Cantarle a las plantas, hablarles o ponerles música siempre fue motivo de bromas o supersticiones. Pero la ciencia empieza a mirar el tema con otros ojos.
Un nuevo estudio publicado en la revista científica Biology Letters revela que ciertos estímulos acústicos pueden mejorar el desarrollo de hongos beneficiosos para las plantas, y eso abre un campo totalmente nuevo en la restauración ecológica y la agricultura sostenible.
El hallazgo, liderado por investigadores de la Universidad Flinders, en Australia, plantea que el sonido podría convertirse en una herramienta de bajo costo y gran impacto para mejorar los ecosistemas del suelo.
Qué hicieron los científicos
Inspirados por investigaciones previas sobre bacterias y ondas sonoras, el equipo expuso colonias del hongo Trichoderma harzianum a un tipo específico de ruido blanco -el Tinnitus Flosser Masker a 8 kHz- durante media hora diaria, por cinco días consecutivos. La frecuencia del sonido fue constante, parecida al zumbido de una radio fuera de sintonía, con una intensidad de 80 decibelios.
El resultado fue sorprendente: el hongo creció más y produjo más esporas que el grupo que no fue expuesto al sonido.
El hongo Trichoderma harzianum no es cualquier organismo. Se lo utiliza en agricultura orgánica por su capacidad para proteger las plantas contra patógenos, enriquecer el suelo y estimular el desarrollo radicular. Es un verdadero aliado silencioso del ecosistema vegetal.
Que su crecimiento pueda acelerarse con estímulos acústicos podría significar que también es posible “activar” a otros organismos beneficiosos del suelo de manera similar. Esto abre la puerta a estrategias nuevas y no invasivas para la recuperación de suelos degradados o cultivos con bajo rendimiento.
Ciencia o efecto placebo vegetal
Aunque el fenómeno necesita más investigación, los autores del estudio barajan algunas hipótesis sobre cómo el sonido impacta a nivel celular.
- Efecto piezoeléctrico: la vibración sonora se transforma en una carga eléctrica que estimula el crecimiento.
- Mecanorreceptores fúngicos: sensores en la membrana del hongo podrían estar reaccionando a la vibración, activando genes específicos.
“Sabemos que los humanos tienen miles de mecanorreceptores en la piel para detectar presión y vibración. Tal vez los hongos tengan algo similar”, explicó Jake Robinson, autor principal del estudio.
¿Esto quiere decir que cantarles a las plantas funciona?
No necesariamente… pero tampoco está tan lejos. El estudio no usó música, sino un sonido artificial y monótono. Aun así, sugiere que los hongos -y posiblemente las plantas- pueden ser sensibles a estímulos acústicos. El próximo paso, según los investigadores, es ver si esto realmente beneficia al ecosistema en su conjunto.
Y, por qué no, probar si ciertos tipos de música, natural, instrumental o incluso tu voz, pueden tener efectos similares.
Un jardín que escucha
El estudio plantea una pregunta intrigante: ¿podríamos estimular comunidades microbianas enteras del suelo con sonidos? ¿Y si ciertos “paisajes sonoros naturales” aceleraran la restauración ecológica o mejoraran la salud de nuestros cultivos?
En tiempos de cambio climático, pérdida de biodiversidad y degradación de suelos, toda herramienta es bienvenida. Y si resulta que esa herramienta puede ser tan simple como el sonido, bien vale la pena seguir investigando.