En términos climáticos, 2022 fue un año difícil para el campo, con un efecto “La Niña” fuerte que afectó con sequías a gran parte del territorio, a lo que se sumaron las distorsiones en el mercado de granos y ganadero. Sin embargo, pese a eso la actividad anual dejó un cierre muy bueno, con ventas concretadas y una demanda de campos agrícolas insatisfecha ante muy poca oferta de inmuebles con esas características.
Así, las expectativas de compra venta y arrendamientos son buenas y la demanda inmobiliaria sigue activa, aunque 2023 se presenta con ciertas dificultades dado que se prevé una campaña de menor producción (debido a los factores climáticos ya conocidos). “También podemos mencionar que la devaluación del dólar billete genera dificultades a la hora de cerrar una operación inmobiliaria rural, ya que la brecha es superior al cien por ciento respecto del dólar oficial. Además, se suma que este es un año electoral con cierta incertidumbre, lo que hace que muchos inversores puedan especular con un cambio de gobierno y con tener mayor certeza a la hora de invertir”, remarca el referente.
Matices
Las operaciones generales fueron de volumen parejo en todas las zonas del país, subrayándose la suba de volumen en el área centro. En Córdoba se realizaron más operaciones de volumen pequeño y medio de hasta U$S 5 millones, pero se destacaron algunas muy por encima de ese valor.
“Negocios que durante mucho tiempo fueron dominados por jugadores institucionales de mercado dieron paso a productores agropecuarios de mediana y gran envergadura, aventados por un contexto internacional favorable y la depreciación del dólar”, agregan los referentes. Pese a arrancar el año con buen volumen de ventas, la coyuntura de clima, contexto político y año preelectoral genera alertas.
En principio, el volumen de ventas no fue afectado y el flujo de operaciones se mantiene, producto de negocios que se arrastraban de 2022 y de decisiones que exceden a la coyuntura. Las operaciones que se realizan son siempre sobre los mismos actores, productores de distinta envergadura y/o industriales ligados de alguna manera a la industria agropecuaria. ¿Y para el resto del año? “Entendemos que el nivel de operaciones se acelerará, producto de los factores exógenos (commodities e inflación) pero también por la expectativa política de un posible cambio de gobierno. Lo único que puede condicionar esta expectativa es el clima; realmente, es muy malo. En conclusión, quien tenía la intención de invertir en bienes rurales lo va a hacer a pesar de la coyuntura y con expectativa de mejorar su valor en un futuro cambio de contexto, y quien desea salir de la industria debería aprovechar este momento de dinamismo, ante un futuro incierto”, evalúan desde la firma.
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