El uso del Ozempic ha aumentado hasta el punto de alcanzar el segundo lugar en ventas de medicamentos en 2024, según la consultora Evaluate Pharma. Esto plantea preguntas importantes: ¿estamos abusando de él? ¿Es posible que haya gente que lo esté apostando todo a estos fármacos? ¿Se están abandonando las terapias no farmacológicas?
El popular Ozempic es una de las denominaciones comerciales para el fármaco semaglutida, un medicamento que se usa para el tratamiento de la diabetes tipo II y la obesidad. Es un análogo del GLP-1: imita a una molécula que nuestro propio cuerpo produce y que ayuda a regular los niveles de glucosa en sangre. Como propicia una pérdida de peso muy significativa, se ha convertido en una herramienta farmacológica de primer orden contra la obesidad.
Claves contra la obesidad
Sin embargo, las mejores terapias para el tratamiento de la obesidad son una correcta alimentación, así como una suficiente y adecuada práctica de ejercicio físico. Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hablan de que cuanta más actividad, mejor. Las pautas de alimentación saludable del organismo recuerdan que la ingesta calórica debe estar equilibrada con el gasto.
En esas dos cuestiones radica el quid de la cuestión. Si no hacemos bastante ejercicio, o si nuestra ingesta supera a nuestro gasto, la energía extra no consumida se acumulará convirtiéndose en grasa. Si esta situación se mantiene en el tiempo, será cuando aparezca la obesidad.
Una enfermedad crónica y multifactorial
La obesidad es una enfermedad crónica, multifactorial y con unos procesos y origen que aún no entendemos completamente. De hecho, dentro de las cosas que tenemos claras están precisamente las referidas al desequilibrio entre calorías ingeridas y consumidas y la práctica de ejercicio físico.
Estas dos cuestiones son pilares fundamentales en el manejo de la obesidad, con independencia de si se utiliza la terapia farmacológica o no. Por eso, el tratamiento de la obesidad no puede prescindir jamás de las intervenciones desde la nutrición y un estilo de vida activo.
Los profesionales de la nutrición y el ejercicio físico cada vez encontramos más casos de gente que inicia un tratamiento con análogos del GLP-1, pero que resta importancia a unos buenos hábitos de vida. Incluso personas que los dejan, por completo, de lado.
Por desgracia, ya no es raro encontrar gente en tratamiento con alguno de esos fármacos que no realiza ejercicio físico y que tampoco tiene unos buenos hábitos nutricionales.
Esto es un error mayúsculo. La evidencia científica nos dice que el uso de estos tratamientos tienen una serie de efectos adversos. Uno de los más importantes es que casi el 30% del peso perdido es masa magra. Es decir, se pierde mucha musculatura por el camino, no solo masa grasa.
El ejercicio físico y, en especial, el entrenamiento de fuerza, puede ayudar a paliar y prevenir esa reducción de masa muscular. También se ha demostrado que el ejercicio es capaz de reducir el efecto rebote. En otras palabras, evitar que al dejar la terapia farmacológica haya una gran ganancia de masa grasa.
No volvamos a la casilla de salida
Además, debemos tener en cuenta que de nada sirve usar estos medicamentos si no van acompañados de cambios en la alimentación. No hablamos de dietas restrictivas, sino de cambios saludables. Cambios que sean sostenibles en el tiempo y que nos permitan tener una buena salud fisiológica y psicológica.
Si no realizamos estos cambios, cuando cese el tratamiento farmacológico nos encontraremos en la casilla de salida. No habremos logrado implementar ninguna transformación que nos ayude a mantener lo conseguido y a seguir mejorando.
Si dejamos fuera el ejercicio físico, dejaríamos de lado una manera de potenciar el efecto de los fármacos. Existe una alianza entre estos medicamentos y la práctica del ejercicio físico. Las investigaciones al respecto indican que la combinación de ambas estrategias va más allá de la simple pérdida de peso. El ejercicio físico y la terapia farmacológica interactúan positivamente en la mejora de diversas áreas de nuestra salud.
La tentación del camino fácil
En una sociedad en la que la rapidez y la búsqueda del camino fácil es la norma, la idea de que un fármaco arregle nuestros problemas es muy tentadora. Tenemos que entender que este medicamento es un gran avance científico, una poderosa herramienta. Sin embargo, debemos tratarla como una más. No debe, ni puede, sustituir lo que siempre serán las bases de una buena salud: un estilo de vida activo, una buena alimentación y un descanso adecuado.
Sumados a estas tres bases fundamentales, fármacos como el Ozempic nos brindarán un gran apoyo para mejorar nuestra salud. Usados como sustituto, lo que conseguiremos es una mejora momentánea, pero falseada, sustentada sobre pies de barro. Nuestro contexto y hábitos no habrán cambiado.
En ese caso, en cuanto dejemos de tomar el medicamento nos encontraremos con un efecto rebote y con algunos efectos adversos como, por ejemplo, una excesiva pérdida de masa muscular. Asimismo, no seremos capaces de mantener las mejoras conseguidas a largo plazo. Por suerte, está en nuestras manos evitarlo.
*Investigador Universidad de Vigo en Endocrinología y Fisiología del Ejercicio. Miembro del Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur.
*Publicado previamente The Conversation