El dolor por la pérdida de Catalina Gutiérrez, víctima de femicidio el pasado 17 de julio, dejó un vacío irreparable en su familia y amigos. Sin embargo, un gesto de sus compañeras de la carrera de Arquitectura de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) mantuvo viva la memoria de la joven.
Este emotivo homenaje tuvo lugar en la entrega final de un proyecto que Catalina había comenzado junto a sus amigas, y que le hubiera valido la aprobación de una de las materias de la carrera.
La maqueta que realizaron juntas, dedicada a un Centro de Interpretación de Inteligencia Artificial en la esquina de Humberto 1° y Tucumán, se presentó de manera especial, con la presencia de los padres de Catalina, Marcelo Gutiérrez y Eleonora Vollenweider.
Un proyecto con la huella de Catalina
A pesar del dolor, las amigas de Catalina decidieron seguir adelante con el proyecto, no sólo para cumplir con la materia, sino también para rendirle homenaje a su amiga que, aunque no pudo concluir el semestre, dejó una huella imborrable en el trabajo final.
“Esta maqueta tiene sus ideas, su aporte y su trabajo plasmados”, expresó un emocionado Marcelo Gutiérrez a El Doce, quien destacó que el nombre de su hija quedaría registrado en el proyecto aprobado, con una calificación de 9.
Además de la maqueta, el grupo de amigas de Catalina entregó una lámina con las fotos de cada integrante, donde junto a la imagen de la joven fallecida añadieron un lazo violeta, símbolo de la lucha contra la violencia de género. “Fue muy emotivo, todos lloraron porque todavía no podemos creer que Catalina no está con nosotros”, dijo su padre, visiblemente conmovido.
En cuanto a la propuesta arquitectónica de Catalina, Gutiérrez destacó que la joven había incluido en su diseño un auditorio, lo que reflejaba su pasión por la música, una de sus grandes aficiones. “Ella quería ser cantante, pero las clases de Arquitectura la mantenían muy ocupada”, recordó su padre, quien también es arquitecto egresado de la UNC.
Un legado de amor por la arquitectura
El regreso de Marcelo Gutiérrez a los pasillos de la facultad, donde él también estudió y se graduó, resultó ser un momento profundamente emotivo.
Allí, no sólo revivió los recuerdos de su hija, sino que también descubrió algo que desconocía: Catalina había elegido estudiar Arquitectura por él. Así lo había confesado su novio antes de que la tragedia ocurriera. “Es una cosa tan profunda”, reflexionó Gutiérrez, quien destacó que su hija cursaba el cuarto año de la carrera a los 21 años, un logro que él celebraba.
“Yo nunca la presioné para que estudiara lo mismo que yo. Un día me dijo que quería ser arquitecta y yo le dije que contara conmigo. Muchas veces me consultaba, debatíamos sobre las clases, y a veces coincidíamos en nuestras ideas”, recordó con cariño el padre de Catalina.
La revelación de que Catalina había decidido seguir la misma carrera que él, impulsada por su admiración por su padre, llenó de orgullo y tristeza al arquitecto. “Lo que más duele es que ya no puedo hablar con ella, guiarla o enseñarle. Es doloroso, pero a su vez me da mucha emoción y admiración”, concluyó.
Una pérdida irreparable, pero un legado de amor y lucha
El femicidio de Catalina Gutiérrez sigue siendo una herida abierta en su familia y su círculo cercano. Sin embargo, la entrega de la maqueta no solo refleja el compromiso y el cariño de sus amigas, sino también el deseo de continuar su legado y mantener viva su memoria. Mientras la lucha contra la violencia de género sigue adelante, el nombre de Catalina Gutiérrez permanecerá en el corazón de quienes la conocieron y en el proyecto que ella comenzó a crear con tanto esfuerzo y pasión.
