No hay modo de entender los resultados del último censo en Córdoba sin hablar de migraciones. El crecimiento demográfico de esta provincia (20,2% en 12 años, frente al 14,8% del promedio nacional) fue mayor al que se presumía. Y no se explica en el tradicional crecimiento vegetativo (la diferencia entre nacimientos y fallecidos) ya que por el desplome de la tasa de natalidad esa cuota se va achicando cada vez más.
El aumento de la última década tiene como razón central la migración de habitantes de otras provincias, sobre todo a las áreas serranas.
No es un fenómeno exclusivo de Córdoba: en localidades turísticas de la costa bonaerense y de la cordillera patagónica se pintan similares cuadros.
Los demógrafos intuyen dos factores que lo apalancaron: la búsqueda de familias de grandes centros urbanos de vivir en lugares más agradables, pintorescos y tranquilos, y la facilidad laboral que ha dado, más tras la pandemia, el teletrabajo.
Pero el fenómeno excede la última década en Córdoba. Viene de arrastre: los valles serranos son las regiones que más crecen en población desde hace al menos 25 años, además de los arcos noroeste y sudoeste del Gran Córdoba (que explica otra migración más corta: la de los capitalinos hacia sus localidades satélites).
El censo no detalla aún de dónde son esos nuevos habitantes. Pero entre los valles se adivina: porteños, bonaerenses, santafesinos y cordobeses de grandes ciudades, arriba.
El foco en el fondo
Si el foco se aleja del primer plano de números y porcentajes, y la mirada se posa sobre el fondo, asoman otras preguntas. Algunas, incluso, ya ofrecen respuestas en el presente: ¿cuál es el impacto sobre el ambiente serrano de semejante migración cuando, como ocurre, se suele dar sin la suficiente planificación de los municipios?, ¿cómo se aseguran los servicios básicos con infraestructuras que van por detrás del aluvión de habitantes?, ¿se acoplan sin conflictos de intereses los nuevos vecinos con los de siempre?
Las Sierras no son una región más del mapa cordobés. Representan un patrimonio natural clave: el agua que necesitan los cordobeses nace de sus arroyos y ríos y los bosques nativos aún dispersos entre los cerros son casi el último reducto de biodiversidad en el territorio provincial. Las Sierras son fuente de recursos hídricos y de regulación climática, además de eje convocante del turismo, una de las cuatro patas que sostienen a la economía provincial.
El fenómeno de mudanzas genera, además, una incómoda pregunta final. Cada nuevo migrante radicado parece reclamar que se impongan límites al desembarco de próximos, porque percibe el evidente impacto del aluvión. Y ese interrogante es: ¿quién tiene el derecho a ser el último?
