Cuando aún era estudiante ingresó a Trivento, una bodega que nació a partir de la visión que tuvo la bodega chilena Concha y Toro de hacer malbec en Argentina y que pasó a convertirse en la que más exporta esa cepa en el mundo, sumando con el tiempo un portfolio con etiquetas de alta gama.
En el reporte anual de este año, Germán Di Cesare fue designado por el crítico inglés Tim Atkin como el enólogo del año, una distinción que resalta una carrera vertiginosa por alcanzar una calidad superlativa, destacando la destreza y la sensibilidad de Germán al hacer vinos accesibles que lleguen a la gente y también la capacidad de hacer vinos de alta gama con calidad mundial.
Vino a Córdoba para presentar el nuevo y flamante logro de la bodega, un malbec DOC que se suma a esta categoría especial con denominación de origen controlada de Luján de Cuyo.
–¿Cómo te pega esto de haber sido el mejor enólogo de Argentina?
–Personalmente, fue una noticia con un sentimiento de felicidad absoluta. Tim Atkin es un crítico internacional que conoce muchísimo los vinos de Argentina, que ha recorrido los países vitivinícolas del mundo y en el contexto actual del mundo del vino, con tantos vinos riquísimos y maravillosos, y que me haya elegido como “winemaker of the year” es verdaderamente un honor. Cuando Tim me avisó por privado, se me cayeron unas lágrimas y fue como volver atrás a todo el camino transitado, con sus virtudes y también sus errores. Además, me puso muy feliz por Trivento y por todo el equipo de trabajo, porque son muchos años de compromiso con muchas personas. Con una visión que tiene que ver con trabajar buscando la calidad, mirando los terruños, para poner en valor los vinos que tenemos en Argentina y llevarlos al mundo para que se luzcan.
–En esa trayectoria de tantos años, ¿qué hitos podés citar que funcionaron como engranaje?
–Llevo 23 años en Trivento, casi toda mi vida enológica trabajando con un equipo fantástico. Identifico a nivel general tres cosas: primero, un gran trabajo del equipo para posicionar la marca en el mundo con nuestro querido Golden malbec; un trabajo apuntado para mantener y lograr una consistencia en este vino, porque no paramos de crecer, y fue asentar una visión que sostuviese eso en el tiempo, en términos de viñedo, bodega, equipo agrícola. El segundo hito tiene que ver con otra línea que quiero muchísimo, que es Golden Reserve con nuevos cepajes; al entrar a jugar en la alta gama, los desafíos tienen que ver con sostener la calidad y poder llegar al mundo en un mercado tan competitivo. Y el último hito es el desarrollo de las altas gamas de Trivento, poner en valor nuestros viñedos que están en Chacayes, en Paraje Altamira, en Gualtallary, la línea Stratus y la línea Gaudeo, que son vinos que tienen la aceptación del público y además son acompañados por la mirada positiva de los críticos.
–¿Hay una conjunción de innovación y consistencia en el desarrollo de los vinos?
–Los vinos de Trivento tienen que ver con la innovación al nivel de la tecnología y de consistencia enológica en el sentido de mantener un estilo. No tanto hacer cosas raras, sino abrir el juego a nivel estilístico, como el white malbec, que es un vino blanco con nuestra variedad emblemática que es el malbec, presentado como un blanco a través de una cosecha temprana y tratando de mostrar el estadio de la uva. Además, nos dio la posibilidad de entrar en el segmento de vinos de bajo alcohol. La búsqueda de comprender los lugares, el suelo, cómo funciona una variedad con la altura, la inclinación, la pendiente, todo ese conocimiento y entendimiento para poder llevarlo de la mejor manera posible a la bodega. Donde entra también el tema de las innovaciones tecnológicas, que te permiten mejorar y manejar mejor los procesos de fermentación.
–¿Cómo está el malbec en el mundo como cepa emblema de Argentina?
–Mi opinión engloba lo que les pasa a Trivento y a la mayor parte de las bodegas de Argentina. El malbec va a seguir siendo durante muchos años el varietal de Argentina. Ahora falta mucho trabajo de comunicación para que se pueda entender más lo que significa un malbec de Altamira, de Chacayes o de Gualtallary, y poner en valor, a través del malbec, los distintos lugares. Los argentinos tenemos que hacer todavía un largo recorrido. En estos últimos años, apareció una infinidad de lugares que ahora están visualizados con mejor expresión y conocimiento. En el mundo, malbec y Argentina van a seguir siendo sinónimos. Por eso hay que trabajar sobre las regiones.
–¿De qué se trata el nuevo lanzamiento?
–El malbec DOC es fruto de la casualidad y de una decisión estratégica hermosa. La DOC (denominación de origen controlada) nace en 1989, cuando se unen algunas bodegas que quisieron poner en valor viñedos históricos de Luján de Cuyo, identificando viñedos, viticultores y procesos de una zona, trabajando de manera común en una zona vitícola en la que hay características muy particulares de suelo, de conducción, de clima y de una cepa como el malbec, que tiene un valor agregado. Originalmente eran cinco bodegas, hoy son 20, trabajando para tipificar los vinos de Luján con protocolos y normas que ponen en valor la genética del malbec plantado por los inmigrantes. Es una comisión que apunta a proteger y a poner en valor estos viñedos antiguos. Cuando Trivento adquiere una propiedad en Drummond para seguir creciendo, nos dimos cuenta de que el viñedo reunía todas las características requeridas para hacer un malbec DOC. Y nada mejor que sumarnos en este desafío con un vino de viñedo histórico para poner en valor esta uva tan rica y elaborado en una bodega antigua con vasijas de hormigón. La emoción que me da hacer este malbec DOC es ya todo un premio.