Una de cada cinco personas en el mundo sufre somnolencia diurna excesiva (SED), una condición que puede provocar una necesidad incontrolable de dormir siestas, episodios de sueño súbito y ataques de sueño en momentos inesperados.
También llamada hipersomnia, es una de las principales causas de consulta en clínicas del sueño. Según la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, se asocia con mayor riesgo de accidentes viales, baja productividad y enfermedades crónicas.
Ahora, un equipo de investigadores del Centro Médico Mass General Brigham y Beth Israel Deaconess, de Estados Unidos, descubrió que la dieta y la genética podrían tener un importante papel en la somnolencia diurna excesiva, tras identificar hasta siete moléculas en la sangre, conocidas como metabolitos, vinculadas a la misma.
Cómo influye la dieta y la genética
La SED es mucho más que sentirse cansado, de hecho se la asociada con un mayor riesgo de mortalidad, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, accidentes automovilísticos y una disminución en la calidad de vida y la productividad.
Su etiología es heterogénea y multifactorial, reflejando contribuciones variables de sueño insuficiente, trastornos del sueño como la apnea o alteraciones en los sistemas de control del sueño-vigilia. A pesar de su impacto social y económico, se sabe poco sobre sus mecanismos biológicos.
Los resultados del estudio, publicados en la revista Lancet eBioMedicine, sugieren que el riesgo de padecer esta condición puede estar influenciada por procesos corporales internos, como los hormonales, y por factores externos, como la alimentación.
Hormonas y nutrición: las claves detrás de la somnolencia

El estudio encontró siete metabolitos (sustancias que produce el cuerpo al procesar alimentos y hormonas) vinculados con la somnolencia diurna excesiva. En los hombres, además, se identificaron tres metabolitos más.
- Hormonas esteroides: se vio que la forma en que el cuerpo fabrica ciertas hormonas influye en la somnolencia. En particular, dos derivados de la pregnenolona (un tipo de esteroide natural) se relacionaron con menos sueño diurno. Los investigadores creen que estas sustancias podrían ayudar a reducir la inflamación y explicar por qué disminuyen la somnolencia.
- Grasas de la dieta (Omega-6 y Omega-3): algunos ácidos grasos de cadena larga, presentes en la alimentación, también aparecieron relacionados con la somnolencia. Entre ellos, el dihomo-linoleato y el docosadienoato, que son precursores de otras grasas importantes y participan en la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Otros estudios, como en el UK Biobank, confirmaron vínculos con el DHA, los omega-3 y los omega-6.
- Esfingomielina: este tipo de lípido, que interviene en la producción de hormonas como el cortisol, se asoció con menos somnolencia diurna.
El análisis mostró que todas estas sustancias no actúan solas ya que están relacionadas con procesos biológicos como la producción de melatonina y cortisol. Además, los datos de sueño con actigrafía señalaron que tanto el dihomo-linoleato como la esfingomielina se relacionan con un sueño más largo y de mejor calidad.