Bloomberg, la plataforma de noticias financieras más prestigiosa del mundo, encendió esta semana una luz de alerta sobre una dinámica cada vez más complicada en la que está ingresando la economía doméstica de la Argentina.
En un artículo firmado por Ignacio Olivera Doll, la agencia internacional remarcó que los bancos comenzaron a tomar nota de cierto estrés en las cadenas de pago del mercado. Y puso como ejemplo datos del propio Banco Central (BCRA) que muestran que los saldos impagos de las tarjetas de crédito treparon al 2,8%, el nivel más alto en tres años.
Destacó otros datos preocupantes, como la morosidad en los préstamos personales, con un aumento al 4,1% de la cartera activa, y un crecimiento en el número de cheques rechazados en las ventanillas de las entidades financieras, que en abril superaron los 64 mil en términos absolutos, lo que supera cifras de la pandemia.
El alto nivel de endeudamiento de los hogares ya había sido advertido semanas atrás en un informe elaborado por el Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (Ietse), del Centro de Almaceneros de Córdoba, que daba cuenta que el 91% de las familias mantenía algún compromiso financiero. Y que la mayoría tenía activa más de una deuda.
El estudio, de alcance nacional, destacaba que la mayoría de las deudas estaban contraídas con tarjetas de crédito y que el 58% de las familias había utilizado los plásticos para comprar alimentos. Y lo más preocupante: casi la mitad de los hogares tenían en mayo algún nivel de mora con sus deudas, mientras que el 28% ya estaba en instancia judicial de cobro.
Las cadenas de pago en el país están comenzando a crujir. Tanto por arriba, a nivel de las empresas, como por abajo, entre las familias. Aun con una inflación a la baja, el consumo sigue estancado y la rueda apenas si se mueve. Toda la dinámica económica se mantiene en un letargo complicado, con eslabones que ya no soportan la tensión y amenazan con romperse.
Con un país atravesado por la lógica del ajuste y la motosierra, lo que dificulta que la economía tome impulso, los pasivos incobrables del sistema financiero ya alcanzan un máximo en los últimos cinco años si se los mide como proporción del total de activos disponibles, destaca el artículo de Bloomberg.
Los cheques comienzan a rebotar, las cuotas de los préstamos se pagan fuera de término, los resúmenes de las tarjetas entran en mora, el fiado en la despensa se estira hasta que la libreta se cierra. Un escenario que recuerda momentos previos a otras crisis argentinas.

Así, las familias se quedan sin plata, las empresas achican su producción, los comercios venden cada vez menos, el desempleo vuelve a crecer. Un panorama difícil, que promete un futuro complicado y que hoy ni siquiera cuenta con un Estado que actúe como factor contracíclico de un mercado que no reacciona.
Mientras tanto, el Gobierno nacional sigue obsesionado con bajar la inflación como único objetivo, aun a costa de que la economía siga paralizada. Desde los sueldos de los trabajadores, pasando por las ventas en los comercios, hasta la rentabilidad de las empresas chicas, medianas y grandes.
Los eslabones por ahora apenas si aguantan. Habrá que esperar para ver si esta espiral de incumplimientos se agrava o si, por el contrario, comienza a ceder y ello abre paso a una etapa de mayor actividad económica que saque al país del actual estado de asfixia.