Casi 20 millones de personas mueren cada año por enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte en el mundo. Aunque los factores genéticos, el colesterol o el tabaco son los más estudiados, una nueva investigación señala un protagonista menos evidente.
Un equipo del Instituto Avanzado de Ciencias y Tecnología de la Salud de Samsung, en la Universidad Sungkyunkwan (Corea del Sur), identificó 15 especies bacterianas asociadas a la enfermedad arterial coronaria (EAC).
Los resultados, publicados en la revista mSystems, sugieren que el equilibrio de la microbiota intestinal podría desempeñar un papel decisivo en la inflamación y el metabolismo que afectan al corazón.
El corazón y el intestino, más conectados de lo que se creía
“Hemos ido más allá de identificar qué bacterias viven allí y ahora descubrimos qué hacen realmente en la conexión corazón-intestino”, explicó Han-Na Kim, genetista y autora principal del estudio.
Los investigadores compararon muestras fecales de 14 pacientes con enfermedad arterial coronaria con las de 28 personas sanas, utilizando secuenciación metagenómica, una técnica que permite reconstruir el ADN de los microorganismos presentes en el intestino.
El análisis mostró una pérdida significativa de bacterias productoras de ácidos grasos de cadena corta, como Faecalibacterium prausnitzii, conocidas por sus propiedades antiinflamatorias, y una activación excesiva del ciclo de la urea, una vía metabólica vinculada al daño vascular.
Cuando las bacterias “buenas” cambian de bando

Uno de los hallazgos más sorprendentes es que microorganismos considerados beneficiosos pueden volverse dañinos dependiendo del entorno intestinal.
“Cepas como Akkermansia muciniphila o F. prausnitzii pueden comportarse de forma distinta según provengan de intestinos sanos o enfermos”, precisó Kim.
También se observó un patrón complejo en la familia Lachnospiraceae, donde algunas especies parecen protectoras y otras, por el contrario, proliferan en pacientes con enfermedad coronaria. “Lachnospiraceae podría ser el Dr. Jekyll y Mr. Hyde del intestino”, comparó la investigadora.
Hacia una medicina de precisión basada en la microbiota
El siguiente paso del equipo será integrar los datos microbianos con información genética y metabolómica para identificar con mayor precisión las vías causales de la enfermedad. El objetivo es desarrollar estrategias de prevención personalizadas que utilicen la microbiota como biomarcador o incluso como herramienta terapéutica.
“La prevención es la frontera más prometedora para reducir la carga global de las enfermedades cardíacas”, señaló Kim.
Las terapias futuras podrían incluir dietas específicas, probióticos o pruebas de detección basadas en heces, enfocadas en restablecer el equilibrio bacteriano o bloquear las rutas metabólicas dañinas.
La investigación abre una nueva era donde la microbiota se convierte en un aliado clave para prevenir y tratar las enfermedades cardíacas.


























