Un niñito de apenas 3 años de la ciudad de Córdoba y una mujer adulta de 50, vecina de Río Tercero. Con diferencia de horas, ambos fueron atacados esta semana por perros de raza pitbull y terminaron internados en centros de salud.
Por fortuna, tanto el niño como la señora están fuera de peligro, pero pasarán varios días hasta que se recuperen por completo de las heridas recibidas. Los dos animales convivían con ellos; eran las mascotas de la casa.
Cada vez que suceden estos ataques, se reactiva la discusión sobre qué hacer con los perros potencialmente peligrosos (PPP), con dos posiciones casi antagónicas: por un lado, la tenencia responsable; por el otro, la prohibición de cría de ciertas razas. Pero el debate apenas si avanza, sin que se transforme en acciones concretas y efectivas que se traduzcan en menos hechos lamentables y personas heridas.
En rigor, la discusión no es potestad de Córdoba ni siquiera de la Argentina. Es mundial. En muchos países, el tema se viene evaluando desde hace años, con algunos de ellos que ya han prohibido la cría y la tenencia de una serie de razas potencialmente peligrosas, como el pitbull terrier, el dogo argentino o el fila brasileño, entre otras.
En otros, se han ensayado diversas reglamentaciones para regular su tenencia, estableciendo sanciones para los dueños que no cumplan con los requisitos pautados. Argentina no tiene una legislación de alcance nacional sobre el tema, por lo que el poder de policía recae en los gobiernos locales.
La ciudad de Córdoba, por caso, recién sancionó en 2022 una ordenanza al respecto, que se reglamentó semanas atrás. La normativa identifica 15 razas potencialmente peligrosas y responsabiliza a sus dueños por su tenencia. Incluso, plantea una serie de sanciones pecuniarias para quienes incumplan las exigencias.
De todos modos, los ataques de estos perros siguen ocurriendo periódicamente, con personas que reciben severas heridas y hasta casos que terminan en la muerte. Sólo en el Hospital de Niños de Córdoba reciben entre 25 y 40 consultas al mes por este tema, la mayoría leves, pero también algunas muy graves.
A todo esto, el problema ha tomado mayor relevancia en los últimos años, con cada vez más familias que compran estos perros con el propósito de sentirse más seguras en sus hogares, aunque muchas después lo terminan lamentando.
Quienes se oponen a la prohibición de la tenencia de estos animales sostienen que no hay perros peligrosos, sino dueños irresponsables, que mucho tiene que ver la crianza desde cachorros y piden no estigmatizar a ciertas razas. Por el contrario, aquellos que buscan eliminar la tenencia aseguran que se trata de perros con temperamentos naturalmente agresivos y muy territoriales, lo que los torna imprevisibles y sumamente riesgosos, incluso para sus propios dueños.
Lo cierto es que el tema de los PPP se ha convertido en un problema de relevancia social, que exige compromisos desde los estamentos de gobierno y también responsabilidades individuales por parte de los dueños de los animales.
Ya sea que se avance hacia la prohibición o hacia un marco de regulación más estricto, todo indica que el trámite debería ser consistente y permanente en el tiempo, para que los medios de comunicación dejemos de informar sobre este tipo de hechos lamentables. Más que al gato, con este tema hay que ponerle el cascabel al perro…
