El uso de los celulares se arraigó profundamente en la vida diaria de casi todas las personas, extendiéndose incluso a los momentos más privados, como cuando se va al baño.
Esta costumbre, cada vez más extendida para leer noticias, interactuar en redes sociales o simplemente pasar el rato, podría tener implicaciones para la salud que hasta ahora no se habían estudiado adecuadamente.
Una nueva investigación publicada en Plos One arroja luz sobre esta conexión, sugiriendo que la interacción prolongada con estos dispositivos mientras se usa el inodoro puede estar asociada con una mayor prevalencia de hemorroides.
Qué dice la ciencia
El estudio, un análisis transversal realizado entre pacientes adultos que se sometieron a una colonoscopia de detección en el Centro Médico Beth Israel Deaconess, examinó la correlación entre el uso de teléfonos inteligentes en el inodoro y la prevalencia de hemorroides.
Los participantes completaron encuestas sobre sus hábitos con el celular en el baño, cuestionarios sobre función gastrointestinal y comportamientos como el esfuerzo, la ingesta de fibra y los niveles de actividad física. La presencia de hemorroides se evaluó endoscópicamente por dos endoscopistas ciegos para asegurar la objetividad.
De los 125 participantes adultos que completaron la encuesta, un notable 43% presentó hemorroides visualizadas en la colonoscopia. El hallazgo más impactante es que, en una regresión logística multivariante, el uso de celulares en el inodoro se asoció con un aumento del 46% en el riesgo de hemorroides (p = 0,044).
Este riesgo se mantuvo significativo incluso después de ajustar por factores como la edad, el sexo, el IMC, la actividad física, el esfuerzo y la ingesta de fibra.
El factor clave
El estudio identificó una diferencia crucial en el comportamiento. Los participantes que usaron teléfonos inteligentes en el inodoro pasaron significativamente más tiempo allí que los que no lo hicieron. Específicamente, el 37,3% de los usuarios de celulares dedicaron más de cinco minutos por visita en el inodoro, en comparación con solo el 7,1% de los no usuarios (p = 0,006). Curiosamente, la actividad más común realizada durante este tiempo fue leer noticias (54,3%), seguida de redes sociales (44,4%).
Los investigadores proponen que este tiempo prolongado en el inodoro, sin el apoyo que ofrecen una silla o un sofá, aumenta desproporcionadamente la presión en los almohadones hemorroidales. Si esta presión persiste con el tiempo, las almohadillas pueden congestionarse y desarrollar hemorroides.
En esta población de estudio, el esfuerzo o el estreñimiento no fueron predictores independientes de hemorroides, lo que sugiere que el tiempo prolongado en el inodoro podría ser un factor de riesgo más preciso.
Jóvenes y menos activos
El estudio también reveló un perfil demográfico de los usuarios de teléfonos móviles en el baño: eran más jóvenes que los no usuarios (edades medias de 55,4 vs. 62,1, p = 0,001). Además, los usuarios de celulares en el baño mostraron significativamente menos ejercicio por semana que los no usuarios (p = 0,017). Esta observación podría indicar un mayor nivel de compromiso con la tecnología y un estilo de vida más sedentario en general.
Los hallazgos tienen un gran valor para la salud pública, ya que el uso excesivo de smartphones ya se relaciona con problemas como la depresión, la ansiedad, la falta de sueño y, más recientemente, el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Este estudio subraya la necesidad de que los profesionales de la salud consideren los hábitos de vida, incluido el uso de la tecnología, al abordar los problemas de salud con los pacientes, especialmente en las conversaciones sobre salud gastrointestinal.
La recomendación clave del estudio
Limitar el uso del celular en el baño a menos de 5 minutos. Aunque es un dicho popular que se debe evitar pasar mucho tiempo sentado en el inodoro, esta investigación añade una asociación de riesgo concreta con los smartphones, que pueden prolongar inadvertidamente el tiempo previsto.

Limitaciones
A pesar de sus valiosas aportaciones, el estudio presenta algunas limitaciones.
- Diseño transversal: restringe la capacidad de establecer una relación de causa y efecto directa.
- Datos autoinformados: la información sobre el esfuerzo y el tiempo en el baño se basó en el recuerdo de los participantes, lo que puede introducir sesgos.
- Población específica: los participantes eran adultos de 45 años o más sometidos a colonoscopia de detección, lo que podría no ser representativo de la población general.
- Subjetividad en el diagnóstico: la determinación de hemorroides por informes de colonoscopia puede ser subjetiva, aunque se realizó un análisis de sensibilidad para mitigar esto.
Qué son las hemorroides
Las hemorroides, también llamadas almorranas, son venas hinchadas en el ano y la parte inferior del recto. Son similares a las varices y pueden desarrollarse en el interior del recto, denominadas hemorroides internas. También pueden desarrollarse bajo la piel que rodea el ano, denominadas hemorroides externas.
A medida que las personas envejecen, aumenta el riesgo de padecer hemorroides. Esto se debe a que los tejidos que sostienen las venas del recto y el ano pueden debilitarse y estirarse. Esto también puede ocurrir durante el embarazo porque el peso del bebé ejerce presión sobre la región anal.