Hace seis meses, la pequeña Leila, de 6 años de edad, quedó enamorada del violín al ver un video de otra niña tocando ese instrumento. Fue causal, pero generó enamoramiento a primera vista. Y a primer oído.
De inmediato le dijo a su mamá que quería hacer lo mismo. Pero el dinero que necesitaban para comprar uno fue un obstáculo que decidieron sortear juntas.
Así decidieron armar un pequeño emprendimiento para juntar los recursos y poder llegar al objetivo que se plantearon.
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Después de pensar un poco, pusieron manos a la obra y empezaron a fabricar praliné para vender en los negocios del barrio en que el que viven, en la ciudad cordobesa de Colonia Caroya.
El video de Leila contando lo que estaban haciendo se viralizó de inmediato y las ventas no pararon de crecer hasta que finalmente pudieron comprar a “Victoria”, que es el nombre que la niña le puso a su primer violín.
Luego, se contactaron con la profesora Belén Sarmiento, que también estaba conmovida con la historia de esta pequeña niña. Apenas entró a la escuela de Velia Puiatti, donde enseña música y canto, la conquistó. “Es una alumna muy especial, tiene un carisma enorme”, relató a La Voz.
Y añadió: “Me contactó su mamá, me dijo que Leila quería tomar clases y estaba en este emprendimiento de vender praliné para comprar el violín, así que yo emocionadísima le dije que sí. Desde el primer momento que abrió la puerta y entró, conquistó mi corazón”.
Querer hacerlo
La protagonista de esta historia mostró orgullosa su violín y relató que cuando vio a esa chica tocando, de inmediato sintió que también quería hacerlo.
“Le dije a mi mamá que vendamos praliné y nos pusimos a vender”, simplificó la pequeña, mientras se preparaba para tocarnos una de las canciones que ya aprendió.
Si bien admitió que al principio se le “complicó un poquito”, todos los viernes es la primera en llegar a la clase y ensaya durante la semana en su casa para mejorar su técnica.
“Les quiero agradecer a todos los que me compraron praliné, acá tengo mi violín, todo se hace con esfuerzo, gracias por todo, mi corazón se pone muy feliz, los quiero”, fue el mensaje que grabó para enviar a todos los que colaboraron para que ella pueda cumplir el sueño de tener su primer violín.
Leila se convirtió en todo un personaje en Colonia Caroya y, aunque ya logró la meta, sigue adelante con el emprendimiento. Violín y praliné.
