Años después de la primera edición de su ya clásico libro Bailaló. Género, raza y erotismo en el cuarteto cordobés, el investigador y antropólogo Gustavo Blázquez publicó una nueva etnografía, que a primera impresión podría pensarse que está en las antípodas de aquella en la que abordaba la escena del popular ritmo cordobés. Esta nueva investigación se centra en la escena electrónica cordobesa, entre los años 2005 y 2010.
Cooltura cordobesa. Música electrónica y subjetividades juveniles (Editorial de la UNC) está planteado en sus capítulos como un viaje: primero, un warm up que introduce el tema; después, un mapeo sobre quiénes eran protagonistas de esas movidas, desde DJs hasta productores, gestores culturales, festivales, discotecas; sigue con un capítulo que analiza cómo eran las categorías sociales y termina cuando la noche cae, con las conclusiones etnográficas.
El libro no sólo tiene un valor historiográfico, al repasar y ponderar nombres de personas y lugares que fueron pioneros de la cultura electrónica. También subraya una particularidad de ese movimiento en Córdoba: fue una escena que no se limitaba al ocio nocturno, sino que se relacionaba con el arte contemporáneo. Era un semillero de DJ, VJ, artistas sonoros y, además, se legitimó en actividades diurnas, por el acompañamiento de los centros culturales europeos y la gestión del Estado.
La relación de “esa parte de la noche” con el día también se analiza en el libro, en el anclaje de subjetividades y variables que hacían (y hacen) a nuestra “cordobesitud”: género, clase, sentidos de identidad y dicotomías (la escena electrónica “cheta”, con sede en la zona del Chateau, y la electrónica “under”, con sede en la zona del ex-Mercado de Abasto).
Una virtud de la escritura de Blázquez es que no se deja encorsetar por el estilo académico y pone en valor el testimonio del autor, que no sólo “estuvo ahí” como bailarín en las pistas, sino que fue gestor cultural en eventos como el festival Niu. Blázquez capitaliza esa experiencia personal para otorgarle vitalidad a la narración.
Lo saben quienes dirigen cine o escriben literatura: describir una fiesta y que se perciba viva, que la descripción traslade una parte al menos de lo que atravesó los cuerpos, es muy difícil. El autor lo logra, no sólo porque retrata cómo se trazó la educación sentimental de una generación en esas pistas (“Estar en la noche era una forma de ser y hacerse joven”, dice). Sino también porque sintetiza los múltiples estímulos que envolvían la experiencia, combinando conceptos teóricos con el relato en primera persona.
Para Blázquez, aunque los mundos del cuarteto y de la electrónica se perciban como opuestos sociales, comparten una cosa: el gusto por el baile, la creación de una comunidad reunida en torno al goce de los cuerpos en movimiento.
Y si bien no romantiza esos años, y analiza en detalle qué guiones sociales y mandatos se trasladaban a esas pistas, también se permite desmontar varios prejuicios (como la idea de que quienes bailaban eran jóvenes alienados e individualistas) y encontrar en esos espacios las primeras aperturas a un mundo no estrictamente heterosexual.

- Cooltura cordobesa. Música electrónica y subjetividades juveniles. De Gustavo Blázquez. Editorial de la UNC. 210 páginas.