Muchas personas le tienen un miedo terrible al edadismo, a cumplir años, o envejecer. Y se olvidan de que, si están sanos, lo más seguro es que sean adultos felices, incluso más que los jóvenes.
Así lo asegura uno de los mayores expertos en longevidad de España, el catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia José Viña.
El experto rechaza de plano la idea de que las personas mayores son una lacra para la sociedad, “esto es mentira”, al mismo tiempo que defiende que si están sanas aportan a la sociedad muchísimo, como por ejemplo la tolerancia, el entendimiento, así como la estabilidad a los nietos, o la felicidad.
Los mayores son más felices que los jóvenes
“El edadismo es un error. Es grande ser mayor. Los mayores son más felices que los jóvenes porque, si están sanos, saben su sitio en el mundo; mientras que los jóvenes no saben cuál es, por lo que es más difícil que sean más felices que las personas mayores”, subraya.
No obstante, cuando ese envejecimiento no es satisfactorio, esto sí resta felicidades en las personas de edades avanzadas, y suele coincidir con la aparición del síndrome geriátrico de la fragilidad, así como la dependencia.
La fragilidad representa un síndrome geriátrico que se caracteriza por una disminución de las reservas biológicas, fruto de la desregulación de varios sistemas fisiológicos, de forma que se pone al individuo en riesgo cuando se enfrenta a factores estresantes menores, y se asocia con mal pronóstico.
Cómo combatir la fragilidad
Entre los signos y síntomas de la fragilidad de las personas mayores, Viña enumera: la dificultad o lentitud al andar, al levantarse de la silla, pérdida de fuerza de agarre en las manos, pérdida espontánea de peso, y sensación de encontrarse débil.
La fragilidad lleva a estados de deterioro serio como la dependencia, la manifestación más clara de un envejecimiento no satisfactorio, o a padecer enfermedades asociadas al envejecimiento.
“Si uno ya no puede levantarse del asiento es dependiente; si anda muy despacio es dependiente; si no puede abrir la botella, es dependiente; si no se trata la fragilidad si lleva a la dependencia, que ya es depender de otra persona”, agrega.
El catedrático aconseja para vencer o afrontar este síndrome de fragilidad la realización de ejercicio, ya que según argumenta, “la actividad física puede bajar la fragilidad a menos de la mitad, una cifra que es mucho”, al mismo tiempo que apunta a una alimentación sana, así como al control del estrés, a la toma de suplementos (proteicos fundamentalmente), o al sueño.