La historia de los cuadros desaparecidos de Ernesto Soneira parece de película.
Por un lado, un pintor renombrado que luego de volver de su estancia en París recala como profesor en el colegio Carbó en la primera mitad del siglo pasado y, por el otro, 80 años después, otro profesor que con su impronta logra canalizar un hallazgo de cuantiosa importancia para la cultura provincial.
En el medio, una carta mecanografiada, muchos años de silencio y decenas de cuadros durmiendo en un depósito sin que nadie sepa de su existencia.
Pero para entender esta historia hace falta ir por partes y con un orden cronológico.
Soneira fue un pintor nacido en la capital cordobesa en el año 1908. Luego de sus estudios, y por su excelencia como artista, fue becado por la provincia para viajar a Europa y perfeccionar sus técnicas.
En la capital francesa vivió entre 1936 y 1939 y allí se codeó con artistas como Pablo Picasso y Henri Matisse.
Al volver al país realizó una muestra que fue censurada por contener imágenes de desnudos y como forma de protesta decidió realizar una especie de performance que fue liderada por Deodoro Roca en la que cubrían algunas esculturas que estaban desnudas.
Durante las décadas del ’40 y el ’60, Soneira entró como dibujante y profesor a lo que antiguamente era la Escuela Normal Superior Dr. Alejandro Carbó (hoy perteneciente a la Provincia) y se abocó a su tarea pedagógica.
Qué pasó con los cuadros desaparecidos
El nieto de Soneira, el también artista plástico Damián Linossi, quien estudió en Córdoba y Londres, lleva años tratando de sistematizar la obra de su abuelo.
En el afán por repasar el archivo de Soneira, Damián encontró una carta en la que su abuelo hablaba de unas pinturas realizadas para la escuela.
“Encontré esa carta en el año 2000, con toda la lista de obras, y resulta que eran pinturas grandes. Él habitualmente trabajaba con pinturas de tamaño mediano, pero estas eran de dos metros, dos metros cincuenta, y a mí me parecía raro. Yo siempre pensé que esas obras ya no existían más. Hasta que en el año 2016, viajé a Córdoba desde Buenos Aires, y me di cuenta de que había una toma en el colegio Carbó y me acerqué a los alumnos que estaban protestando y les pedí si podía entrar a buscar las pinturas”, cuenta Linossi, quien además asegura que un año antes los directores del establecimiento le habían negado la existencia de esas obras.
“En ese momento me habían dicho que esas pinturas ya no existían, que en los ’90 se desmanteló todo cuando se hizo el traspaso del colegio de la Nación a la Provincia”, dice Damián. Luego cuenta que los estudiantes lo dejaron pasar al edificio y ahí se encontró con una sorpresa.
“Vi en un cuartito unas pinturas apiladas y encontré una gran pintura de un San Martín, que estaba en el Salón de Actos, que es gigante, y yo dije sí, esa la hizo mi abuelo, tenía la firma. Entonces le hice un pequeño relevamiento fotográfico, pero creí que era lo único que había sobrevivido de toda esa serie”, relata.
−¿En ese momento no se te dio por reclamar nuevamente a los directivos?
−No, porque asumí que no me iban a dejar verlas, o que no estaban bien, entonces pensé que esa era la única obra que había sobrevivido, simplemente porque era una pintura demasiado grande como para tirarla. Asumí que en los ’90, cuando rearmaron el colegio y pasó a la Provincia, habían tirado todo.
El aporte de José Luis Lázaro
Pasaron casi 10 años y este 2025 la historia dio un giro inesperado. Un profesor del Carbó llamado José Luis Lázaro, quien está muy interesado por la historia del Carbó, juntó a un grupo de alumnos e inició una cruzada que derivó en este impresionante hallazgo.
“No sabíamos que en la escuela había cuadros de Soneira. Sí de otros autores destacados. Algunos de ellos como un Malanca, también hay de otros artistas que se conservan, pero de Soneira, no lo sabíamos”, arranca diciendo Lázaro, a quien el nieto de Soneira compara con el personaje de la película La sociedad de los poetas muertos, por su entusiasmo contagioso con los estudiantes y su cruzada diaria por la educación.
“Un día saqué con un grupo de alumnos un cuadro de grandes dimensiones en el que está escrito un poema de Lila Perrén de Velasco titulado ¿Cómo nombrar a Córdoba?, un homenaje que hiciera la promoción 1993 de Lenguas a la escritora. En ese lugar ese cuadro estaba condenado al olvido y con él se condenaba también a la palabra, tan importante y necesaria en este tiempo. Cuando lo movimos y le arreglamos sus marcos, logramos que esa visibilidad al menos despertara inquietud en la comunidad”, completa el docente.
Sin saberlo y sin conocerse entre sí, Lázaro y su grupo de estudiantes lograron reunir las piezas que Linossi venía queriendo unir desde hacía 25 años.
Según el docente, muchos de los hallazgos ocurrieron en la parte trasera de la escuela, por calle 9 de Julio, en lo que fuera la casa del mayordomo y la casa de los directivos. “Allí se ocuparon hace mucho tiempo algunas habitaciones como archivo y depósito. Cuando la escuela pasó de Nación a Provincia, se sacaron muchos objetos de valor, empezando por los bancos abulonados al piso, esos de madera que aún conserva el Monserrat, las pinoteas originales fueron cambiadas, las ventanas intervenidas. Si bien la gestión de ese momento lo declaró Monumento Histórico Provincial, no se trabajó en restauración sino en arreglo, sacando aquello que hoy vemos como patrimonio y de valor histórico y cultural. La pérdida fue muy grande, obras de arte, colecciones de numismática, una armadura, piezas del espacio de taxidermia, lámparas de bronce… es difícil dimensionar lo que ‘el tiempo’ condenó al olvido y al arrojo”, escribe Lázaro.
Con la ayuda de directivos, ahora se logró disponer un espacio especial en la zona que da hacia la avenida Colón para trabajar en la recuperación de lo que hoy en rigor son 78 piezas, 50 de Soneira.
“Empezamos con unos cuadros, de variadas dimensiones, en tela, óleos, hasta que una madre que nos ayudaba nos dijo que se trataba de pinturas de Ernesto Soneira. Llamé una mañana a la Fundación Rosalía Soneira y a los pocos días vino Lucrecia, hija del pintor, y Damián, su nieto, a ver las obras”, comentó el docente.
¿Con qué se encontraron? Damián asegura que las obras son únicas porque son del período fauvista de su abuelo que ocurrió inmediatamente después de que volviera de París.
“Se decía que en esos años mi abuelo había dejado de pintar. En todas las notas, tanto de Córdoba como de Buenos Aires, le decían ‘el pintor maldito’ porque no pintaba. Se creía que había vuelto a trabajar en su obra en los años ’50. Ahora, con estas obras del Carbó, nos damos cuenta de que hay un período desde el año 1942 hasta el año 1950 que él pintó muchísimo, pintó más de 100 obras pero todas para el Carbó, de tamaños enormes”.
La restauración
Hoy el profesor quiere destacar la tarea de la directora Beatriz Nahum, quien está pronta a jubilarse, por permitir abrir esos espacios y disponer lugares para realizar este trabajo que ahora requiere de intervención profesional especializada.
Allí debió intervenir la familia de Soneira, en especial su nieto Damián, quien asegura: “Me contacté con Blanca Freytes y María Sol Quiroga (del Centro Integral de Restauración Domingo Biffarella en el museo Genaro Pérez) para que intervengan y restauren la colección, porque aparecieron muy deterioradas. Ellas juntaron un equipo a su cargo que está trabajando en las obras en los primeros pasos de la restauración”.
El grupo de trabajo se completa con Rocío Guardia, Laura Peschiutta y el restaurador del Teatro del Libertador San Martín, Cristian Lindon.
“En esta primera etapa se realizaron trabajos de catalogación, estabilización de las obras, limpieza y tareas de conservación preventiva. En una segunda etapa, si todo sale bien, se comenzará con las restauraciones propiamente dichas y con todo lo que eso implica”, dice Lindon sobre esta tarea titánica cuyo primer objetivo es poder exponer algunas obras para la Noche de los Museos de la semana que viene.
Y el restaurador suma: “Este trabajo que estamos empezando es muy importante porque estamos trabajando con patrimonio cultural, intentando revalorizarlo y resguardarlo mediante estas tareas. Además, es importante por lo que representa no sólo para el colegio, sino también para la Provincia”.
Para ello, el nieto de Soneira está buscando fondos que permitan sumar recursos que solventen la segunda etapa de restauración, que es compleja debido al deterioro y que, además, es costosa por tratarse de casi 50 obras.
“Junto con mi madre y mi tía, Lucrecia Soneira y Hebe Soneira, prometí hacerme cargo de la gestión y el costo económico de esta intervención para salvar el arte de mi abuelo y una parte importante del legado cultural de Córdoba”, dice Linossi a la hora de solicitar la ayuda de todos para financiar el proyecto.
El aporte de los estudiantes
La historia no queda allí, porque durante el desarrollo del proyecto institucional orientado a la recuperación y puesta en valor de los cuadros del artista, un grupo de estudiantes de sexto año de la orientación en Ciencias Naturales se incorporó de manera voluntaria y desinteresada a las tareas de colaboración.
“Su participación consistió en el acompañamiento de los procesos de limpieza, restauración y reacondicionamiento de las obras, así como en la organización del espacio destinado a su exposición”, dicen desde la escuela.
Y cierran: “La experiencia permitió vincular saberes escolares con el compromiso social y cultural, fortaleciendo el sentido de pertenencia y la valoración del patrimonio institucional”.
Asimismo, “evidenció la capacidad de los estudiantes para involucrarse activamente en proyectos colectivos que trascienden lo curricular y contribuyen al sostenimiento de la memoria histórica de la Escuela Normal”.
Y sobre el final, Linossi cuenta que están expectantes por mostrar estas pinturas en el marco de la Noche de los Museos el viernes 7 de noviembre en el mismo colegio.
“Estas pinturas son de todos”, remata.

























