Desde hace unos años Carlota Reyna y Fabhio di Camozzi vienen trabajando en la Fundación Bomba de Miel, un espacio internacional, virtual y transacadémico enfocado en las conexiones entre los humanos, las máquinas y las demás especies: los cuerpos, las pantallas y las comunidades como tres caras solidarias de un mismo proceso.
Como resultado de sus investigaciones acaban de publicar Migraciones del ser artista. Hacia un arte transversal (Borde Perdido), un manifiesto que puede ser usado como caja de herramientas para comprender la producción, publicación y distribución de pequeñas piezas digitales (post, stories, shorts, comentarios, reel, tuit) en redes sociales y plataformas.
A su vez, la misma prosa del libro (barroca, experimental y desmesurada) es una puesta de la teoría: no hay ningún hilo argumental que necesariamente encadene sus momentos sino un continuo que remeda las ideas de tránsito, flujo y migración (lo mismo que le sucede a cualquiera cuando desliza sus dedos por Facebook, Instagram, YouTube, Snapchat, etcétera).
“El libro se gestó como una narrativa colectiva en torno a diversos encuentros que realizamos durante cuatro años desde la fundación”, responden los autores unidos en una sola voz y por correo electrónico.
“Participaron personas de diferentes partes del mundo, con quienes conversamos sobre las realidades que vivimos siendo artistas y de la responsabilidad social que eso implica. Quisimos dar a conocer esos encuentros y sus derivas como una ‘guía de usuario’ para aquellos que deseen mejorar la calidad de vida personal, profesional y la de su comunidad”, añaden.
Del arte tradicional al “arte transversal”
La Bomba de Miel se define como un colectivo de “afinidades queer en constante mutación y redireccionamiento”, y su convicción innegociable es que el artista es “un agente de cambio social” que trabaja “desde la vulnerabilidad, el afecto y la comunidad”.
-¿Por qué el término “migraciones” para pensar al artista en la actualidad?
-En la comunidad global nos fuimos encontrando con que nuestras vidas se definen por el movimiento: nos mudamos constantemente de casa, barrio, ciudad, país, región o continente. Además, pasamos por cambios de trabajo, de autopercepción y género, de maneras de alimentarnos, de tratarnos con medicinas y terapias alternativas, de lidiar con pedagogías doctrinales, etcétera. Hasta el incesante scroll en las redes forma parte de esto. El concepto de “migraciones” surgió para nombrar estos movimientos individuales y grupales que van de lo establecido y lo conocido a lo experimental y lo desconocido.
Para Reyna y di Camozzi es necesario utilizar nuevas categorías para explicar el “espíritu de la época”, por eso uno de los rasgos más notorios de Migraciones… es la invención de un léxico potente y original. Se suceden, entre muchos otros, neologismos como “Pros(h)umano”, “Ampersanar”, categorías como “Fragmentos Mínimos Resueltos”; y, de igual modo, se postula el entrelazamiento de los cuerpos material, astral y algorítmico, aunque las transiciones entre unos y otros suelen ser a veces rigurosas y otras más flexibles. Si bien es imposible situar y explicar cada una de estas categorías, nos quedamos con una: la de “arte transversal”.
Así lo explican los artistas: “Lo que hacemos es transversal al arte académico tradicional, de sistemas y mercados, y también al que se produce de manera amateur por aficionados ajenos al mainstream y el autoritarismo disciplinar”.
-Estas ideas se materializan en lo que denominan “Fragmentos Mínimos Resueltos”...
-Sí. Se trata de pequeñas piezas que condensan un gesto creativo y circulan en redes, como los memes, post, cápsulas, etc. Un ejemplo es cualquier publicación que se hace para que otra comunidad la repostee críticamente buscando el bienestar general, y potenciar así el mensaje de alerta y de concientización. Su propósito es diversificar, llamar la atención y hackear el automatismo del scroll. Los “Fragmentos Mínimos Resueltos” son el vórtice de un espiral infinito de potenciales acciones por fuera del hábito alienante del navegar inconscientes.
Comunitario y virtual
-Definen al transartista como un “formulador de diversidad” que se aleja del creador individual. ¿Se trata de una identidad que se elige o es consecuencia de no aceptar las condiciones que impone el sistema?
-Es una autopercepción que apareció tras deconstruirnos como artistas tradicionales y contemporáneos. Ser transartistas implica sumar lo que hemos aprendido históricamente para tomar conciencia de nuestro potencial por fuera de los estereotipos.
-¿Cómo imaginan la hibridación entre seres humanos e inteligencia artificial?
-La Bomba de Miel es una fundación multiespecie. Está formada por personas, energías sutiles e infraleves, naturalezas diversas, visceralidades vivas y otras que siguen actuando desde planos equivalentes de existencia. A esto se suman las IAs, con quienes venimos rumiando capacidades de análisis, proposiciones de contenido y posibilidades de discurso. El libro sugiere que no debe ser vista como herramienta neutral sino como interlocutora pros(h)umana en los procesos creativos. Chat GPT tenía la potencia de escribir el prólogo. Imaginamos que así va a ser la creación y quisimos abrir el juego.

Para leer
Migraciones del ser artista. Hacia un arte transversal
Carlota Reyna y Fabhio di Camozzi.
Fundación La Bomba de Miel.
254 páginas.
Borde Perdido Editora.
2025.
Presentación
El sábado 18 de octubre a las 19 en Bastón del Moro (Chacabuco 483). Hablarán del libro Christian Román y los autores.