El libro aprisiona y destruye. En La familia grande, Camille Kouchner cuenta una historia conmovedora y nos sumerge en los mecanismos de dominación propios del incesto.
Kouchner (París, 1975), profesora de Derecho, denuncia y revela los años de incesto sufridos por su gemelo –que en la novela figura bajo el seudónimo de Victor– por parte del segundo marido de su madre, el influyente y reconocido académico, presidente de la junta que supervisa la prestigiosa Universidad Sciences Po, Olivier Duhamel.

Todo ocurrió en los años 1980, cuando Victor tenía entre 13 y 15 años.
Complicidad familiar
En la novela, publicada en Francia el 7 de enero de 2021 y ya disponible en castellano, además de retratar las agresiones de incesto contra su hermano, Kouchner disecciona la historia familiar y repasa las figuras de su madre, Evelyne Pisier, respetada catedrática, y de su padre, el reconocido médico, político, exministro socialista y fundador de Médicos sin Fronteras, Bernard Kouchner.
Su publicación provocó otra de las crisis morales y políticas de Francia.
Con un estilo crudo, incisivo y al mismo tiempo poético, la novela de 200 paginas ilustra la memoria fragmentada y brumosa de los recuerdos que para unos están aún vivos y para otros siguen sin aparecer en la superficie o no quieren que se revelen.
El libro lanza certezas, nos hace dudar de nosotros mismos y de las faltas de los otros. La principal conviccion de la autora es que Duhamel también es culpable de haberla hecho cómplice.
Ese tabú
Kouchner sólo había publicado artículos y obras de tipo jurídicas, pero a sus 46 años sintió la necesidad de contar el lado oscuro de un tipo particular de delito que reapareció en la discusión social de los últimos años en Francia, pero que continúa siendo un tabú: el incesto.
La palabra incesto, en el contexto de un libro de repercusión nacional, hace que el hormiguero familiar se rompa y convulsione.
Si bien desde el punto de vista legal los hechos han prescripto, Camille Kouchner asume todos estos riesgos, aunque eso signifique destrozar el pacto familiar y la posibilidad de perder a su hermano, de quedarse sola.
Un secreto de 20 años
Fueron 20 los años en los que Camille pudo guardar el secreto familiar. A finales de la década de los 2000, su padre la convenció de que se lo contara a su madre. Cuando se lo contó, esta le reprochó a su hija haberse demorado en advertirla. “Podría haberlo dejado (a Duhamel). Ahora es demasiado tarde”.
Su madre, una mujer poco convencional, generosa, feminista y compañera de Simone de Beauvoir, se pone del lado de su marido. Hasta su muerte, en 2017, madre e hija sólo se encuentran esporádicamente, siempre distanciadas. “Mamá, éramos tus hijos”, le reprocha Camille.

Kouchner, para desgranar el trauma, procede como un forense experto que lo ha visto todo: examina el ambiente familiar y parental, ambienta su escenario –los años posteriores a mayo de 1968, los siete años de la presidencia de François Mitterrand–, enumera hábitos, reflexiona e ironiza.
Advertencias
Cada verano, en su casa de Sanary, al sur de Francia, el padrastro reúne a sus mejores amigos. Una “banda sagrada”, una suerte de compañeros intelectuales y burgueses progresistas.
Duhamel, el célebre constitucionalista, reparte las habitaciones y así se pasan semanas de vacaciones desde la primavera hasta que muere el verano. Esa es la familia grande.
Hay partidas de scrabble y de póquer, debates de alto vuelo, cigarros y vino rosado, bailes lentos en el jardín antes de zambullirse en la piscina a medianoche.
La familia grande podría ser una colorida historia donde hay adultos y niños felizmente mezclados, pero el agudo sentido del detalle y las anécdotas –algunas crueles– que la autora va dejando caer y que el lector, poco a poco, va prestándoles atención marcan una luz de alerta.
Son advertencias, señales débiles que van dibujando el cuadro de los abusos. Por ejemplo, las fotos de los “culos y pechos” de Camille o de mujeres mayores tomadas por el anfitrión de la casa y que están colgadas en las paredes.
Para Kouchner, el abuso de su hermano era de conocimiento común en el círculo social de su familia y la novela deja traslucir que el incesto sólo prospera en confianza y a puerta cerrada.
“Agradezco a Victor que me haya dejado escribir este libro, pese a su anhelo de calma”, escribe en la última página.
Fuertes repercusiones
La primera edición se agotó en cuestión de días en Francia y Duhamel, de 70 años, renunció a todos sus cargos y a sus espacios regulares en los medios. No se ha manifestado públicamente aún. La Policía anunció una investigación por “violación y abuso sexual de un menor”.
El filósofo Alain Finkielkraut perdió su espacio en la televisión después de sugerir que el supuesto comportamiento de Duhamel no era tan grave ya que su hijastro era “un adolescente”.
Élisabeth Guigou, exministra de Justicia y otra amiga de Duhamel, renunció como presidenta del comité que investiga la pedofilia y el incesto y dice no tener idea de estos graves hechos.
El gobernador de la Región de París, Marc Guillaume, otro amigo de Duhamel, renunció a su puesto en la Fondation Nationale des Sciences Politiques.

Emmanuel Macron ha elogiado la valentía de quienes han roto la omertà sobre el incesto y el abuso infantil y ha pedido un cambio legislativo.
Encuesta sobre abusos
Una medición realizada por Ipsos en noviembre de 2021 estimó que uno de cada 10 franceses ha sido víctima de un abuso sexual dentro de la familia cuando era niño o adolescente (78% mujeres, 22% hombres).
La encuesta señala que la cantidad de casos de incesto aumentó del 3% en 2009 al 10% en 2020, lo que equivale a 6,7 millones de víctimas.