Pretender ganarle a una inflación desbocada cuando supera el 50 por ciento anual (o más, como ahora) es casi una quimera. Los salarios siempre persiguen desde atrás a los precios, en una carrera muy desigual que casi está definida de antemano.
No obstante ello, a la hora de comprar es posible poner en práctica algunas estrategias de “reducción de daños”, con la intención de intentar minimizar –al menos en parte– el fuerte impacto inflacionario.
A continuación, un repaso por 10 consejos básicos para poner en práctica cada vez que salimos de compras.
En “pool”. Los comercios mayoristas, por definición, tienen precios más baratos que los minoristas. Claro que exigen compras en cantidad o por bulto cerrado, por lo que es necesario coordinar con familiares y amigos a la hora de hacer los pedidos. El ahorro puede llegar hasta el 40 por ciento.
De temporada. En alimentos frescos, elegir los productos de estación también implica un ahorro, particularmente en frutas y verduras. Con la ropa, sucede lo contrario: hay que anticiparse a la temporada o esperar las liquidaciones posteriores, que cada año largan antes.
Todo “suelto”. Comprar a granel alimentos y productos de limpieza es otra alternativa más económica que comprando envases cerrados. Y la mayoría de las veces también se accede a productos más frescos y de mejor calidad.
Promos bancarias. Casi todos los bancos tienen convenios con comercios grandes, sobre todo con súper e hipermercados, y ofrecen descuentos importantes en el pago con tarjetas de débito. Por lo general, están disponibles en ciertos días de la semana y con topes en el volumen de compra. Pero no deja de ser una opción interesante.
Clubes de beneficio. Club La Voz y otros similares ofrecen a sus asociados descuentos de 5%, 10%, 15%, 20% o más en comercios adheridos, sin tope de compra aunque suelen tener vigencia un día a la semana.
Suma de puntos. Hay negocios con sistemas de puntos por compras realizadas, que al canjearlos ofrecen descuentos. Hay opciones en combustibles, cadenas de comidas rápidas, y hasta marcas de ropa.
Pagos virtuales. Muchas marcas aceptan pagos con billeteras virtuales, también con descuentos sobre el precio final. En muchos casos son de los propios bancos, y sólo es necesario activarlas y acostumbrarse a usarlas.
En cuotas. Para compras de cierto valor, siempre es mejor elegir cuotas largas, aunque considerando la tasa de interés. Si el recargo es menor que la inflación esperada, la financiación siempre es conveniente frente al pago de contado.
Marcas alternativas. Las primeras marcas aseguran calidad, pero son las más caras. Hay opciones de segundas marcas o marcas propias de los comercios (muchas veces elaboradas por las mismas fábricas) con calidades similares y diferenciales de precios del 20 al 30 por ciento.
Ferias francas. Lo misma pasa con las ferias barriales, donde los puestos suelen tener menos costos fijos, que se traducen en precios más baratos para el comprador. Siempre hay alguna cerca de casa, aunque no están todos los días.
Oportunidad. Si se detecta un producto de consumo habitual en el hogar que está en oferta, comprar más de lo necesario para la semana o el mes. Sobre todo si se trata de un alimento no perecedero. Por el contrario, si está muy caro, comprar lo justo, con la expectativa de que en algún momento baje.
Aunque es difícil “empatarle” a los precios en un contexto de inflación acelerada como el actual, lo peor que podemos hacer es dejar de intentarlo.
