La séptima edición del Prix Baron B-Édition Cuisine está en marcha y entre las personalidades de un prestigioso jurado vemos al chef Gonzalo Aramburu, quien alguna vez pasó por Córdoba para cocinar en El Papagayo una semana entera.
Allí vimos de qué se trata su propuesta, y tiene mucho que ver con el espíritu de la competencia organizada por la casa de espumosos: gastronomía con identidad, compromiso y visión de futuro.
Desde su creación en 2018, el certamen se ha consolidado como el reconocimiento más prestigioso de la gastronomía argentina, destacando propuestas que dialogan con su territorio, aportándole valor a la gastronomía regional y haciendo crecer la cocina de nuestro país.
–¿Cómo te encuentran las dos estrellas Michelin personalmente? ¿Estás contento, agotado, entusiasmado, presionado?
–Me encuentran profundamente agradecido. Es una mezcla de emociones muy intensa: felicidad, orgullo y también responsabilidad. La presión está, pero es una presión linda, porque nace del deseo de seguir creciendo, de seguir sorprendiendo al comensal. Es una confirmación de todo el trabajo que venimos haciendo con el equipo hace años. Estoy entusiasmado y con muchas ganas de lo que viene.

–¿Cuánto cambió la demanda en tu restaurante luego del primer año de Michelin en la Argentina?
–Cambió muchísimo. La visibilidad que da una estrella Michelin es impresionante. Tuvimos un aumento significativo en reservas, especialmente de turismo extranjero, pero también se acercó mucha gente local que quizás antes no conocía el restaurante. Y con las dos estrellas ahora, la demanda se redobló. Lo vivimos con alegría, y también con una organización muy precisa para sostener la experiencia en cada servicio.
–¿El público cambió o tiene siempre el mismo perfil?
–Hay una mayor diversidad. Antes teníamos un público más especializado, que venía con una búsqueda clara de experiencia gastronómica. Hoy tenemos comensales curiosos, muchos de ellos acercándose por primera vez a este tipo de cocina. Es un desafío hermoso, porque implica encontrar ese equilibrio entre lo sofisticado y lo cercano, entre lo técnico y lo emocional.
Empezar de abajo
Gonzalo empezó literalmente de abajo. “Empecé desde abajo con mucha pasión. Siempre tuve una atracción por los sabores, por los procesos. Trabajé en cocinas muy exigentes, dentro y fuera del país, y fui formando una identidad. Lo que me trajo hasta acá fue la constancia, la obsesión por el detalle y el amor por lo que hago. Y también rodearme de equipos increíbles, porque esto no se logra solo”.
–¿Qué es lo que más te gusta de este Prix de Baron B?
–Me gusta que ponga el foco en proyectos que entienden a la gastronomía como un todo. No se trata solo de cocinar bien, sino de tener una mirada integral: el vínculo con el territorio, la sustentabilidad, el impacto en la comunidad. El Prix celebra la cocina como cultura viva, y eso es muy inspirador. Además, formar parte del jurado me da la oportunidad de conocer propuestas increíbles de todo el país.

–¿Cuál es tu sugerencia para los colegas que se anotan con sus proyectos?
–Que se presenten con autenticidad. Que no busquen encajar en una idea de lo que “debería ser” un proyecto gastronómico, sino que cuenten lo que realmente los mueve, lo que hacen con pasión. Que puedan mostrar el alma detrás de la propuesta. Eso es lo que más se valora.
–¿Cómo sería un proyecto ideal que cierre el concepto del Prix por todos lados? ¿Cómo definirías con un buen resumen cuál es el objetivo del concurso?
–Un proyecto ideal es aquel que logra unir territorio, producto, identidad y experiencia. Que tiene una historia sólida, un compromiso con la comunidad, con el entorno, y que lo transmite a través del plato. El objetivo del Prix es visibilizar estos proyectos que, desde distintas regiones del país, están transformando la gastronomía argentina con creatividad, respeto y una mirada de futuro.
–Última: te saco de la alta cocina y te llevo a una cocina hogareña: ¿cuál es el mejor acompañamiento para la carne de vaca o para la de pollo, sacando a la papa?
–La papa es y será siempre una reina, es cierto. Pero hay todo un mundo por descubrir. Me gusta mucho trabajar con raíces como el apio, el hinojo, o zanahorias glaseadas con especias. También cereales como el trigo mote o el arroz salvaje, que aportan textura e historia. Y por supuesto, las legumbres: un puré de lentejas bien condimentado puede ser una gran sorpresa. La clave está en animarse a combinar, jugar y salirse de lo obvio.
Cómo sigue el Prix
Los aspirantes ya presentaron sus proyectos, y en esta etapa el jurado está eligiendo a los finalistas, que se anunciarán este viernes 1° de agosto.
El jurado está conformado por Mauro Colagreco, multipremiado chef ganador de ocho estrellas Michelin; Pablo Rivero, de El Preferido y Don Julio; la chef mejicana Daniela Soto-Innes, y Gonzalo Aramburu, pionero de la alta cocina contemporánea en el país y fundador del restaurante Aramburu en Buenos Aires, el único en Argentina con dos estrellas Michelin que fueron renovadas en 2025, convirtiéndolo en el referente máximo gastronómico de Argentina, según esta prestigiosa guía.
El ganador del premio recibirá un corcho bañado en oro tallado por el orfebre argentino Juan Carlos Pallarols. Además, viajará a Francia para poder realizar una pasantía en Mirazur de la mano de Mauro Colagreco. Y habrá premios económicos también para los tres finalistas.
El Prix Baron B-Édition Cuisine busca no solo premiar una receta o un plato, sino un proyecto integral que esté transformando la gastronomía argentina por el manejo de las materias primas, la relación con el medio ambiente y los productores locales.
Junto con la historia del proyecto y su visión transformadora, los participantes deben presentar un plato que los representes, con materias primas libres.