Manuel Serafín es cordobés y, aunque actualmente su vida laboral gira cien por ciento en torno al café, no siempre fue así. Ingeniero de profesión, durante años trabajó en Renault como responsable de soldadura para distintas plantas de la empresa en América latina.
Su título universitario hoy está guardado, pero fue el que, de manera inesperada, le abrió las puertas a la ruta del café: un camino que transita como emprendedor, con todos los desafíos y las gratificaciones que ello conlleva.
Antes de tostar granos, la vida de Manuel se repartía entre viajes a Brasil, Colombia y Argentina. Y fue en uno de esos trayectos donde descubrió el sabor “que lo cambió todo”.
“Yo era de esas personas que batían un café de supermercado, salía espumoso y decía: ‘Mirá el café que me estoy tomando’. Pero un día, durante un viaje de trabajo en Medellín, conocí el café de especialidad”, recuerda en diálogo con La Voz.
“Estaba en un hotel y me tomé un café que era dulce y tenía sabor a frutas. Me pareció muy loco, nunca había probado algo así. Me llamó tanto la atención que me puse a investigar un poco sobre el tema, y así fue mi primer acercamiento a este mundo”, suma.
Ese encuentro fortuito ocurrió en 2018 y plantó la semilla que dos años más tarde daría vida a Chiquito Café.
“Yo pensaba en algo chiquitito, de ahí salió el nombre. La idea era tener un lugar que pudiera atender yo mismo, muy simple y funcional, con todo a mano. Venía de trabajar en la industria automotriz, donde todo se trata de estandarizar procesos y hacerlos lo más eficientes posible, así que quería aplicar eso a un local de apenas tres metros cuadrados, literal”, rememora.
Y continúa: “En ese tiempo hablaba mucho con quien era mi jefe de proyecto. Una noche, chateando, le conté que andaba con ganas de buscar un plan B, porque sentía que en cualquier momento podía necesitarlo. Le dije que pensaba en una cafetería, y él enseguida me dijo ‘Dale, hagámoslo’. No recuerdo bien cómo fue que terminamos inclinándonos hacia el tostadero, pero creo que, viendo videos de cómo montar una cafetería, me crucé con uno sobre tostar café. Ahí descubrí que tenía mucho de ingeniería: recopilar datos, tomar decisiones, analizar curvas… y tanto mi socio como yo somos ingenieros electrónicos, así que eso nos atrapó”, precisa.
Chiquito Café nació formalmente en 2021, en el garaje de la casa de Manuel. Con un tostador y mucho ensayo (al principio, de manera autodidacta), el cordobés comenzó a tostar sus primeros granos y a hacer crecer el negocio mientras, paralelamente, seguía con la labor de ingeniero.
En 2023, y con una certificación oficial de tostador profesional otorgada por la Specialty Coffee Association (SCA), Manuel dejó Renault y, junto con su socio, alquiló un local en avenida Caraffa. Desde allí, hoy les proveen café a bares y a negocios.
“Me certifiqué en los tres niveles de tueste de la SCA: inicial, intermedio y profesional. Y todo eso fue ayudando a que Chiquito Café creciera y entrara en este mundo que no es tan conocido: el de las competencias de café”, detalla.
Un campeonato inesperado
El título de Ganador del Campeonato Argentino de Tueste 2025, que le fue otorgado en julio de este año, llegó casi por accidente.
Fue en Buenos Aires, en el marco del evento CLASH, un Campeonato de Tueste y Cata al que llegó de casualidad, pero con una preparación que le alcanzó para destacarse.
“Me convencieron en un asado después de una expo. Fui para participar y terminé ganando. No lo podía creer”, cuenta, y asegura que aunque el campeonato no fue un objetivo en sí mismo, le dio visibilidad extra a su trabajo.
–¿Cuáles considerás que son los errores más comunes que se cometen a la hora de tostar café?
–Hoy noto que muchos tostadores se van a tuestes muy claros para resaltar la acidez, porque en el café de especialidad se valora mucho. Pero muchas veces se pasan, y los cafés quedan demasiado ácidos, o incluso crudos. Y ahí es cuando aparecen sabores que no están buenos, porque no se desarrolla bien el grano.
Córdoba y la cultura cafetera
–¿Se puede decir que el público cordobés es conocedor en materia de café?
–Creo que el cordobés está cada vez más exigente y curioso. Distinguen un café de especialidad de uno comercial. En zonas como el Centro, Nueva Córdoba, Cofico, General Paz, Alberdi o Güemes, hay una cultura de café muy fuerte. Quizás en barrios más alejados, o con población más grande en edad, todavía cuesta un poco más, pero el crecimiento se nota. Saben por qué un café torrado no es bueno y valoran el trabajo que hay detrás de un café de especialidad. Y eso ayuda a toda la industria, porque es un público que aprecia el producto.
Ese conocimiento colectivo es, para él, un motor. Porque a mayor valoración, más espacio hay para que proyectos como Chiquito Café crezcan, experimenten y apuesten a granos exóticos y procesos innovadores.
Aunque actualmente el foco de la empresa está en vender a cafeterías, buscan ampliar el alcance con una tienda online, packaging renovado y un rebranding que los acerque también al consumidor final.
“Queremos que más gente conozca lo que hacemos”, apunta Manuel.