Las peleas entre hermanos es uno de los recuerdos más frecuentes en las familias y nada nuevo. Todos aquellos que dicen que nunca se pelearon con su hermano o hermana, seguramente mienten.
Estas disputas son un tema que muchas veces preocupa a los padres, ya que temen por las relaciones de sus hijos y cómo eso puede afectar a la unión familiar. Lo interesante es que estas peleas, siempre que no lleguen a extremos, pueden ser positivas para los niños.
Vivimos engañados: las peleas entre hermanos son positivas, según la ciencia
Cuando los niños pelean, aprenden para la vida. Por eso, los padres no siempre deberían intervenir cuando hay una discusión entre hermanos.
“Los conflictos son un campo de prácticas y ayudan a adquirir tolerancia a la frustración. Los niños aprenden así a aplazar sus necesidades”, explica la psicoterapeuta de niños y adolescentes Inés Brock-Harder.
Los padres deben soportar estas situaciones, aun cuando los lleven al borde de la locura. Algunos estudios de referencia observacionales indican que los hermanos se pueden pelear hasta ocho veces por hora cuando son niños.
Para los padres o tutores, puede ayudar quizá respirar profundamente, alejarse y dejar a los niños solos. “De las investigaciones sabemos que los niños interactúan menos conflictivamente cuando los padres no están presentes”, subraya Brock-Harder. Porque los pequeños saben entonces que tienen que resolver el problema de alguna manera por sí mismos.
Sí hay que intervenir si se están lastimando física o psicológicamente, recomienda Nicola Schmidt, experta en educación.
Pelear con los hermanos ayuda al desarrollo cognitivo
Claire Hughes, en su libro Social Understanding and Social Lives, analizó los resultados de un estudio que duró cinco años y fue elaborado por el Centro para la Familia de la Universidad de Cambridge. La autora desgranó el comportamiento social y cognitivo de niños de dos a seis años. Según los resultados de este estudio, la rivalidad entre hermanos puede potenciar el desarrollo emocional y mental y aumentar la madurez de los niños y su capacidad para socializarse.
Según los expertos, cuando los niños se pelean están aprendiendo cualidades importantes, como por ejemplo a manejar las luchas de poder, a resolver diferencias y conflictos, a mostrarse asertivos, a poner límites y cuidarse, a negociar y alcanzar acuerdos.
Pero, aunque es posible que contengan un aprendizaje positivo, las peleas también pueden ser momentos difíciles de manejar para los padres si no disponen de las herramientas necesarias para hacerlo.
Aunque no tenga muy buena prensa en nuestra sociedad, la agresividad de los niños tiene un lado positivo, asegura Elisenda Pascual, psicóloga, terapeuta familiar y autora de Criar y jugar. “Está muy mal vista, y a la vez, es una herramienta y un recurso indispensable para la prevención de múltiples abusos. Si tus hijos o hijas la expresan muy a menudo (incluso entre ellos) es importante que puedas facilitarles un espacio ‒y un tiempo‒ de presencia en el que puedan canalizarla en forma de juego”, aconseja.
