Los generales Manuel Belgrano y José de San Martín junto al almirante Guillermo Brown. También por ahí se los ve a Bernardino Rivadavia, José María Paz, Domingo Faustino Sarmiento y Roque Sáenz Peña.
Bartolomé Mitre, Mariano Moreno, Justo José de Urquiza, Julio Argentino Roca y Carlos Pellegrini, y hasta Garibaldi, dicen además presentes en el mismo lugar.
Todas estas figuras relevantes de la historia nacional forman parte a través de imágenes confeccionadas en cerámica de la terraza del Palacio Tampieri, un emblemático edificio de San Francisco que conserva en cada metro construido infinidades de historias.
Actualmente sobre este sitio, que pertenece desde hace varias décadas a la Municipalidad, se trabaja en la segunda etapa de su restauración interna y externa. La primera consistió de obras clave para mantener la vieja estructura firme.
Estas figuras fueron descubiertas estos últimos días cuando el intendente Damián Bernarte recorrió los trabajos en el edificio.
A través de una escalera de obra, la prensa pudo acceder a la cubierta del palacio y conocer y dar a conocer otro aspecto histórico y novedoso de esta joya arquitectónica construida a inicios de la década del 30 del siglo pasado.
Julio Fabry, exsecretario de Gobierno municipal, en una reseña del libro Conozcamos y preservemos San Francisco, refiere al palacio y destaca sobre esta terraza que todo su perímetro “está decorado con escenas de paisajes diversos, realizados en cerámica esmaltada, y circunscriptos por bombitas de luz colocadas a poca distancia entre sí”.
Aclara que las imágenes destacan un paisaje urbano que quizás pertenezca a alguna ciudad americana en la época colonial, en la que se observa al final una iglesia.
Además, se ubican otras imágenes que recrean sitios de poblaciones europeas, con reminiscencias italianas en las que se observan puentes de piedra, más iglesias, antiguas construcciones amuralladas rodeadas de montañas, entre otras.
El único ingreso a esta gran terraza era por medio de un ascensor, el primero incorporado a una casa de familia en la ciudad de San Francisco.
“En las paredes de la terraza se pueden observar cuadros en mayólica de próceres argentinos e italianos hermanados en un común ideal”, destacó Ricardo Miguel Ángel Tampieri, nieto de Ricardo Edgardo Tampieri –empresario y dueño del palacio- en su libro “Crónicas de un inmigrante bolognés”.
Un mural dedicado a un amigo
Entre tanto prócer, emerge la figura de un joven llamado Esteban Repetto, con su uniforme de marino. Es el “no famoso” de la serie.
Ricardo Tampieri, quien llegó al país proveniente de Bolonia, Italia, en 1890 y con tan solo 12 años, lo recuerda como un “amigo de la infancia, teniente de fragata”. La diferencia de edad entre ambos era de seis años, a favor del Repetto quien se convirtió en miembro destacado de la Marina durante la primera mitad del siglo XX.
Esa amistad quedó aun más marcada cuando el 12 de agosto de 1953, los restos de Tampieri -que había muerto el 7 de junio de ese año en Italia- llegaron en barco al puerto de Buenos Aires en el vapor Conte Grand. Allí lo esperaban familiares y amigos para trasladar el cuerpo a San Francisco y fue Repetto quien mediante una oración fúnebre lo despidió en nuestro país, según contaron a La Voz desde el Archivo Gráfico y Museo Histórico (AGM).
El sueño del museo
Levantar el Palacio Tampieri llevó 14 meses. La obra fue diseñada por un arquitecto rosarino -de apellido De la Rúa- y necesitó de 70 obreros de la construcción.
De estilo arquitectónico ecléctico, en sus plantas posee un detalle que lo hace más icónico aun, ya que los materiales llegaron en barco desde Europa, dado que la ciudad natal del empresario era la italiana Bolonia.
Como la terraza, cada espacio de este lugar está impregnado de anécdotas y de detalles que lo hacen mágico. Es por eso que una vez finalizada su restauración la idea es convertirlo en museo.
La inversión para esta nueva etapa, la segunda, es de $312.091.083 y el plazo de ejecución de 12 meses.
Enrique Zanni, arquitecto y encargado de la patología estructural, detalló que el primer paso de esta segunda etapa será cerrar lo que definió como la “cáscara” del lugar, es decir, hermetizar el edificio por fuera.
“La primera etapa fue estabilizar lo estructural, y ahora que no se mueve más, la idea es terminar de coser todas las grietas que tiene y hermetizarlo, tanto cubierta de techo como fachadas y de ahí ingresaremos para restaurar la parte interna del lugar conservando las técnicas constructivas, los materiales”, afirmó.
La obra tiende tanto a conservar el edificio en aquellas partes que no han sufrido degradaciones severas o destrucciones, como a restaurarlo en los sectores afectados.
