En un innovador programa que lleva 13 años transformando vidas tras las rejas, el rugby se convirtió en una poderosa herramienta para la reinserción social y laboral de personas privadas de su libertad en Córdoba.
Marcelo Ruiz, coordinador del proyecto Ruaj, habló en exclusiva con La Voz y comentó como lo comenzó como una iniciativa de la pastoral carcelaria, superando prejuicios y resistencias, hoy muestra resultados sorprendentes en la reducción de la reincidencia delictiva.
De la resistencia al éxito en la cancha y la vida
El proyecto, impulsado por voluntarios con una profunda convicción, nació de la invitación de un sacerdote a visitar una cárcel, lo que cambió la perspectiva de los involucrados.
A pesar de los prejuicios sobre el rugby como un deporte violento, la insistencia de los organizadores logró la aprobación de las autoridades, aprovechando la confianza ganada por la pastoral carcelaria. Inicialmente, el programa se implementó en módulos de máxima seguridad (MX2), con entrenamientos en patios de visita y en una “cancha híbrida” de cemento y tosca.
Un punto de inflexión fue la decisión de enfocarse en módulos donde los internos ya contaban con condenas (MD2), lo que generó “más esperanza” y una visión clara de futuro para los participantes, al conocer sus fechas de salida.
Pilares del proyecto: disciplina, espiritualidad y respeto
Para ser parte del equipo de rugby, los internos deben ser invitados por un “padrino” que les explica que no es solo jugar, sino un compromiso mucho más profundo. El programa se asienta en varios pilares fundamentales que buscan la transformación integral del individuo:
Espiritualidad: Se trabaja en la liberación del espíritu y la limpieza del corazón, invitando a los participantes a dejar “todo lo malo afuera” antes de entrar a la cancha, incluyendo agresividad, violencia, enojo y adicciones. Aunque representa a la iglesia católica, el programa está abierto a personas de todos los cultos.
Disciplina y respeto: El rugby es un deporte formador de carácter, basado en la disciplina y el respeto. Se trabaja intensamente en ser disciplinados, respetar al árbitro y al entrenador, y jugar “callados”. Esta disciplina es clave para la adaptación a la sociedad y el ámbito laboral tras la liberación.
Trabajo en equipo y apoyo: El rugby exige colaboración constante. Los valores de trabajo en equipo y apoyo mutuo son fundamentales en la cancha y se traducen en la vida, simbolizando el avanzar “todos juntos hacia adelante”.
Superación: La metáfora de “caerse y volverse a levantar” después de un tackle en el rugby se extiende a la vida misma, enseñando a no permanecer caído ante las adversidades. Cada “try” o paso hacia adelante simboliza el alejarse de la oscuridad del pasado y dejar atrás “la mochila de las cosas malas”.
Es importante destacar que, a pesar de las percepciones erróneas, el rugby es un deporte de contacto, no de violencia. Los voluntarios enfatizan que la violencia surge de la reacción post-contacto, no del acto del tackle en sí.
El trabajo digno: clave contra la reincidencia
El objetivo primordial del programa es conseguir fuentes de trabajo digno para los jóvenes apenas salen en libertad. Esta es considerada la única forma de evitar que regresen a su vida anterior.
Los esfuerzos de reinserción laboral incluyen:
Retorno al origen: Muchos jóvenes vuelven a sus pueblos y retoman profesiones o trabajos familiares.
Evaluación y capacitación: Voluntarios externos evalúan perfiles para empleo en relación de dependencia. Si no son aptos por su carácter o tiempo en prisión, se les financian cursos de oficios (ej. gasista matriculado, electricista) para que puedan trabajar de forma autónoma.
Incentivos para empleadores: Se negocia con empresarios un “entretiempo” inicial de 1-2 meses, llegando a cubrir hasta la mitad del sueldo para incentivar la contratación.
“Club de Empresas”: A futuro, se está organizando un club de empresarios cordobeses cuya membresía principal será ofrecer un puesto de trabajo.
“El fundamento principal que tiene hoy día nuestro camino, nuestro horizonte, es conseguir fuentes de trabajo para que los muchachos apenas salen en libertad, entren a trabajar. Porque es el único formato que sirve para que ellos no tengan ningún tipo de posibilidad de pensar de volver a la vida anterior”, aseguró Marcelo.
Impacto medible y un futuro prometedor
El éxito del programa es innegable. Mientras que la reincidencia delictiva a nivel internacional se estima en un 70% (7 de cada 10 reinciden), este proyecto asegura que baja a un 5% (5 de cada 100).
En el caso específico de Córdoba, los responsables afirman que “casi no tenemos reincidencia” entre los participantes, sin haber visto a nadie regresar al programa o a la cárcel. “Más de 30, 40 personas que habían salido en esto en 2024 y 2025 que estaban trabajando”, aseguró Marcelo.
Es fundamental que los jóvenes asuman su responsabilidad: “Se les da la herramienta, se les da la caña para que pesquen, porque nosotros les vamos a enseñar a pescar, pero los que tienen que pescar son ellos”, y si reinciden, las puertas del programa se cierran definitivamente.
La emoción de ver a los jóvenes en libertad y transformados es el “mejor regalo” para los voluntarios. Este proyecto no solo rehabilita, sino que redefine el futuro de muchas personas, ofreciéndoles una verdadera segunda oportunidad a través de los valores y la disciplina del rugby.