En el hospital Oncológico Provincial José Miguel Urrutia funciona desde 2008 un lugar de encuentro para que los pacientes de toda Córdoba encuentren contención, acompañamiento y esperanza.
En Espacio de Bien-estar se realizan talleres de reiki, meditación, danzas circulares, teatro, zumba, tejido, cocina, senderismo, belleza y jardinería, entre otros. La reunión en el centro de salud es todos los lunes desde las 15.
Lo coordina Milena Vigil, psicóloga y jefa del área de salud mental del hospital, quien también dicta el taller de psicología, una de las cuatro actividades fijas del espacio. Lo completan el taller de arteterapia, a cargo de Ariela Rodrigo; el de yoga, desarrollado por Paola Pizzicara; y el de ritmos dictado por Andrea Altamirano.
“Este dispositivo tiene como objetivo brindar herramientas y recursos ligados a la creatividad, el juego, la magia para poder sacar el foco de las adversidades que conlleva el tratamiento oncológico”, explicó Vigil a La Voz.
En el marco de estas actividades, el hospital forjó un vínculo con la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) a través de su secretaría de extensión y desde el mes de febrero se desarrolla el proyecto “La fábrica de historias”, de la Facultad de Filosofía y Humanidades. A cargo de Carlos Szulkin y Diego Acosta, busca poner al alcance de los pacientes una herramienta de simbolización y expresión.
Se trata de un taller de títeres de sombra donde el interés no está puesto en la excelencia artística ni en el refinamiento de la puesta en escena, sino en que sea una herramienta para que las personas conversen de temas de su interés.
“He trabajado haciendo títeres con obreros de la construcción, con sepultureros, con distintos públicos y siempre se hacían las obras en conjunto. Lo novedoso esta vez es que es una de las primeras experiencias donde los pacientes hicieron los títeres, la escenografía y los guiones”, contó Szulkin.
El psicólogo y titiritero integra la compañía Luditempo y desde el año 1988 hace teatro de títeres en espacios de salud y promoción social. La iniciativa surgió de su larga trayectoria y de conversaciones con el hospital.
“El taller sigue una metodología de trabajo grupal, donde se formaron tres elencos de cuatro o cinco titiriteras. Ellas crearon historias que tienen que ver con experiencias de sus infancias y adolescencias y del lugar dónde vivieron. Todo está hecho desde su mirada del mundo”, detalló el coordinador.
Los guiones de cada obra no se aprenden de memoria sino que se establece una secuencia de acciones que deben seguir. Con ese método crearon, hasta el momento, tres historias cortas de tres minutos de duración cada una.
Quienes forman parte del taller son personas de entre 21 y 65 años que se encuentran en distintos tiempos y procesos oncológicos. Algunas están en tratamiento, otras en control, otras superaron la enfermedad por un tiempo y reapareció, y otras fueron dadas de alta pero siguen participando.
“Muchas viven en contextos de vulnerabilidad por lo que encontrar un espacio para expresarse, contenerse, reconocerse, identificarse y contar una historia tiene un efecto muy sanador”, destacó Szulkin.
Además remarcó que el teatro de títeres les ayuda a tomar distancia de su situación de enfermedad y abordarla desde otro enfoque: el de la alegría, la participación, el juego y la creatividad.
“Otro aspecto central es el humor y su capacidad reparadora. Las obras van de situaciones graciosas que les han pasado a las pacientes y a partir de ello se generan condiciones muy interesantes para desenfocarse de los tratamientos y los diagnósticos”, apuntó el psicólogo.
Presentación en vivo
El hospital Oncológico de Córdoba realiza diagnósticos, imágenes y consultas ambulatorias con nutricionistas y psicólogos, pero se especializa en los tratamientos contra el cáncer. Con 30 sillones disponibles, en el centro de salud se realizan un promedio de 80 quimioterapias por día.
Su sala de espera es un ambiente difícil, donde las personas pasan momentos de mucha inestabilidad emocional y dolor. Sin embargo, el taller de títeres logró transformar el clima del lugar por unos minutos presentando sus tres obras de títeres a los pacientes que estaban allí.
“Hace unos días hicimos las obras en la sala de espera del hospital. Cambiamos las sillas de lugar para que miren al escenario en vez de la secreataría, apagamos las luces y todo el espacio se reconfiguró, lo convertimos en un auditorio”, describió Szulkin.
Médicos, enfermeras y hasta el personal de limpieza se acercó a ver las obras. Los especialistas llamaban sus pacientes en voz baja para no interrumpir. La alegría y la sorpresa se apoderaron del espacio.
“Fue emocionante ver el empoderamiento de estas mujeres que pudieron salir de ese lugar pasivo de paciente que recibe de forma unidireccional y lograr un rol activo en su propio proceso de cura. Además, ellas saben lo que es estar en esas sillas, todos los miedos y ansiedades que despierta”, marcó el psicólogo.
En ese sentido, apuntó que las pacientes estaban conmovidas y que nunca imaginaron lo movilizante e indescriptible que sería hacer reír a otro. El compañerismo y trabajo en equipo fue otro de los aspectos que más destacaron.
“La fábrica de historias” continuará durante todo el año en el Hospital Oncológico y por el impacto que generó en las autoras, buscarán llevar sus obras a las salas de espera de otros hospitales. La “gira” empezaría en el Hospital de Niños.
La experiencia de Fabiana y Virginia
En el 2010 a Fabiana Nunciato le diagnosticaron un cáncer en el que en principio no creyó. De todas formas empezó su tratamiento, en una época en la que las salas de quimioterapia estaban llenas. “Juntas lográbamos que las que llegaban llorando se fueran riendo”, relató.
Después de su tratamiento le dieron el alta, pero no sabía cómo seguir. Su vida y su cuerpo eran otros, había sido un “renacer”. Así fue que decidió volver al hospital y desde entonces no se fue.
“Son años de compartir, las chicas ya son mi familia. La mayoría veníamos con historias de baja autoestima y acá encontramos toda la contención y motivación que necesitábamos. Acá transformamos las lágrimas en risas, los cartones en títeres y la tristeza en esperanza”, aseguró Fabiana.
Por su parte, Virginia Oviedo empezó a tratarse en el 2022. “Me palpé en mi pecho derecho y ahí comenzó mi historia”, contó. Después de los resultados el proceso fue muy rápido, la operaron y comenzó enseguida con las quimioterapias.
“Al principio fue duro enfrentar esta enfermedad porque era todo nuevo para mi, pero con la contención del Oncológico y de las chicas logré salir adelante. Fue un gusto hacer esto, este grupo me cambió la vida. Hoy me siento mejor, acepto la enfermedad y creo que esto vino a sanarme”, cerró.
¿Qué son los títeres de sombra?
Los títeres de sombra son un lenguaje particular dentro del teatro de títeres que consiste en siluetas que se proyectan en una pantalla a partir de una fuente luminosa.
Tienen su origen en China e India y aunque se trata de títeres bidimensionales, tienen múltiples posibilidades y mucha versatilidad para representar casi cualquier situación que los participantes deseen.
“En nuestro caso usamos una lámpara especial y jugamos con las dimensiones de luz y sombra”, comentó Szulkin.
Es una técnica simple, fácil de ejecutar, de manipular y usarla no implica una motricidad compleja para las personas.
“Las pacientes trabajan sentadas en una pantalla especial que tenemos y tiene muy bajo costo. Las obras se resuelven mucho más rápido que, por ejemplo, las de títeres de guante que requieren fabricar la cabeza y los vestuarios”, detalló.