No hay caso: los precios en los súper llevan tres meses con subas prácticamente insignificantes, pero el consumo masivo igual no levanta. El problema dejó de ser la inflación y pasó a ser el poder adquisitivo, que cada vez alcanza para menos.
A pesar de la marcada desaceleración de la inflación, la percepción generalizada de la población es que la plata no alcanza. O lo que es peor: alcanza cada vez para menos.
Pero no es sólo una sensación. Según datos de la Cámara de Supermercados de Córdoba (Casac), las ventas están desde hace varios meses entre un 4% y un 5% por debajo de las cifras de 2024, año en el que ya habían caído bastante luego de la megadevaluación de fines del año anterior.
Hay un concepto en economía que está ganando protagonismo en los últimos meses y es el de “ingreso disponible”; vale decir, el dinero que le queda a cada hogar luego de pagar impuestos y servicios, y con el cual puede afrontar sus consumos corrientes.
Según datos de la consultora Vectorial, los ingresos disponibles de los asalariados argentinos registrados están hoy un 18% abajo en términos reales en relación con noviembre de 2023, antes de que Javier Milei asumiera la presidencia.
Si bien los ingresos de los hogares vienen aumentando, incluso en términos reales, ese crecimiento se da en paralelo con una fuerte suba de los gastos fijos que tienen que pagar las familias. En especial, las boletas de los servicios públicos y privados, que en lo que va del año vienen aumentando por encima de la inflación y de los salarios.
Y ahora, en medio de todo esto, vuelve a entrar en escena el dólar. Sólo en julio, la cotización de la moneda estadounidense se encareció un 14% y se aproxima a la banda superior de flotación que se había propuesto el Gobierno tras la salida parcial del cepo cambiario a mediados de abril pasado ($ 1.400; hoy, $ 1.451).
Con un mercado interno muy golpeado por la baja del poder adquisitivo, es de esperar que el traspaso a precios de esta suba del dólar no sea ni tan fuerte ni tan automática. Pero si el ajuste cambiario se profundiza, es muy difícil predecir qué pasará con la baja de la inflación, por ahora el principal logro en materia económica del gobierno libertario.
Todo esto en un contexto en el que los niveles de actividad no terminan de despegar, incluyendo un aumento de la desocupación, y a tan sólo tres meses de las elecciones nacionales de medio término, que, como es habitual, suelen agregar una dosis mayor de nerviosismo a los mercados.
Con este panorama complejo por delante, todo indica que la reactivación del consumo seguirá esperando por mejores días que todavía están por venir. Eso sí: vaya uno a saber hasta cuándo.