismos les cuesta sacar del casillero que califica de “privilegio” cualquier ingreso que permita a alguien tener tiempo libre.
Es entonces cuando Tenenbaum (y una amiga) se preguntan a cuánto equivaldrían hoy las 500 libras al año que, según Woolf, necesita una mujer para poder escribir con libertad sin tener que preocuparse por la subsistencia.
“Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción”, dice la autora de Orlando, y Tenenbaum completa que no solo para escribir ficción se necesita de esa seguridad.
¿Cómo hacer hoy para dedicarse a cualquier actividad creativa en medio de la imposición del pluriempleo y la precarización? ¿Es realmente verdad que producimos más que nuestros padres?
¿Por qué hay una generación de jóvenes de clase media que vive del dinero de los padres y no lo quiere asumir? ¿Y qué ocurre con el consumo?
En suma, el ensayo deja muchas preguntas abiertas pero brinda a su vez un mapa para orientarse en medio del laberinto que es la actualidad.

Para leer Un millón de cuartos propios
Editorial: Paidós
Páginas: 254
Precio: $ 27.900