No hay datos de autor, ni título, ni textos de solapa ni de contratapa que resuman la trama, elogien la historia o el estilo. Nada que dibuje aunque más no sea un mínimo mapa que invite a meterse en las tierras de la lectura. Que en este caso es como aventurarse en una región desconocida sin más impulso que la curiosidad y las ganas de caminar.
El misterioso “libro blanco” (o la “novela blanca”) llegó a las vidrieras de la mano de Seix Barral, uno de los sellos del Grupo Planeta, como novedad de noviembre.
La apuesta de la editorial es un experimento que consiste en dejar el volumen casi completamente al desnudo para que trabajen las puras ansias de leer, despojando al libro de los atributos paratextuales: fotito del autor, vida resumida y otras obras con su firma, en la solapa; en la contratapa, un insight con intenciones de cautivar acerca de qué va la cosa, eventualmente algunas coordenadas para ubicar al escritor y a la obra en una cartografía más amplia y, muchas veces, citas de otros escritores o escritoras sobre el autor o la autora en cuestión.
La estrategia es también, por supuesto, una jugada de marketing (por omisión). La “novela blanca” debería destacarse por lo que le falta, por todo lo que no cuenta previamente, jugándose a que los lectores quieran sumergirse en ella por amor al arte (de leer).
Los ejemplares se distribuyeron entre los libreros con una carta que incrementa el misterio y juega a las escondidas. “Se trata de un desafío para quienes acepten entregarse a una experiencia de lectura cruda, no mediada por ninguna información previa”, se lee en la misiva.
Y se añade: “En un mundo regido por algoritmos que nos conducen a lo que se supone que deseamos a partir de datos sobre nuestras preferencias, los invitamos a una cita a ciegas. Este libro sin autor ni título, sin imagen de tapa ni texto de contratapa, del cual solo diremos que es una novela, establece con sus lectores un pacto de confianza que encierra una incógnita a develar”.
Según la carta, la clave está incrustada en la narración, y se anima a los lectores a descubrirla.
Desde Seix Barral aseguran que el libro se está vendiendo muy bien, y se anticipa que el secreto permanecerá guardado bajo siete llaves. “Jamás lo diremos”, suelta un agente de prensa consultado sobre la identidad del autor, invitando a jugar el juego con las reglas que pusieron: leer a ciegas.
En la novela se van ensamblando episodios que se anudan a una espiral de delirio y paranoia cuyo motor es Micky Sandoval, todo eso mezclado con un libro (un guion de serie) dentro del libro en el que aparecen Sammy David Junior, Jackson Pollock, Sylvester Stallone.
¿Será que escribir a escondidas otorga semejante libertad y desparpajo? Si esto fuera la contratapa del libro blanco, podría adelantarse que Kevin Johanssen intenta robarse un Audi, que aparece la versión paródica de un pensador francés, y que la novela está cargada de una vibración sexual que va in crescendo y...
¿Hay una pista escondida en la novela? Quizás. Casi llegando a la mitad, en una especie de micro diario de unas 15 páginas, el narrador es desplazado por el “escritor”, en “el único ahora verdadero de este libro”. Este escritor que irrumpe cuenta que es oriundo de Junín, lo cual, atando otros cabos, podría llevar a pensar que quien está en los controles de este enigma es Juan José Becerra, autor de El artista más grande del mundo y ¡Felicidades!, entre muchos otros títulos. ¿Será? Quizás nunca lo sepamos. Quizá no importe.
