Agustín García tiene 21 años y recorre cada día, de lunes a viernes, más de 100 kilómetros para cursar sus estudios de Ingeniería Industrial en la ciudad cordobesa de San Francisco.
Parte en auto desde su casa en la pequeña localidad santafesina de Ramona, distante a poco más de 50 kilómetros de San Francisco. Pero no lo hace solo, sino que quien comanda cada día el volante para salir a la ruta es Elbio García (66), su papá y compañero incondicional.
Para ellos no hay tormentas, días fríos o calores sofocantes que detengan su marcha. El objetivo es que Agustín llegue a clases en el edificio del Centro Regional de Educación Superior (Cres).
“Lleva la carrera al día, es responsable, consciente, porque sabe que su futuro es esto. El tren pasa una vez, si te subís, bien, sino te quedás. Siempre digo que la única herencia que va a recibir es el estudio, otra no hay. A través de eso debo marcar el camino para que sea un profesional y acompañarlo es una gran satisfacción”, indicó Elbio a La Voz.
También destacó a Miriam, su pareja y mamá del joven, en lo que considera un trabajo en equipo.
Acompañar desde el primer día
El mate, la radio y el celular son la compañía de Elbio mientras espera a su hijo entre cinco y seis horas cada día, tiempo que implica el cursado de las diferentes materias.
El hombre está hoy jubilado. Terminó la escuela secundaria en una nocturna a los 23 años y después, pese a las adversidades porque ya trabajaba desde joven, decidió seguir una carrera en la Universidad del Litoral, en la ciudad de Santa Fe. Eligió estudiar de manera libre Abogacía, aunque debía al menos viajar los lunes y tomar dos colectivos para llegar.
Sin embargo, pudo mantener ese ritmo de vida unos nueve meses: “Me di cuenta que no podía seguir, estaba trabajando también en esa época, por lo que tuve que dejar los estudios”, explicó.

Elbio buscó que su historia no se traslade a su único hijo, por eso decidió acompañarlo: “Vinimos ese primer día cuando empezó el cursillo con la mamá. Y desde ahí siempre, siempre. No tenemos un micro directo entre Ramona y San Francisco; además se nos complicaba alquilar un departamento y afrontar otros gastos como en comida, internet, entre otras cosas. Por eso tomamos esta decisión”, contó.
El agradecimiento de Agustín
Agustín cursa actualmente el cuarto año de la carrera que dicta la UTN de San Francisco, que consta de cinco años más la tesis.
En cada momento de la charla, reconoce el compromiso de sus padres: “Soy consciente que no solo es para mí sino para que ellos también se sientan orgullosos. La carrera la llevo bien, el primer año fue difícil, pasar del secundario a una ingeniería me resultó complicado. En el segundo año el camino de la ingeniería se me aclaró, me gustó mucho más la carrera y ahí le metí hacia adelante dando en cada examen lo mejor”, señaló.
A Elbio, quien lo lleva, espera y trae cada día en su auto -su madre se queda en Ramona atendiendo un negocio familiar-, Agustín lo definió: “Siempre fue un padre presente, de chico jugaba al rugby y de Ramona iba a Rafaela (otra ciudad santafesina), también me llevaba, me esperaba en el entrenamiento y volvíamos”.
El futuro ingeniero industrial contó que quisiera quedarse en San Francisco cuando se reciba y proyecta insertarse en el mercado laboral desde este próximo verano para dar sus primeros pasos en la profesión que eligió.
También -entiende- sería una oportunidad para poder costear un alquiler y ayudar así a sus padres.

San Francisco, polo educativo
Según se informó desde el Cres, históricamente entre el 55% de los inscriptos a sus carreras son de San Francisco, mientras que el resto, en gran parte, se divide entre el eje norte del departamento San Justo (la línea que va de Freyre a Morteros) y el oeste santafesino.
Asimismo, reconocen que la mayoría de sus graduados trabajan en el campo disciplinar para el cual se formaron, acobijados por el ecosistema industrial y productivo de la ciudad del este cordobés.
Germán Fassetta, secretario de Educación y Vinculación Productiva de la Municipalidad de San Francisco, explicó que San Francisco supo construirse desde el 2007 en un Polo Educativo con carreras de nivel superior.
“Ha sido una política pública que se sostuvo a través de los años y permitió que jóvenes de la ciudad y de la región puedan acceder a carreras universitarias, que se puedan formar en la ciudad y que esta sea un faro de atracción al momento de elegir dónde estudiar”, destacó.
Recordó que dicha política pública tuvo gran impulso en 2013 cuando nació el Cres, a través de un convenio entre el municipio, la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) y la UTN local. Hoy, suma más de 300 sus graduados.
“Existe un dato que no se puede soslayar y tiene que ver con la movilidad social ascendente que permiten estos proyectos como el Cres. Alrededor del 80% de los futuros graduados suelen ser el primer profesional de la familia”, sostuvo el funcionario.