Pasado el mediodía, la recepción de la sede central de Pami en Córdoba se encontraba con mucha gente, siendo este un horario no habitual para los jubilados que asisten a la entidad. Los asientos estaban todos ocupados, y quienes no lograron un lugar permanecían de pie, muchos con rostros cansados y miradas cargadas de incertidumbre. Aproximadamente uno de cada seis jubilados contaba con la ayuda de algún familiar joven para gestionar los trámites. Sin embargo, la mayoría asistía sola o con sus parejas, enfrentando la burocracia con una mezcla de resignación y de esperanza.
Un clima más ordenado, pero no exento de problemas
Según fuentes oficiales, la organización en la atención había mejorado notablemente respecto a la semana anterior, y la cantidad de personas presentes también disminuyó. No obstante, la preocupación por los cambios en la cobertura de medicamentos y los trámites para el “subsidio social” seguía latente. Muchos medicamentos que antes se cubrían al 100% ahora si no se realiza el trámite pertinente pueden perder el beneficio completo o en muchos casos, terminan con una cobertura parcial.
Dolores, una jubilada que alquila un departamento en barrio Centro, contó a La Voz que debe seguir trabajando para poder llegar a fin de mes. A pesar de los contratiempos, logró completar su trámite: “Es la segunda vez que vengo esta semana. Vine el jueves, me explicaron qué hacer y hoy logré terminar. Este mes, de los ocho medicamentos que tomo, sólo dos quedaron sin autorizar por un error de dosis. Pero ya puedo retirarlos”.
Sin embargo, criticó los obstáculos tecnológicos: “Nos complican mucho con estas cosas. Los jubilados no sabemos manejar la tecnología, y nos hacen ir y venir varias veces”.
En otro sector de la sede, José esperaba con un semblante serio. “Yo tomo sólo tres medicamentos. Hasta el mes pasado me los cubrían al 100%, pero ahora me quieren cobrar el 50%. No puedo pagarlos. Vine para que me los vuelvan a autorizar, porque no tengo otra opción”, relató con voz entrecortada.
En contraste, María, una jubilada de barrio Altamira, salió visiblemente aliviada tras completar su trámite. “Me autorizaron todo al 100%. Estoy contenta porque temía que algo pudiera salir mal, pero me atendieron bien”, comentó mientras guardaba sus papeles en una bolsa de compras.
En uno de los pasillos, un hombre mayor compartió su realidad con un asistente: “Yo junto cartones, y me da pena venir a pedir acá, pero no tengo otra. Ahora el precio del cartón no es el mismo, y no llego a cubrir lo que necesito”. Sus palabras resonaron con la tristeza de quien no encuentra alternativas.
Un accidente que expuso problemas estructurales
Cerca de las 13, el murmullo en la sede fue interrumpido por una caída. A metros de la sede, una jubilada tropezó en la vereda al salir de las oficinas, golpeándose el rostro y sufriendo una aparente lesión en la pierna. Policías y personal de Pami acudieron rápidamente para asistirla. “No llamen a nadie, no quiero preocupar a mi familia”, repetía entre lágrimas mientras era asistida en el piso.
Poco después llegó una ambulancia del servicio de Pami que la trasladó a la Clínica de La Cañada. Según confirmaron fuentes oficiales, el personal que la asistía realizó todas las gestiones necesarias para que la mujer fuera recibida de inmediato. Alejandra, una testigo del accidente, expresó su indignación: “La señora estuvo toda la mañana haciendo cola. Esto es culpa de Pami, de la falta de organización y las largas esperas”.
La sede central de Pami en Córdoba es el reflejo de las dificultades que enfrentan miles de jubilados: largas horas de espera, incertidumbre por los cambios en la cobertura, los obstáculos tecnológicos y burocracia.
La tecnología, un arma de doble filo
La semana pasada, Pami anunció la implementación de trámites online para el subsidio social, con el objetivo de reducir la afluencia en las oficinas. Sin embargo, el volumen de solicitudes digitales superó las expectativas y complicó la gestión.
“Estamos con la gente justa para la atención presencial, y los trámites online se colapsaron y no se llegan a atenderlos”, reconocieron desde la entidad. En respuesta, se trabaja en una automatización para agilizar los procesos y evitar colapsos, brindando una mayor agilidad en la autorización para los afiliados.
Una ayuda clave en medio del caos
Entre las historias de frustración y espera, los jubilados coincidieron en destacar la labor de Laura Zamudio, sargento primero de la Policía de Córdoba. Desde hace tres años, Zamudio cumple funciones en la mesa de entrada de la sede, donde sin que sea su labor, se encarga de orientar y evacuar dudas. “Mi trabajo es seguridad y prevención, pero muchas veces colaboro en lo que puedo. Es una cuestión humana”, expresó a La Voz.
“He ayudado en todo, desde atar un cordón hasta llevar a una jubilada al sanatorio. Los adultos mayores necesitan contención, y hacemos lo que está a nuestro alcance”, agregó la mujer policía. Durante el recorrido, su compañero también asistía a un jubilado con movilidad reducida, dejando en claro el compromiso del equipo policial.
