Hay parejas que duermen juntas todas las noches, otras que ni siquiera comparten casa. Pero también están las que eligen verse sólo los fines de semana: se aman, se acompañan, se cuidan, pero cada uno en su casa y con su rutina de lunes a viernes.
Las llamadas “parejas de fin de semana” –conocidas en inglés como only weekend couples (OWC)– comparten un vínculo sexoafectivo estable pero deciden no convivir y verse sólo algunos días, generalmente los fines de semana.
Este modelo, que rompe con la clásica convivencia diaria, de a poco deja de verse como una rareza y va ganando más espacio entre personas que valoran tanto el vínculo afectivo como su autonomía personal.
Silvia Aguirre, psicóloga y sexóloga, analizó este fenómeno desde su experiencia clínica: “Cada vez hay más rupturas de pareja. En las ciudades, la ruptura previsible ronda el 50%. Frente a este panorama, algunas personas no renuncian al amor ni al deseo de compartir un vínculo, pero buscan formas nuevas de sostenerlo”.
Según Aguirre, estas parejas son reflejo de las transformaciones familiares de las últimas décadas: “Hay cambios laborales, hijos de relaciones anteriores que pasan a vivir con el otro progenitor, agendas imposibles. Entonces aparece esta opción: mantener la relación sin convivir”.
En esa línea, la médica y sexóloga Gabriela Uzal explicó: “Estas parejas privilegian la autonomía, el deseo sostenido en el tiempo y una forma distinta de cuidar la intimidad. Valoran la calidad del encuentro más que la cantidad, y se organizan con acuerdos claros que les permiten sostener tanto el lazo afectivo como su individualidad”.
Acuerdos conscientes, vínculos flexibles
A diferencia de la pareja tradicional, que convive y comparte una cotidianidad plena, quienes adoptan la modalidad de fin de semana acuerdan previamente cuándo y cómo se encontrarán.
Esto no implica falta de compromiso: “No es evitar el compromiso, sino redefinirlo desde un lugar más consciente y menos impuesto. Muchas veces se trata de personas mayores de 30 o 40 años, que ya han tenido experiencias anteriores, que valoran su tiempo personal y que deciden priorizar el deseo”, sostuvo Uzal.
Noelia, de 39 años, mantiene desde hace 17 años una relación bajo esta modalidad. Con su pareja no tiene hijos y no se plantean tenerlos. “Desde el principio supimos que no íbamos a tener un proyecto familiar tradicional, así que cada uno siguió con su casa, su rutina y sus tiempos. Nos vemos sólo los fines de semana y la verdad es que no lo cambiaríamos por nada”, contó en diálogo con La Voz.
Según relató, esta forma de estar juntos se dio de manera natural, sin grandes planes. “Fue algo que al principio planteó él, pero con el tiempo yo también decidí mantenerlo así porque me hace bien y me siento cómoda”, afirmó.
Para Aguirre, este tipo de parejas también surge como una forma de evitar el desgaste que produce la vida en común. “Algunas personas quieren seguir en el vínculo, pero sin la cotidianidad de lunes a lunes. Ven los fines de semana como un espacio de disfrute, más relajado, donde pueden compartir sin las tensiones de la rutina”.
Noelia explicó por qué eligieron esta modalidad: “La razón principal es porque no queremos entrar en esa rutina. Vemos que muchas discusiones de las parejas tienen que ver con la vida diaria: quién hace las compras, quién cocina, los horarios. Todo eso nos parece aburrido y estresante. Entonces, preferimos vernos cuando realmente tenemos ganas de estar juntos, sin obligaciones”.
Una crítica al modelo romántico
La elección de no convivir también pone en cuestión el guion social que asocia el amor con la fusión total. “No todos desean compartir todo. Hay una crítica implícita al modelo romántico clásico. Algunas personas no quieren asumir el rol tradicional de cuidadoras dentro de la pareja. Por eso, este modelo aparece con más frecuencia en mujeres que buscan preservar su espacio”, advirtió la especialista.
La flexibilidad es clave. Algunas parejas mantienen esta dinámica como forma definitiva; otras la usan como transición para ver si pueden (o no) convivir en el futuro.
“Pasar de una relación sin convivencia a una convivencia total, de cero a cien, puede generar mucho miedo. Para algunas parejas, verse los fines de semana es una manera de probar cómo se llevan en la práctica, sin lanzarse de lleno”, dijo Aguirre.
Pero también existen diferencias internas dentro de estas parejas. En ese sentido, Uzal advirtió: “No siempre es tan armónico. A veces, uno de los miembros desea este formato y el otro lo acepta como forma de no perder el lazo. En esos casos, puede haber una asimetría emocional que no se sostiene en el tiempo”.
Por eso, la sexóloga insiste en que estos vínculos deben estar basados en la honestidad y en el deseo real de ambas partes.
¿Moda, elección o necesidad?
Para las especialistas, hablar hoy de “parejas de fin de semana” puede sonar novedoso, pero no lo es. “Este tipo de relación existe desde hace mucho tiempo”, aclaró Uzal. Personas separadas por razones laborales, parejas a distancia, o simplemente personas que no quieren convivir ya adoptaban este modelo. ”Hoy lo nombramos, lo visibilizamos, pero no es nuevo”, afirmó.
Tampoco es una receta para todos los casos. Las especialistas marcan que es una modalidad que puede funcionar muy bien si ambos la eligen libremente, pero, si alguno la acepta en detrimento de lo que realmente desea, el vínculo puede volverse insatisfactorio. “La clave está en los acuerdos y en la comunicación constante”, dijo Aguirre.

Noelia lo resume así: “Nunca nos planteamos tener hijos, ni vivir juntos. Cada uno armó su mundo y así seguimos. Yo soy muy acelerada, él es más tranquilo. En los fines de semana, buscamos un punto intermedio. A veces me quedo en su casa, otras él viene a la mía. Pero lo importante es que nos elegimos todos los fines de semana. Para nosotros, eso es suficiente”.
Nuevas formas de estar juntos
Las only weekend couples, o parejas de fin de semana, no son una moda pasajera ni una excusa para evitar el compromiso. Son parte de una transformación más profunda: la que atraviesa las ideas tradicionales del amor, de la convivencia y del cuidado mutuo.
En lugar de replicar modelos que no se ajustan a sus deseos o realidades, estas personas eligen construir un tipo de vínculo que respeta el espacio propio y, a la vez, permite compartir desde otro lugar.
“Lo interesante es que estas formas de relación, con sus luces y sombras, nos invitan a revisar las ideas heredadas sobre el amor, el tiempo y la compañía. Nos recuerdan que no existe una única forma de vincularse, pero sí, la necesidad de cuidar el deseo propio y ajeno con honestidad y respeto”, concluyó Uzal.