La Cámara de Diputados decidió este jueves darle media sanción al proyecto que propone modificar el huso horario en la Argentina presentado por el legislador radical Julio Cobos. De aprobarse también en la Cámara Alta, se deberá retrasar una hora los relojes de todo el país.
La hora actual en Argentina está fijada en UTC-3 (o sea, tres horas al oeste del Meridiano de Greenwich) y algunas ciudades cordilleranas entran en el UTC-4. Sin embargo, este no es el huso horario que nos corresponde sino el UTC-4 en la mayor parte del territorio y UTC-5 en la zona cercana a la cordillera.
El proyecto busca alinearnos con el huso horario correcto y también habilita a volver al huso de-03 GMT durante el verano para luego retomar el fijado por la nueva reglamentación.
Cabe recordar que en 2007, en Argentina se aprobó la Ley 26.350, que implementó el sistema de horario de invierno y verano y alternaba entre UTC-3 y UTC-4 según la estación. En 2009 la norma quedó suspendida y los cambios volvieron a depender de las decisiones del gobierno en el poder.
Efectos biológicos
Con este cambio en puertas de concretarse varios expertos señalaron los beneficios de modificar el horario actual como el uso más eficiente de la energía. Pero además, explicaron las consecuencias negativas de conservarlo para la salud, el rendimiento físico y el estado de ánimo.
Para tener un correcto funcionamiento, el reloj biológico debe sincronizarse con la luz. Así ocurre que la luz del crepúsculo y del atardecer adelantan y retrasan, respectivamente, la hora endógena. Sin embargo, en términos prácticos el principal estímulo sincronizador es la luz de la mañana, que además tiene efectos positivos en el alerta y el estado de ánimo.
“Desde el punto de vista cronobiológico los efectos de alinearnos con el huso horario que nos corresponde serían muy positivos, es más, no veo desventajas. Los argentinos tenemos la costumbre de cenar muy tarde, a su vez los chicos entran muy temprano al colegio”, dijo a La Voz María Ana Contín doctora en Ciencias Químicas, Investigadora del CONICET y docente de la UNC.
La especialista explicó que biológicamente estamos adaptados a una alternancia entre el día y la noche y que además tenemos ritmos circadianos que nos ponen en funciones según las distintas estaciones del año.
“En invierno, si bien nos adaptamos a que amanece más tarde, el hecho de que estemos en un huso horario que no nos corresponde, hace que para nosotros sea demasiado tarde. Nuestra fisiología nos despierta antes sin que amanezca y eso, sobre todo para los adolescentes, es bastante perjudicial”, advirtió.
Los adolescentes entre 10 y 17 años se encuentran en pleno desarrollo de la corteza prefrontal, por lo que necesitan más horas de descanso. Contini asegura que levantarlos antes de las 9 de la mañana tiene un serio impacto en su rendimiento académico, que tiende a disminuir considerablemente.
Dos husos horarios
Pero incluso volviendo al UTC-4, la zona cordillerana seguiría desfasada, por lo que la investigadora sostiene que, sin considerar consecuencias económicas y desde un punto de vista puramente científico, lo ideal sería que el país tuviese dos husos horarios.
“También sería importante que se hagan cambios de horario como se solía hacer hasta 2009. Si en verano no cambiamos nuevamente el horario vamos a quedar muy desfasados. Al comienzo del otoño y al comienzo de la primavera son los momentos en que deberían hacerse los adelantos y atrasos de hora”, afirmó.
Y agregó: “Una hora no es una modificación significativa para nuestro reloj interno. En una semana, como mucho, ya estás adaptado. Un cambio mayor a cuatro horas si podría considerarse un período notable”.