Un equipo de investigadores internacionales de la Universidad de Oxford, entre ellos, la científica cordobesa Sandra Díaz, del Imbiv-Conicet-UNC y becaria de la universidad inglesa, pidió la creación de un “Índice de Relación con la Naturaleza” (IRN) para que se sitúe junto con el Índice de Desarrollo Humano (IDH).
El artículo fue publicado en la prestigiosa revista científica Nature con el título: “Un Enfoque aspiracional para los futuros planetarios”. Y es el resultado de una colaboración internacional innovadora liderada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El objetivo de los científicos es rastrear cómo los países están mejorando las relaciones humanas con el resto de la vida en la Tierra. Incluye una naturaleza próspera y accesible; el uso responsable de los recursos naturales y la protección de los ecosistemas, y convierte a estos en objetivos medibles para el progreso.
El mensaje de los expertos es simple pero esencial: “La forma en que hablamos y medimos el progreso debe cambiar, porque las medidas actuales como el PIB, e incluso el IDH, no tienen en cuenta cómo nos relacionamos con el resto de la vida en la Tierra”.
Caso contrario, el declive de la naturaleza continuará, con consecuencias para todos los habitantes, afirman.
La iniciativa ofrece esperanza y propone una nueva forma de avanzar. Además de un marco global que mide qué tan bien las personas y la naturaleza están prosperando juntas.
El NRI se estrenará en el Informe sobre Desarrollo Humano de 2026, con el objetivo, a largo plazo, de realizar actualizaciones periódicas a nivel de país, al igual que el IDH.
Además de Díaz, los otros integrantes del estudio son: los profesores Yadvinder Malhi y Samira Barzin del Centro Leverhulme para la Recuperación de la Naturaleza de la Universidad de Oxford, Peter Frankopan, Molly Grace, y los becarios de la Oxford Martin School Erle Ellis, Sandra Díaz y Hannah Ritchie.
Relaciones beneficiosas
Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD y autor colaborador, dijo que durante décadas el enfoque de desarrollo humano inspiró el progreso mundial al centrarse en la capacidad de las personas para vivir más tiempo y de modo saludable, con acceso al conocimiento y a un nivel de vida digna.
Sin embargo, “frente al peligroso cambio planetario actual, debemos elevar nuestras ambiciones, lo que significa visualizar el progreso y el desarrollo para incluir relaciones saludables y mutuamente beneficiosas con el mundo viviente”, remarcó.
En tanto, Yadvinder Malhi, coautor y director del Centro Leverhulme para la Recuperación de la Naturaleza de la Universidad de Oxford, manifestó que existe la necesidad de visiones a futuro claras, pero esperanzadoras y viables. “La crisis planetaria es profunda, pero también es una invitación a repensar nuestra relación con la Tierra”, sumó.
¿Qué significa este índice para el planeta?
La multipremiada ecóloga Sandra Díaz, reconocida por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo, explicó a La Voz que la idea del IRN es monitorear cómo los países van mejorando su relación con el entramado vivo del planeta.
Además, tiene tres dimensiones o “patas” principales:
- La naturaleza saludable y accesible que mide el tamaño y la accesibilidad de las áreas silvestres. Y no sólo los parques nacionales y reservas ecológicas, sino también espacios verdes en ciudades, caminos, paisajes agrícolas que sostengan vida silvestre, vegetal y animal, accesibles a toda la población.
- La naturaleza usada con cuidado, sobriedad y respeto: evalúa la sostenibilidad de las cadenas de producción y penaliza el consumo suntuario y el gasto excesivo.
- La naturaleza institucionalmente protegida: analiza en qué medida la protección de la vida no humana está contemplada en la legislación y su reglamentación.
IRN en desarrollo
La científica cordobesa dijo que el IRN aún está a nivel de prototipo, o sea, a nivel conceptual y con propuestas aún no cerradas o pulidas sobre las mejores métricas cuantitativas para estimarlo.
“Nos falta encontrar esas métricas, esos termómetros específicos que midan el nivel de salud de nuestra relación a lo largo de esas tres dimensiones”, subrayó.
Pero, de modo general, un IRN muy alto reflejaría que un país tiene una relación de apreciación, de convivencia respetuosa con la vida no humana.
“También sería necesario que la naturaleza silvestre esté cerca y accesible de los paisajes donde la gente desarrolla su vida cotidiana”, indicó.
Países con IRN alto
Díaz remarcó que un IRN alto requeriría que un país haya contemplado, en su legislación y en la aplicación de dicha legislación, salvaguardas y estándares que tengan en cuenta la naturaleza: niveles máximos de contaminantes, prohibición de actividades dañinas para los seres humanos o no humanos; estudios de impacto ambiental rigurosos, independientes y vinculantes; incentivos para actividades que favorecen la salud de la gente y otros seres vivos, y penalidades no simbólicas para actividades que atentan contra ellas.
En otras palabras: los países que invierten en espacios compartidos para la naturaleza y las personas, aire y agua limpios, y la restauración de los ecosistemas podrían ver aumentar su NRI, recompensando la acción positiva en lugar de simplemente registrar el declive.
Qué cambiar
La ecóloga planteó que, en la relación entre la naturaleza y las personas, lo que hay que cambiar son las ideas subyacentes al modelo de producción en el que las sociedades están inmersas.
“Cambiar la idea de que hay que consumir cada vez más para ser felices, que el éxito tiene que ver con el consumo obsceno si es que una lo puede pagar; la idea de que la desigualdad social y ambiental entre las personas es algo tolerable y sostenible”, afirmó.
Además, cambiar el pensamiento de que “estamos solos”, en el sentido de que el resto de lo que nos rodea son objetos y no seres.
La científica expresó que, aunque todo parece idealista e irrealizable, la idea fundamental detrás del IRN es salir al cruce de la narrativa de “para qué preocuparse, para qué pensar en hacer una diferencia para el bien común y el futuro, si total ya todo está perdido y no se puede hacer nada”.
“Hay que salir al cruce de esta visión que nos paraliza, con la capacidad de las personas de hacer una diferencia en la acción, particularmente cuando se organiza de modo colectivo, hacia un futuro mejor y más justo para toda la vida humana y no humana”, finalizó.
Sobre la Universidad de Oxford
La Universidad de Oxford fue fundada en 1096, y es reconocida como la institución más antigua del mundo angloparlante, y un símbolo de excelencia académica y en investigación. Y alberga a talentos de todo el mundo.
Fue calificada por el Times Higher Education World University Rankings como la universidad número uno por noveno año consecutivo, y número tres en el QS World Rankings 2024.
A través de su brazo de investigación, Oxford University Innovation, Oxford es la universidad con mayor número de patentes presentadas en el Reino Unido y ocupa el primer lugar en ese país en cuanto a empresas derivadas de la universidad.
Desde 1988, creó más de 300 nuevas empresas. Y más de un tercio se crearon en los últimos cinco años.
