Agustina Nievas (22) y Jairo Quevedo (26) son amigos de toda la vida. Se conocen del barrio y de articular acciones en conjunto. En 2020, mientras coordinaban actividades en una escuelita de fútbol en el centro vecinal de San Ignacio, la pandemia de Covid-19 frenó las clases por el aislamiento obligatorio. Todo lo que habían construido hasta ese momento con las generaciones más chicas se empezó a desmoronar.
Lejos de desanimarse, los amigos, junto a otros jóvenes de la vecinal, aprendieron a arreglar pelotas de fútbol que luego donaron a los chicos y a las chicas que debían permanecer aislados por la enfermedad en sus casas y no podían asistir ni al merendero, ni a la escuelita de fútbol.
Esa acción fue la génesis de lo que decantaría después: una cooperativa formal de trabajo. Así surgió “No Se Mancha”, una fábrica de pelotas cosidas a mano, conformada por 10 jóvenes que hoy venden ese producto bajo estándares internacionales.
Agustina y Jairo cuentan que el objetivo del emprendimiento es la generación de trabajo genuino. El nombre que eligieron para sellar ese proyecto es un guiño a la frase histórica que Diego Maradona dijo en noviembre de 2001, la cual se convirtió en una filosofía para entender el fútbol.
Para conformarse como cooperativa contaron con el acompañamiento estatal y de una multiplicidad de organizaciones. Desde el Banco de la Gente hasta el Ministerio de Hábitat nacional que acompañó comprando una máquina; la organización de acompañamiento comunitaria, Casa Pueblo; y principalmente, del Movimiento Evita.
Hoy, siete chicas y tres varones comparten jornada de trabajo. En el hall de la pequeña sede que abrieron en San Ignacio se los puede ver cosiendo los distintos parches para crear las pelotas de fútbol.
“Lo primero que hicimos fue desarmar un fútbol y estudiarlo. Un familiar nos enseñó cómo coser. También vimos tutoriales por YouTube. Con todo esos conocimientos nos largamos”, describe Jairo a La Voz, a lo que Agustina añade risueña: “Nosotros pateamos la pelota. Nos preguntábamos cómo íbamos a hacerlas. Y acá estamos, produciendo pelotas”.
Los balones de No Se Mancha son elaborados con cuero y un respaldo. Eso hace que el producto no se vuelva pesado cuando se moja. Se comercializan en dos tamaños, la número 4 y 5. Como un detalle personal pueden tener estampadas las caras de Maradona o de Messi. El precio de venta es de $ 6 mil.
“Los materiales los compramos en la provincia de Córdoba. Es muy difícil de conseguir”, dice Agustina.
Hoy, el grupo de jóvenes se abastece económicamente del programa Potenciar Trabajo y de una parte del dinero que obtienen con la venta de pelotas. “El 70% de lo que obtenemos lo reinvertimos en nuevos materiales para producir más”, cuenta Jairo.
Buena recepción del producto y sueños a futuro
En junio de este año el grupo recién pudo abrir su local en el corazón del barrio que los vio nacer. “Con mucho esfuerzo logramos alquilarlo. Antes estábamos en el Salón de Usos Múltiples de la vecinal, pero ahí funcionan otras actividades como el merendero y espacios de escucha. Era todo muy reducido”, detalla Agustina.
Consultados sobre las repercusiones que tienen del producto que elaboran y venden, Agustina señaló orgullosa que “han tenido devoluciones muy positivas”.
“Nuestros balones tienen un precio accesible y popular para que las personas los puedan adquirir. Nos ayuda a hacernos conocidos en la comunidad de Córdoba”, dice la joven.
A futuro, el grupo que integra la cooperativa No Se Mancha quiere seguir ampliando su producción y seguir llegando a más sectores populares para que en algún picadito los pibes y las pibas puedan patear una pelota hecha por ellos.
Cómo ponerse en contacto con No se Mancha
Las personas que estén interesadas en conocer más sobre este emprendimiento de la economía popular y adquirir sus productos pueden hacerlo vía Instagram y Facebook.
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