En general, los adolescentes que cumplen la mayoría de edad y egresan de residencias y hogares convivenciales no cuentan con una familia que los espera afuera. Y así deben aprender a sostenerse solos sin ninguna red afectiva.
Con base en la necesidad de acompañarlos en este proceso de autonomía es que surgió “Proyecto Resiliente”, una iniciativa de la fundación Córdoba en Acción en conjunto con Senaf y Organizaciones de Gestión Asociada (OGAS).
“Muchos jóvenes que salen de los dispositivos de protección quedan solos en el momento más vulnerable de sus vidas. Algunos no tienen ni un techo, ni un plato de comida asegurados”, aseguró a La Voz Natalia Estevez, presidenta de la fundación.
El proyecto busca ser una red de contención para evitar que terminen en situación de calle, adquieran malos hábitos o caigan en el delito. Para eso les brindan un lugar transitorio donde puedan reconstruirse desde el amor, la rutina y el cuidado.
“Cada una de estas historias que logramos transformar es una batalla ganada a la exclusión y la indiferencia. Cuando los acompañamos, los rescatamos del abandono, y cuando creemos en ellos les devolvemos la oportunidad de una vida distinta”, afirmó Estevez.
Cómo empezó
La iniciativa de acompañamiento comenzó en octubre de 2024, después de observar la realidad de pre-adolescentes y adolescentes que intentaban adaptarse a un nuevo hogar. Córdoba en Acción trabajaba en conjunto con la Fundación Sierra Dorada, que contaba con hogares de niños en varias sedes. Pero por cuestiones económicas, todas ellas cerraron y sobrevivió solo una.
“Tras esos cierres, vimos la problemática de los chicos que se distribuyeron en familias. A los menores de 5 años fue más sencillo vincularlos en un nuevo contexto, pero había dificultades con los más grandes. Las convivencias no funcionaban, tenían crisis y muchas familias devolvían a los chicos”, relató Santiago Mondati, de Córdoba en Acción.
Cuando esto sucedía, el niño volvía al hogar donde se encontraba, pero en este caso no tenían a dónde hacerlo. Así derivaban en residencias u hogares nuevos, de los cuales muchos terminaban escapándose.
“Los chicos de entre 15 y 18 años legalmente pueden independizarse, por eso no se los puede retener en los dispositivos de cuidado. Muchos se iban y terminaban con problemas de consumo, violencia o abuso. Teníamos que hacer algo porque no hay un marco institucional que acompañe a ese grupo etario”, contó Mondati.
En qué consiste
El Proyecto Resiliente busca acompañar a estos jóvenes en su proceso de independencia con el apoyo de referentes adultos que los ayuden a tomar decisiones. Esto se aborda desde un enfoque integral que incluye varias aristas.
De ser necesario, se les ofrece un lugar donde vivir temporalmente; les enseñan oficios como panadería, cocina y peluquería; les ofrecen tratamiento psicológico y apoyo escolar; y trabajan en hábitos básicos como higiene, alimentación, manejo del dinero y organización del hogar.
“Pero sobre todo los acompañamos desde el amor, la constancia y la presencia, porque sabemos que la resiliencia no se construye solo con recursos, sino también con abrazos, confianza y oportunidades reales. Por eso les enseñamos a vivir fuera de la violencia, a confiar, a proyectar y a volver a soñar”, apuntó Natalia.
La iniciativa involucra chicos de entre 15 y 18 años, pero también contienen a jóvenes de 19, 20 o más que necesitan una guía de algún tipo en esta etapa. Hoy acogen a cinco adolescentes y el objetivo es incluir a unos 10 en total. “Directamente tenemos a tres chicos e indirectamente a dos más que viven con sus familias, pero a los que les proveemos tratamiento psicológico porque sus recursos son limitados”, detalla Santiago.
Hoy ninguno vive en la fundación. Esta opción se analiza en cada caso y se activa de ser necesario, pero a lo que se apunta es a que puedan vivir solos para completar su proceso de independencia. Por esto se los impulsa a buscar un trabajo, capacitarse o completar sus estudios.
Áreas claves
Desde el proyecto buscan abordar las necesidades de cada chico en cuanto a salud, educación, vestimenta, comida y recreación. Dentro de este espectro, la salud mental es un área principal para encarar.
Cada niño que ingresa al programa debe asistir a una sesión psicológica por semana como requisito. Para esto cuentan con una terapeuta en la institución que también los asiste en otras actividades de la fundación.
La educación es otro aspecto clave y por ello tienen apoyo escolar de lunes a viernes. Voluntarias de la organización realizan esta tarea para acompañarlos en su formación.
“Muchos chicos no fueron estimulados o tuvieron conflictos con la alimentación, por eso en algunos casos hacemos una valoración con profesionales para saber si hay alguna dificultad cognitiva o del aprendizaje, y ayudar a cada uno en sus necesidades particulares”, aclaró Santiago.
Fomentar la autonomía es otro de los pilares fundamentales y, en ese marco, la panadería social “Masamadre” es un medio para generar independencia en los jóvenes.
Creada hace dos años, surgió con el objetivo de brindar un lugar de trabajo digno para madres solas que no podían encontrar en un trabajo formal. Hoy sigue funcionando así, pero mientras ellas producen los chicos se encargan de vender los productos
“De la ganancia que tienen, nosotros les damos el 50% y el resto lo usamos para cubrir, al menos, una parte de sus gastos. La idea es que aprendan a administrar y afrontar sus gastos como el celular, el transporte, el alquiler o la luz, porque eso forma parte de las responsabilidades que deben asumir”, apuntó Santiago.
Aunque el apoyo no es solo económico, sino en gran parte emocional, cada adolescente implica un gasto considerable que incluye: psicóloga, acompañante terapéutico, apoyo escolar, vestimenta, comida, útiles, deporte, actividades artísticas, entre otras.
“Nuestra idea es crecer con el proyecto y buscar un respaldo legal y financiero para poder ejecutarlo a más escala, porque acompañar a un adolescente en este proceso es darle la posibilidad de reescribir su historia. Los chicos necesitan herramientas, pero también que la sociedad los mire, los escuche y los incluya”, cerró Santiago.