Con risas y chistes que van y vienen, la complicidad se hace palpable entre tres hermanos que en diálogo con La Voz parecen haber compartido todo durante toda su vida, pero que en realidad, se conocen hace solo dos meses.
Carina Rosavik (48), Carolina Sangiorgi (46) y Carlos Piñero (46) son hermanos de sangre por parte de madre y padre, pero no lo supieron hasta el pasado 17 de marzo, cuando les confirmaron que sus ADN tenían un 100% de compatibilidad.
Carina y Carolina se habían encontrado antes, en agosto de 2022, como producto del cotejo de datos entre el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) y Abuelas de Plaza de Mayo.
Desde entonces ambas venían construyendo su vínculo y nunca imaginaron que se sumaría un integrante más.
“Yo tenía una familia normal, con cuatro hermanos, mamá, papá y nada más. Cuando me estoy por casar y tengo que buscar mis papeles, veo que tengo tres partidas de nacimiento, cada una con un apellido distinto. Ahí arrancó todo”, relata Carlos desde su negocio en la localidad de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires.
A pesar del traspié, en 2018 se casó, pero la duda quedó instalada. Unos años después, y sobre todo por insistencia de su esposa, empezaron a preguntarse porqué había tres versiones del documento.
En general, quienes nacieron entre 1973 y hasta 1982 y tienen dudas de su identidad, se dirigen a Abuelas de Plaza de Mayo, para saber si son hijos de personas desaparecidas que fueron apropiados ilegalmente en los años de la dictadura. Una vez allí, Carlos fue derivado a la Conadi.
Aunque las fechas de nacimiento en las tres partidas de Carlos eran el 17 de mayo de 1979, lo que cambiaba era la persona a cargo: en una lo hacía su mamá, en otra el papá y en la tercera una partera.
En teoría, había nacido en el Hospital Bernardino Rivadavia, de la ciudad de Buenos Aires, pero allí nunca aparecieron registros del parto.
“Cuando contamos la historia, al principio no nos creían, hasta que mostré las partidas de nacimiento. Me hicieron el ADN y a partir de ahí fue esperar. Los primeros resultados fueron negativos, pero después llamaba cada seis meses para ver si tenían novedades”, cuenta.
Recibir la noticia
Carlos admite que por su cuenta nunca hubiera buscado su origen porque “le daba igual”. Jamás se había preguntado si existía la posibilidad de que su familia no fuera biológica, creyó que solamente se trataba de un error de papeles.
Lo primero que recibió fue un correo electrónico donde le informaban que había noticias sobre su legajo y que necesitaban contactarlo.
“Yo pensé que me iban a decir que encontraron un papel más, que habían averiguado por qué tenía tres apellidos y cuál era el correcto. No había ido a buscar familia, porque ya tenía una”, confiesa.
Unos días después lo llamaron y le revelaron que su ADN había dado positivo con el perfil genético de dos mujeres en un 99,9% de coincidencia. Dos hermanas de padre y madre. Ese mismo día les contaron a ellas y les pasaron su número. Fue cuestión de horas para que se enviaran mensajes y audios.
“Cuando me dijeron, no lo podía creer. Ese día estuve todo el tiempo con dolor de cabeza, incertidumbre, no entendía nada. Esperando salir del trabajo para escucharlas, porque no sabía cómo iba a reaccionar. Cuando les contesté les dije de hacer un grupo en WhatsApp. Ahí nomás hicimos una videollamada y me enamoré a primera vista”, bromea Carlos.
Carina y Carolina también recibieron un correo electrónico. Fue un sábado y debieron esperar más de 24 horas para saber quién era su nuevo hermano. La espera, dicen, fue “caótica” y divagaban entre las diferentes posibilidades. Novedades de sus padres, era a lo que mas apostaban.
“Cuando nos dijeron, fue por videollamada. Empezaron leyéndonos el ADN y después nos dijeron que teníamos un hermano de sangre 100%. Nos miramos con Cari y quedamos sorprendidas”, recuerda Carolina.
“No me di cuenta de sacarle una foto a la pantalla, pero quedamos heladas, no sabíamos qué decir. Nunca pensamos en un hermano. Las dos nos mirábamos, nos reíamos, estábamos felices”, suma Carina.
La primera conversación fue difícil, no sabían qué decirse o cómo romper el hielo. “¿Cómo encarás a un hermano que no conocés y sobre el cual no tenías ni idea de que existía?“, admite Carina. Pero no demoraron en encontrar coincidencias y sentir comodidad entre los tres.
Esa videollamada duró varias horas, hasta la madrugada. Algunos integrantes de las familias de cada uno se conocieron entre sí también. Casi un mes después, para Semana Santa, se conocieron personalmente en Mar del Plata.
“Hablé con Carlos y organizamos todo para que vengan a mi casa y sea una sorpresa para Cari. Así que él se vino un día antes y después llegó ella, viajando desde Córdoba”, cuenta Carolina.
Carlos fue con sus hijas gemelas, su esposa y hasta su suegra. Carina fue sola. Relatan que eran un “batallón” de unas 10 personas. Ahora planean venir a Córdoba para que Carlos conozca a la familia de Carina. Será la segunda vez que se reúnan los tres personalmente.
Buscar la identidad
Como Carina, Carlos realizó la búsqueda de sus raíces con sus padres ya fallecidos, por lo que nunca pudo preguntarles nada. “Igual, jamás se tocó el tema. Tampoco dudé mientras fui chico, pero ahora que me enteré de todo me acuerdo de algunas cosas, como que nunca me festejaron un cumpleaños, algo a lo que no le había prestado atención”, señala.
Fue la persistencia de su mujer la que lo llevó a saber que tiene dos hermanas con las que hoy se comunica todos los días. “¿Viste cuando te pones de novio?, bueno, es igual. Hablamos desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir”, dice entre risas Carlos.

Confiesa que las primeras veces se quedaba mirando a Carolina, sorprendido de lo parecidos que eran. “Con Carlitos somos iguales en muchas cosas, por eso nos decimos ‘mellis’. Por ahí yo estoy por escribir algo y él pone lo mismo. Con Cari me pasa también. No nos costó el vínculo, tenemos cosas en común y fue como si nos conociéramos de siempre, como pasó con Cari”, afirma Carolina.
Los tres coinciden en que lo que más querían lograr cuando empezaron a indagar sobre su origen era saber la verdad. Aunque su principal sospecha es que son hijos de desaparecidos, desde que buscan su identidad no han recibido ninguna información sobre sus padres biológicos que confirme la hipótesis.
“Muchos no se hacen el ADN por miedo, pero estaría bueno que dejen eso de lado y se acerquen. Se que puede ser difícil pero hay que pensar que del otro lado puede haber alguien que nos está buscando”, dice Carolina.

Desde su experiencia en la ONG cordobesa “Nosotros. Buscando Identidades Biológicas”, Carina remarca la importancia de que los hombres se animen a buscar y de que consideren el valor de conocer los historiales médicos de la familia.
”Como pasó con Carlitos y pasa con muchos hombres, no preguntan, se quedan con los que tienen. Casi siempre vienen las esposas a preguntar porque tienen dudas por los hijos, porque lamentablemente hay enfermedades hereditarias de las que necesitas saber”, explica Carina,
Y cierra: “Es bueno saber tu origen no solo por vos, sino también porque les estas dejando una herencia a tus hijos. No sabemos lo importante que es estar prevenido, no le damos la importancia que corresponde”.
Sobre la ONG
Si tenés dudas sobre tu identidad y querés acercarte a la ONG cordobesa “Nosotros. Buscando Identidades Biológicas” podés contactarte por las siguientes vías:
Teléfono: +54 9 3512 85-0193
Correo: nosotrosbusquedaidentidadcba@gmail.com
Facebook: NOSOTROS Buscando Identidades Biológicas Córdoba/Argentina
Instagram: nosotrosbusquedadeidentidad