La industria cosmética avanza a un ritmo acelerado y, en esa búsqueda constante por frenar el envejecimiento, muchas veces aparecen ingredientes que generan intriga y escepticismo. Tras modas que fueron desde la baba de caracol hasta el veneno de abeja, la nueva tendencia global se centra en un componente que ya genera conversación en redes y consultorios estéticos: los polinucleótidos de salmón, popularmente conocidos, aunque de forma incorrecta, como “esperma de salmón”.
El término, llamativo y confuso, se viralizó a partir de bromas y comentarios de celebridades, incluida Jennifer Aniston. Sin embargo, especialistas aclaran que el tratamiento no utiliza células reproductivas ni material biológico crudo. El verdadero protagonista es el PDRN (polidesoxirribonucleótidos): fragmentos de ADN altamente purificados, extraídos de manera científica de las gónadas del salmón y utilizados como bioestimuladores cutáneos.
El atractivo de este producto radica en su capacidad para restaurar la piel sin dejar ningún residuo. El ADN se purifica, se fragmenta en cadenas específicas y luego se integra en sueros, mascarillas o, principalmente, inyecciones de bioestimulación.
El tratamiento tiene su origen en Asia, especialmente Corea del Sur y Japón, donde su aplicación suele ser directamente inyectable. En Estados Unidos y Europa, en cambio, se usa frecuentemente como complemento de procedimientos previos, como láser o microagujas.
Qué hace realmente el PDRN y por qué genera tanto interés
Los especialistas lo definen como un regenerador celular que trabaja desde adentro. De acuerdo con el Dr. Adam Friedman, de la Universidad George Washington, los polinucleótidos:
- estimulan la producción natural de colágeno,
- aceleran la regeneración de los tejidos,
- mejoran la hidratación profunda,
- disminuyen la inflamación,
- y favorecen la reparación de la piel.
El PDRN no nació en la estética. Se utilizaba desde hace años en medicina para tratar heridas complejas, úlceras y quemaduras, y estudios preliminares investigan su potencial para estimular el crecimiento capilar.
Un punto clave de su popularidad es que no aporta volumen, a diferencia de los rellenos con ácido hialurónico. No cambia la forma del rostro: se enfoca en mejorar calidad, firmeza y textura. Esto lo vuelve atractivo tanto para pacientes jóvenes que buscan prevención como para pieles maduras con flacidez o pérdida de elasticidad.

Qué riesgos tiene y por qué algunos piden cautela
Aunque los efectos adversos suelen ser leves, enrojecimiento, inflamación pasajera o pequeños hematomas, los expertos recuerdan que debe aplicarse exclusivamente en consultorios habilitados.
A su vez, ciertos dermatólogos piden prudencia: los resultados disponibles son prometedores, pero todavía falta evidencia clínica de largo plazo para evaluar su eficacia y seguridad con total solidez.
El principio del tratamiento se resume en una imagen sencilla: los polinucleótidos funcionan como si la piel recibiera ladrillos genéticos purificados. Con ese material, las células pueden reconstruirse de forma más eficiente, recuperando firmeza e hidratación sin alterar la estructura del rostro.























